René Muga, director ejecutivo de la compañía canadiense en Chile, dice que el rediseño total de la iniciativa debe minimizar al máximo impactos sociales y medioambientales e incorporar necesidades de comunidades. No descartan cambiarle el nombre.
Barrick Chile -minera que ha tenido varios traspiés ambientales en Chile- estaría cambiando su estrategia en el país. Por ello, trabaja en el rediseño total del proyecto binacional Pascua Lama, ubicado en la Región de Atacama en Chile y que está suspendido temporalmente desde el año pasado (a petición de la minera), luego de que enfrentara una paralización desde 2013. “Hoy, dentro de las opciones que estamos evaluando, una alternativa subterránea tiene mucho mérito y está corriendo con ventaja”, asegura René Muga, director ejecutivo de la canadiense en Chile.
La empresa está trabajando con distintas alternativas, y en los próximos meses deberá decidir sobre estudios preliminares cuál es la opción que más se ajusta a sus necesidades. No obstante, todas las alternativas incorporan desarrollos mineros distintos al que establece hoy el proyecto original. De hecho, Muga señala que “vamos a tener en algún momento la presentación de una modificación a nuestra Resolución de Calificación Ambiental (RCA)”.
“Hemos querido ser bien humildes, porque hemos aprendido las lecciones. Hemos querido ser bien activos en la escucha y en procesar esto en este nuevo capítulo del proyecto. La compañía está decidida a avanzar en el desarrollo de Pascua Lama, entendiendo que tenemos que hacerlo de una manera distinta a como lo habíamos concebido originalmente, y eso es clave”, reconoce el ejecutivo.
Comenta que en Lama -la parte del proyecto ubicada en Argentina- ya se han tomado ciertas decisiones para iniciar un proceso de estudio de una mina subterránea, que sería de menor tamaño y escalable. Si bien en Chile todavía se está trabajando en el proceso de optimización y no hay una decisión tomada, Muga dice que es “un escenario razonable” que la nueva iniciativa también sea de menor tamaño.
Asegura que la opción subterránea es competitiva porque junta gran parte de los criterios de lo que quiere ser hoy Barrick, pero no corre con la misma ventaja en lo económico. En otras palabras, podría ser un proyecto más caro que las últimas estimaciones conocidas de inversión, que en su conjunto preveían US$ 8.500 millones. A la fecha ya se han gastado unos US$ 5 mil millones, monto que dista bastante de las primeras proyecciones de la firma para la iniciativa en 2005, cuando se hablaba de unos US$ 1.500 millones y que fueron subiendo con el tiempo.
Respecto de cuál es la probabilidad de que Pascua Lama cambie su nombre, afirma que “efectivamente estamos hablando de un proyecto distinto, que desde prácticamente todo punto de vista es diferente a lo que conocemos. Si va a tener el mismo nombre o no, es parte de los análisis que debemos hacer, pero lo importante no es el nombre, sino el contenido”.
Barrick en el mundo exige que sus proyectos tengan una tasa de retorno del 15%, lo que hoy forma parte de los análisis locales. Asimismo, la empresa está abierta a incorporar socios.
El año pasado, el Sernageomin aprobó la suspensión temporal de la iniciativa. Si bien esta suspensión tiene una duración inicial de dos años, Barrick Chile podría optar por una prórroga de otros tres años. Muga asegura que “pensar en una prórroga es un escenario realista para cumplir los tiempos y hacer el desarrollo del proyecto como corresponde”.
Cuando Pascua Lama estaba paralizado -previo a ser suspendido-, la empresa gastaba alrededor de unos US$ 200 millones en su mantención. Muga reconoce que ese monto hoy se ha reducido cerca del 50%.
”Hemos recogido la experiencia aprendida y estamos tratando de hacer en este proceso de optimización un proyecto realmente distinto, que recoja las lecciones”. René Muga, director ejecutivo de Barrick Chile.