Gustavo Lagos, académico y experto en minería de la UC: “La capitalización a Codelco debería entregarse solo si se cumplen promesas de valor en Chuquicamata” De no hacerlo así, sería “botar la plata a la calle”, advierte. La productividad de la división es 28% más baja que el promedio de la minera, y los trabajadores tienen sueldos altos y beneficios millonarios.
De forma urgente se necesita que exista un compromiso por parte de los sindicatos de la división Chuquicamata para que de aquí a tres años haya una mejora sustancial. “Si no es así, esto no tiene futuro”, asegura de forma categórica el académico y experto en minería de la Universidad Católica, Gustavo Lagos.
Va más allá, y dice que la capitalización comprometida por el Estado para Codelco -y que involucra unos US$ 800 millones, en el mejor de los escenarios para este año- debe darse “solo si se cumplen promesas de valor en Chuquicamata”. Lo contrario sería “botar la plata a la calle”, asevera.
La división es la segunda más antigua de Codelco, después de El Teniente, pero por sobre todo la más cara. “Tiene un problema de gestión gigante”, recalca. Asegura que la operación generó en 2015 unos US$ 27 millones de excedentes, lo que sería “posiblemente la cifra más baja de la historia”.
Pero no es todo: la productividad es 28% más baja que el promedio de Codelco, y el costo de los trabajadores antiguos es de US$ 119 mil al año (cerca de $6,4 millones mensuales), mientras que los nuevos ganan unos US$ 90 mil al año, y los denominan “los precarios”. Sin embargo, a estos últimos también los han contratado con “muchos beneficios adicionales que no estaban pensados y hay una presión tremenda para igualarlos a los (trabajadores) antiguos”.
Entre los beneficios que tienen los empleados de Chuquicamata está el pago de la luz, agua, gas, un bono de $1 millón anual para supermercado y tiendas, derecho habitacional de más de $200 mil, camping gratis, becas de estudios para los hijos, y planes de salud que ascienden a 20 o 22 UF por persona al mes.
“Chuquicamata no puede ser tratada de forma especial, sino que igual que a todas las otras divisiones”, argumenta Lagos, quien agrega que la fuerza laboral debe ser gestionada igual que en las demás, pero eso hasta ahora no ha sido posible. “La administración ha mantenido silencio sobre muchas de estas cosas durante mucho tiempo, pero ahora es importante que los chilenos se enteren, porque este negocio no da para más”, dice.
“Hay una degradación brutal de las prácticas operacionales en varias operaciones de Chuqui en muchos aspectos distintos, y hay una sobredotación clarísima en varias partes”, revela.
Lagos indica que Chuquicamata tiene una gran debilidad estructural, porque su operación de lixiviación se ha reducido fuertemente después del cierre de la mina Sur, y puede extraer poco material del rajo, ya que es muy caro sacar más. Además, “tiene dos operaciones francamente desastrosas: la fundición y la refinería”, plantea, ya que ambas están entre las más costosas del mundo.
Lagos dice que la división recuperará su valor una vez que Chuquicamata Subterránea -el proyecto estructural más avanzado de Codelco- esté operando y haya hecho una parte importante del ramp up , lo que ocurrirá después de 2025. Advierte que en la promesa de este proyecto se estiman sueldos de US$ 68 mil al año, lo que parece difícil hoy.
“El proyecto ‘vuela’ solo si todas las condiciones prometidas se cumplen; entre otros, el costo laboral, y si otros aspectos de la operación también se alinean. Chuqui Subterránea procesará su material en la misma concentradora, fundición y refinería que hay en la actualidad, por ello estas operaciones deben estar a la altura”, indica.
Lagos recalca que la división tiene una excesiva sobredotación, y estima que ronda los dos mil trabajadores. Señala que, según el plan de retiro de 2013, eran dos mil personas las que tenían que salir, y se acogieron solo 900, mientras al mismo tiempo tuvieron que contratar a otros mil. Explica que algunos podrían ser relocalizados en otras áreas, pero se niegan: “Hay un fuerte problema de sobredotación, pero sobre todo de gestión (…) La dotación mina hay que rebajarla en 300 trabajadores de acá a que empiece Chuquicamata Subterránea, pero la situación más grave está en la refinería y fundición”.
Comenta que en el contrato inicial que tenía el proyecto de refinación eran muchos más trabajadores de lo que en realidad se necesitan y “no ha sido posible cambiar a esas 250 personas extras a otras labores, porque no quieren”. Agrega que en el caso de la fundición ocurre algo similar, y “además no dejan que la mantención de los equipos los hagan externos, y la hacen ellos mismos a un costo sideral”. Argumenta que hoy sería mucho más barato para la empresa exportar sus concentrados que fundirlos o refinarlos allí.
“La solución es que si el Estado no les pone plata para la capitalización o les pone una condición, estamos en otra parada, y la administración tendrá mucho más fuerza para hacer los cambios que son necesarios”, concluye.
