El 96% del consumo eléctrico del país se produce ya con energía verde pero el recibo de la luz sigue incremetándose
En lo que va de año, el consumo eléctrico de Uruguay ha sido cubierto en un 96% por energías renovables; durante 152 de los 365 días de 2016 la lluvia, el viento, el sol y la biomasa representaron el 100% del suministro eléctrica nacional. Así, el país rioplatense se ha convertido en la demostración mundial de que cualquier nación, rica o menos rica, puede diversificar su matriz energética para reducir su dependencia de las importaciones de hidrocarburos. El petróleo (indispensable para el transporte) y el gas, son ahora una fuente de combustible más. Sin embargo, este paso de gigante en lo medioambiental, no se ha trasladado a la factura de la luz de los uruguayos, que sigue encareciéndose.
Con una proporción de energía eólica sobre el consumo eléctrico total de hogares e industrias que ronda el 38%, sólo Dinamarca (42%) supera a Uruguay en este ámbito. Además, el país sudamericano es una de las cinco primeras naciones del mundo en lo que a utilización de renovables se refiere. Y a la espera de los resultados definitivos del año en curso, probablemente tenga pocos rivales si se excluyen a las hidroeléctricas —en las que otros países son intensivos— y solo se tienen en consideración a las renovables no convencionales. En los últimos años, Uruguay ha invertido el 15% de su PIB en cambiar la matriz energética.
Los analistas venían adelantado que 2016 sería un ejercicio clave para hacer balance: las millonarias inversiones aprobadas desde 2008 habrían llegado a su objetivo y toda la capacidad de generación renovable estaría funcionando a pleno rendimiento. Con uno de los inviernos más largos de la última década, la lluvia y el viento acompañaron el desafío. Pero la celebración del éxito de esta revolución verde quedará empañada este año por uno de los mayores aumentos de tarifas eléctricas que se recuerda: un 9,8% el pasado enero. El incremento agrava la situación de hogares, empresas e industrias, que soportan desde siempre una de las facturas más altas del subcontinente.
¿No ha supuesto nada para los consumidores que las renovables abarquen el 96% de la oferta de energía? En realidad, todo depende de las decisiones del Gobierno y de la coyuntura económica. Aunque la generación eléctrica renovable depende de un conjunto de empresas públicas y privadas, la estatal UTE tiene el monopolio tanto de la compra como de la distribución de esa energía. En un año de ralentización económica, el Ejecutivo decidió utilizar las tarifas a los consumidores para cuadrar su presupuesto. La medida, impopular, fue todavía más polémica porque parte de los beneficios del tarifazose utilizaron para cubrir el enorme déficit de la estatal petrolera Ancap, que se dedica a refinar y distribuir combustibles fósiles.
Pero los conocedores del sector aseguran que, en realidad, las renovables mitigaron la subida: “Si uno hace la cuenta de cómo tendrían que haber subido las tarifas para cubrir el déficit de las cuentas públicas, seguramente habría sido muchísimo más alto”, apunta Fernando Schaich, de la consultora Seg Ingeniería.
A mediados de año, un informe del Banco Central del Uruguay anunció que el país evitó la recesión gracias al aumento de la generación y consumo de energía renovable, escapando así a la crisis que sufren sus vecinos. Uruguay, por ejemplo, se da ahora el lujo de exportar energía a Argentina —un gigante regional— y a ofrecer sus excedentes a Brasil, que por razones políticas todavía no ha dado luz verde a la operación. “Hace siete años Uruguay le llegó a comprar a Argentina, vía Brasil, energía a 350 y 400 dólares el megavatio”, recuerda Schaich.
Conscientes del cambio, los uruguayos se han convertido en un país de escrutadores del viento: los informativos de televisión anuncian en titulares si los molinos se paran o si fue un buen día para la generación eléctrica. El consumo barato es, sin embargo, la asignatura pendiente de la revolución uruguaya.