La Comisión Nacional de Productividad de Chile presentará este mes las conclusiones finales del sector del análisis sobre el empleo minero. Resultados provicionales muestran que la productividad laboral entre 2005 y 2015 bajó 42% en este rubro. De ahí que la industria esté preocupada de mejorar los indicadores para tener operaciones más sustentables.
Una estructura controlista de gestión y con excesivas capas de supervisión y de ejecutivos. Así es el panorama actual de la minería chilena, donde en promedio existe un operador por cada tres supervisores y tres ejecutivos. En palabras simples, “más caciques que indios”.
En el mejor de los casos, hay un operador cada dos supervisores y dos ejecutivos; mientras en el peor de los escenarios, las grandes mineras chilenas tienen un operador por cada cuatro supervisores y tres ejecutivos.
Así se demuestra en las primeras conclusiones tentativas de lo que será el estudio sobre productividad de la gran minería del cobre local a las que accedió “El Mercurio” y que se presentarán durante el presente mes con experiencias comparadas con otros países mineros del mundo.
Según se comenta en la industria, gran parte de la supervisión está dedicada a tareas administrativas a expensas de la planificación y organización del trabajo. Asimismo no existe mucha movilidad profesional entre los distintos estamentos.
Con todo, la urgencia de incrementar la productividad ya no es para nadie sorpresiva, sobre todo en la industria que mayores recursos le entrega al fisco. La situación de los últimos años no ha sido fácil.
Como ya publicó “El Mercurio” en octubre sobre la base de datos entregados por el presidente de la Sociedad Nacional de Minería (Sonami), entre 1990 y 2004 la producción de cobre en el país creció 9,2% anual, al mismo tiempo que la inversión ascendió a US$ 39.700 millones, y la productividad laboral se incrementó en 116%.
Sin embargo, todo cambió entre 2005 y 2015, cuando la producción del metal solo se sostuvo, con un incremento de 0,6% anual, mientras la inversión alcanzó los US$ 47 mil millones y la productividad laboral cayó 42%. Si bien esto se explica fundamentalmente por el retroceso en la ley de mineral -entendiendo por ello la cantidad de cobre que se extrae por cada tonelada de tierra removida-, podría haber otros factores.
Según muestran las primeras conclusiones tentativas del estudio, hay otros indicadores en la minería local que parecieran no ser auspiciosos, aunque esto se sabrá solo cuando se comparen los resultados chilenos con las mejores prácticas internacionales, que a su vez será un indicador de cuánto más puede lograrse imitando prácticas, así como cuánto de las brechas se debe a factores de idiosincrasia, como la geografía, cultura, tipo de regulación, entre otros.
La industria de la gran minería en Chile es heterogénea en sus resultados de productividad, lo que muestra que es posible para algunas obtener mejoras operando bajo el marco institucional existente.
Una de las conclusiones tentativas es que no hay brecha de productividad importante cuando los trabajadores están trabajando en el equipo. No obstante, las mayores brechas se deben al menor uso del tiempo disponible tanto de la mano de obra como de los equipos.
A modo de ejemplo, el documento señala que respecto de los tiempos pasivos de mano de obra en mantenimiento, en promedio el 17% del tiempo es programado, mientras el 30% no está planificado. Asimismo, en cuanto a los tiempos de mantención de equipos, el 6% del tiempo es mantención programada, mientras el 11% es mantención correctiva.