"¿Escucharon las noticias? Se dice que estamos ante una revolución de energía limpia. Y donde vivo, en Berkeley, California, parece que cada día veo un techo nuevo con paneles solares y más autos eléctricos en la calzada", inicia su charla el escritor y experto en energía y medio ambiente Michael Shellenberger.
El especialista sostiene que iniciativas como las de su ciudad así como muchas otras, en diferentes países, invitan a hacernos una pregunta altentadora: ¿será que el calentamiento global es mucho más fácil de resolver que lo que imaginábamos?
"Mis colegas y yo decidimos sumergirnos en los datos y nos sorprendimos con lo que encontramos. El consumo de energía eléctrica ha ido en aumento en los últimos 20 años. Pero cuando vemos el porcentaje de la electricidad mundial procedente de fuentes de energía limpia ha estado en declive.
"Gran parte de esto se debe simplemente a que los combustibles fósiles están aumentando más rápido que la energía limpia -continúa-. Es entendible. Hay gran cantidad de países pobres que todavía usan madera, estiércol y carbón vegetal como principal fuente de energía y necesitan combustibles modernos."
Pero hay algo más: una de las fuentes de energía limpia que ha estado en declive en términos absolutos es la nuclear. Su generación ha disminuido 7% en los últimos 10 años. "La energía solar y eólica ha dado grandes avances. Pero cuando se combina toda la energía solar proveniente de esas fuentes se ve que apenas equivalen a la mitad de la disminución de la nuclear", contrasta Shellenberger.
"Miremos más de cerca a la energía nuclear: el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU ha analizado el contentido de dióxido de carbono en diferentes combustibles y la energía nuclear obtiene niveles muy bajos, incluso por debajo de la energía solar. Aporta gran cantidad de energía. Lo interesante es que cuando miramos a los países que han desplegado diferentes tipos de energías limpias, sólo unos pocos lo han hecho a un ritmo consistente con el tratamiento de la crisis climática.
"La energía nuclear parece una muy buena opción pero tiene un gran problema: a la gente no le gusta. En una encuesta a personas de todo el mundo, se concluyó que la energía nuclear está entre las menos populares", se lamenta.
¿A qué le tenemos miedo? De acuerdo con Shellenberger, principalmente a tres cosas:
-A la seguridad de las propias plantas
-A los desechos que generan
-A la asociación con las armas
Y aporta respuestas para cada caso:
Seguridad: "Todas las publicaciones que lo analizan llegan a la conclusión de que la energía nuclear es la forma más segura de producir energía. Todo el mundo teme a los accidentes. Veamos los datos: Fukushima, Chernobyl. La OMS encuentra la misma cosa: la gran mayoría del daño se produjo por el pánico de la gente y entran en pánico porque tienen miedo."
Desechos: "Lo interesante de los desechos es lo poco que hay. Si tomamos los desechos nucleares producidos en los EE.UU., los ponemos en un campo de fútbol y los apilamos, sólo llegarían a los 6 metros de alto. En cambio, los desechos no controlados de la producción de energía -los que llamamos contaminación- matan a 7 millones de personas por año y son una amenaza muy grave para los niveles de calentamiento."
Armas: "Quizá lo mas sorprendente es que no hallamos ejemplos de países que disponen de energía nuclear y luego deciden ir por armas nucleares. De hecho, es al revés. Encontramos que la única forma efectiva para deshacerse de grandes cantidades de armas nucleares es usar el plutonio de las ojivas como combustible en plantas de energía nuclear. Así que si queremos que el mundo elimine armas nucleares, vamos a necesitar mucha más energía nuclear."