Minera analiza el porcentaje de trabajadores de SQM en la iniciativa.
A paso firme está avanzando el proyecto de litio Caucharí-Olaroz que la minera no metálica SQM busca emplazar en Argentina junto a su socia Lithium Americas.
Y es que según fuentes de la empresa, la administración de Patricio de Solminihac ha instruido a los máximos ejecutivos de la línea de litio a que dediquen parte importante de su tiempo al desarrollo del proyecto, hoy en etapa de exploración avanzada.
En este sentido, hoy la discusión entre ambas empresas está centrada principalmente en la cantidad de trabajadores de la firma SQM que se destinarán de forma permanente al trabajo en el país vecino.
Si bien desde la compañía chilena optan porque el grueso de la plana ejecutiva sea nacional, dado su conocimiento en la industria, la discusión está más cerca de cerrarse con que sean en una razón 6 a 1, es decir, seis empleados argentinos por cada chileno.
En paralelo, la empresa está adelantando la construcción de la operación -fijada inicialmente para 2017-; y durante los próximos días comenzará la construcción de aspectos claves del proyecto, como son los campamentos, los laboratorio, los caminos y los pozos exploración.
SQM ingresó a este proyecto a principios de año, a través de un desembolso inicial de US$25 millones. Este aporte se desglosa en US$15 millones para cubrir préstamos intercompañías y otros US$10 millones para desarrollar el proyecto.
En la última entrega de resultados, la minera ligada a Julio Ponce Lerou indicó que el proyecto producirá unas 50.000 toneladas métricas por año, en lugar de las 40.000 que habían anunciado originalmente.
Esta iniciativa se desarrollará en dos etapas. La primera requerirá una inversión cercana a los US$425 millones, sin impuestos, y un gasto de capital para la segunda fase, cercana a los US$250 millones, sin impuestos.
Este proyecto es clave para la empresa ya que se proyecta que para 2016 la demanda de litio crecerá 15% desde las 150.000 toneladas de carbonato de litio registradas el año pasado. De este modo, se estima que las necesidades se multiplicarán hacia fines de la década.
Todo lo anterior, como consecuencia entrada masiva de los autos eléctricos y, en menor medida, del alza del mercado de baterías estacionarias y de la industria solar térmica.