Entre los objetivos de corto y mediano plazo figuran el desarrollo del Carem, primer reactor de potencia 100% argentino, en el que se invertirán 400 millones de dólares; y el RA10, un reactor de investigación multipropósito orientado a la producción de radioisótopos destinados al diagnóstico de enfermedades, que demandará recursos por otros 300 millones, informaron fuentes oficiales.
La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la estatal Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NASA) tienen previstas además las obras para la extensión de vida útil de la central de Embalse; el desarrollo de la Planta Industrial de Agua Pesada; y aportes en materia de medicina nuclear, enriquecimiento de uranio, agricultura, irradiación de alimentos y nanotecnología.
El subsecretario de Energía Nuclear, Julián Gadano, integró recientemente su equipo sectorial con Osvaldo Calzetta al frente de la CNEA; Omar Semmoloni en la NASA; y Néstor Masriera como titular de la ARN (Autoridad Regulatoria Nuclear).
Fuentes oficiales destacaron a Télam que la puesta en marcha del Carem "representará para la industria nuclear nacional una evolución respecto al posicionamiento y prestigio ya obtenidos en el mercado internacional de reactores de investigación".
La Central Argentina de Elementos Modulares le permitirá al país posicionarse a la vanguardia del mercado de centrales de baja potencia y características relativamente sencillas en cuanto a su construcción y operación, ideales para cubrir una amplia gama de necesidades propias de los países en vías de desarrollo.
A diferencia de otros proyectos cuyos diseños buscan la generación de potencias superiores a los 600 o 700 Mw (megavatios), este reactor de baja potencia -cuyo primer prototipo se encuentra actualmente en la etapa previa a su construcción- será de aproximadamente 25 Mw de potencia eléctrica, capaces de abastecer a una población de hasta 100 mil habitantes, entre otras prestaciones.
En el caso del RA10, hoy en etapa de desarrollo de la ingeniería básica, se identificaron intereses comunes con un proyecto de similares características que lleva adelante Brasil (el RMB), lo que dio lugar a la implementación de actividades conjuntas en el marco de la cooperación nuclear entre ambos países.
"Con este proyecto la Argentina busca ampliar las capacidades actuales de producción de radioisótopos -el reactor RA-3, ubicado en el Centro Atómico Ezeiza", dijeron los voceros.
Lo que se busca es sumar desarrollo tecnológico en el campo de los combustibles y materiales nucleares, mediante instalaciones de irradiación adecuadas que permitan incrementar la experiencia acumulada, y expandir la oferta de servicios al mercado mundial.
Los trabajos comenzaron en marzo pasado y se continúa con la remoción de tierra y el trazado de caminos que conducirán hacia el emplazamiento del RA-10 en Ezeiza.
En lo que respecta a Embalse, el Laboratorio de Materiales para la Fabricación de Aleaciones Especiales incorporó distintas innovaciones y equipos que permiten por primera vez realizar ensayos específicos.
Además, las empresas asociadas a la CNEA obtuvieron las calificaciones internacionales para el desarrollo y provisión de componentes de fabricación nacional que se aplicarán en la central nuclear cordobesa.
En este marco, la Fábrica de Aleaciones Especiales S.A. (FAE) suscribió un contrato con la compañía Impsa para la provisión de tubos de Incoloy 800, y obtuvo una calificación del producto a cargo de las empresas canadienses líderes del sector, lo que le permitió posicionarse entre los tres únicos fabricantes de este tipo de tubos en el mundo.
En lo que respecta a la Planta Industrial de Agua Pesada de Arroyito, Neuquén, cuenta hoy con la mayor capacidad de producción en el mundo, por lo que se concretaron exportaciones a Alemania, Australia, Canadá, Estados Unidos, Francia, Suiza, Noruega y Corea.
Por último, en materia de medicina nuclear, el plan federal apunta a actualizar el equipamiento en centros que se encuentran en funcionamiento y construir otros: al inaugurado recientemente en Entre Ríos se suman nuevos proyectos en ejecución en la Ciudad de Buenos Aires, Formosa, Santiago del Estero, Santa Rosa (La Pampa), Bariloche (Río Negro), Río Gallegos (Santa Cruz) y Jujuy.
Fernando Krakowiak
La construcción de la central nuclear Atucha III recién comenzaría en el segundo semestre del año próximo y el proyecto de la quinta planta quedaría en suspenso como mínimo hasta 2019. “El MOU (Memorando de Entendimiento) dice que los contratos se tienen que firmar en diciembre, pero como el presidente Macri viaja a Beijing en marzo es probable que se firmen en ese momento.
Por lo tanto, Atucha III empezaría a construirse en la segunda mitad del año que viene”, señaló a Página/12 una fuente oficial. El acuerdo con China es para la puesta en marcha de dos centrales, pero Argentina quiere demorar lo más posible el inicio de la quinta. “Nucleoeléctrica no está en condiciones de construir dos centrales al mismo tiempo. Por eso pedimos que haya una demora entre el inicio de la construcción de Atucha III y de la quinta central. China le comunicó a Macri en la última cumbre del G20 que aceptan 18 meses de demora, pero nosotros queremos que sean 24 meses”, agregó la misma fuente.
El acuerdo con China lo cerró el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. El 18 de julio de 2014, el entonces ministro de Planificación, Julio de Vido, dio el puntapié inicial al firmar con el director de la Administración Nacional de Energía de China, Xu Xinxiong, un convenio de cooperación para la construcción de una cuarta y una quinta central, que se sumarán a Embalse, Atucha I y Atucha II. A partir de entonces, se comenzaron a negociar los detalles y el 15 de noviembre del año pasado ambos países le pusieron la firma a los convenios técnicos y comerciales de Atucha III en la ciudad turca de Antalya. Además, en aquel encuentro se acordó la versión final del contrato marco entre Nucleoeléctrica y China Nacional Nuclear Corporation por la quinta central nuclear, que establecía los lineamientos generales sobre los que se deberían desarrollar a futuro los contratos comerciales y financieros para su construcción.
Atucha III será un reactor de uranio natural y agua pesada para aprovechar la experiencia y los recursos que el país tiene en esa área luego de haber concluido Atucha II. Sin embargo, el interés principal de los chinos era venderle al país su reactor PWR de uranio enriquecido y agua liviana, tecnología hacia la cual Argentina tiene decidido migrar pero de modo gradual. Para conformar a ambas partes, el acuerdo contempló financiamiento chino para la construcción de una cuarta central de uranio natural y agua pesada de 760 MW y una quinta de uranio enriquecido y agua liviana de 1000 MW.
Inicialmente estaba previsto que las obras comenzaran este año, pero luego del cambio de gobierno el ministro de Energía, Juan José Aranguren, y el subsecretario del área, Julián Gadano, confirmaron que durante 2016 no habría novedades porque se estaban revisando los contratos. Como parte de esa revisión, propusieron avanzar primero con la central que menos interés les genera a los chinos y postergar dos años la que más los seduce. No parece una oferta muy tentadora, pero aseguran que del otro lado se mostraron abiertos al diálogo y finalmente llegarán a un acuerdo.
Dentro del gobierno remarcan que la postergación de la quinta, no sólo obedece a las limitaciones de Nucleoeléctrica para avanzar con ambas centrales al mismo tiempo. También quieren ganar tiempo para buscarle una nueva ubicación a esa quinta central ya que el objetivo es no instalar otro reactor en Zarate. Por ese motivo, se creó un comité técnico liderado por la Comisión Nacional de Energía Atómica que deberá recomendar un abanico de sitios alternativos.
El gobierno también tomó la decisión de reactivar la planta industrial de agua pesada ubicada en las afueras de la ciudad de Neuquén. Hoy se dará inicio al proceso de puesta en marcha y el plan es que este mes ya se obtenga la primera gota de agua pesada. La planta produce unas 56 toneladas por año con una línea de producción. A ese ritmo es imposible que se lleguen a producir las 500 toneladas de agua pesada que demandará Atucha III. Por lo tanto, se está evaluando sumar una segunda línea de producción.