El presidente de Rusia, Vladimir Putin, apostó este lunes por mantener o inclusorecortar la producción de petróleo como medida para garantizar la estabilidad del sector, que ha visto en los últimos dos años una intensa reducción de sus beneficios —y por ende de inversión— al haber caído su precio hasta los niveles más bajos durante la última década. Las declaraciones del mandatario ruso –cuyo país es uno de los tres mayores productores de crudo junto a Arabia Saudí y EEUU— dieron un espaldarazo a la cotización del crudo en los mercados, en los que el barril de Brent superó los 53 dólares (+1,4 %) y el Texas los 51 (+3,5 %). Desde enero, cuando estos barriles de referencia tocaron fondo (28 y 27 dólares, respectivamente), su precio casi ha llegado a doblarse merced a los llamamientos de varios países productores a acordar nuevos precios y cotas.
“En la actual situación, creemos que congelar o recortar la producción de petróleo es el único modo de preservar la estabilidad del sector energético y reequilibrar el mercado”, afirmó Putin en la jornada inaugural del Congreso Mundial de la Energía, que se celebra esta semana en Estambul. Las economías fuertemente dependientes de la producción de petróleo como las de Rusia, Venezuela, Irak o Arabia Saudí se han visto sacudidas durante los últimos dos años por la fuerte caída de los precios de esta materia prima, que hasta verano de 2014 cotizaba por encima de los 100 dólares.
La bajada de precios, producto de un incremento de la producción en los países exportadores, del hallazgo de nuevas reservas durante la época de bonanza y de la reducción o ralentización de la demanda en grandes consumidores como la Unión Europea, EEUU y China –así como de la sobreproducción de otros combustibles fósiles como el gas- ha llevado a un descenso en la inversión, especialmente en el campo de la exploración. “El mercado ha visto una significante sobreproducción de crudo (…) y si esta tendencia se mantiene llevará a una fluctuación de precios impredecible, con malas consecuencias para los productores y los consumidores”, aseguró Putin.
Rusia, pese a no ser parte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), ha dado su apoyo al acuerdo alcanzado por este cartel de productores el pasado septiembre en Argel de reducir el bombeo de crudo de los actuales 33,24 millones de barriles diarios a los 32,5 millones, que deberá ser perfilado y ratificado en la reunión que dicha organización mantendrá el próximo noviembre. “Rusia apoya los esfuerzos por limitar la producción. Apoyamos la reciente iniciativa de la OPEC y esperamos que en la reunión de noviembre se adopte dicha decisión”, manifestó el presidente ruso.
Venezuela, cuyo presidente Nicolás Maduro también participó en la inauguración del congreso, ha recibido con evidente alegría el apoyo ruso a unos postulados que Caracas lleva meses defendiendo. “Hemos visto un compromiso para un nuevo consenso de los países productores de petróleo, miembros y no miembros de la OPEP, para estabilizar el mercado y las inversiones, y lograr precios realistas, razonables y justos. Tenemos que seguir insistiendo en esta estrategia de una nueva alianza energética”, dijo el dirigente venezolano en declaraciones a la prensa tras su reunión bilateral con Putin. También en su encuentro con el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, Maduro obtuvo apoyo a la política de congelar la producción petrolera.
En su intervención ante el plenario del congreso, el presidente de Venezuela abogó por modificar los métodos mediante los que se fija el precio del crudo para buscar “un mecanismo más justo” que evite “la especulación” y que el petróleo caiga “incluso por debajo de sus costes de producción”, como ha llegado a ocurrir en los últimos meses. El objetivo, según Maduro, es proveer al sector energético de ciclos de “estabilidad”, que mantengan el precio del crudo en una cierta franja durante periodos de 10 años, “para que los países puedan seguir invirtiendo no sólo en reponer inventario y capacidad de oferta, sino para poder invertir en desarrollo social y económico”.
En ese línea, el presidente venezolano Nicolás Maduro afirmó que esperaba precios del crudo más justos y realistas, agregando que su país estaba listo para ser parte de una alianza.
"Los miembros de la OPEP deben llegar a un acuerdo y trabajar por la estabilidad de la industria petrolera. Los precios deben ser más justos, más realistas, y deben ser un incentivo para los inversores", dijo Maduro también en Estambul.
Sin embargo, el delicado y crucial tema sobre cuánto producirá cada uno de los 14 miembros de la OPEP será decidido en una reunión formal del grupo en noviembre. Putin no dijo a qué nivel Rusia estaría dispuesta a reducir su bombeo.
Irán, con una economía muy dependiente del crudo, cree que su justa participación dentro del bombeo en la OPEP debería ser mayor a la actual y ha acelerado sus esfuerzos para alcanzar la extracción a niveles anteriores al 2012, cuando la Unión Europea le impuso sanciones adicionales por sus actividades nucleares.
Las sanciones fueron reducidas en enero a cambio de que Irán frene su programa nuclear bajo un acuerdo histórico alcanzado entre el país y las seis mayores potencias el año pasado.
Entre 2012 y 2016, Arabia Saudita y otros países del Golfo Pérsico han aumentado su bombeo para competir por participación de mercado frente a otros productores como Estados Unidos, que enfrenta mayores costos.
No se espera una decisión en Estambul, han dicho fuentes de la OPEP, pero es una oportunidad para que los funcionarios discutan el próximo paso tras el acuerdo de Argelia.
Mientras, el secretario general de la OPEP, Mohammed Barkindo, dijo que esperaba alcanzar un consenso en Estambul con las naciones fuera del grupo, describiendo la actual reunión como de "consulta".
El precio del petróleo del tipo de referencia West Texas Intermediate (WTI) saltó 3,10 por ciento y cerró en 51,35 dólares el barril, su nivel más alto en un año, animado –se afirma- por el compromiso de Rusia de sumarse a los esfuerzos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para congelar la producción.
El barril del Brent (cotización en Londres) para entrega en diciembre tuvo un alza en el mercado de futuros de 2,33%, hasta 53,14 dólares, su máximo cierre este año.
Esta cotización pega fuerte en Argentina, donde se están ultimando detalles del plan para achicar costos de la producción no convencional, y permitir así un avance más determinante en Vaca Muerta, Neuquén.
La conjunción hipotética todavía, de flexibilización laboral, reducción de impuestos y eventual reducción en el porcentaje de regalías, permitiría en la coyuntura, con el precio del petróleo por encima de los 50 dólares, hacer rentable la producción, y por ende, pegar un salto en cantidad de barriles efectivamente producidos.
Al final de las operaciones en la Bolsa Mercantil de Nueva York (Nymex), los contratos futuros del WTI para entrega en noviembre, aun de referencia, subieron u$s 1,54 respecto del cierre anterior.
El llamado “oro negro” se situó en niveles que no veía hace un año, en medio del optimismo en los mercados después de que el presidente ruso, Vladimir Putin, dijera en Estambul que su país está dispuesto a unirse a un tope conjunto de la producción.
“Rusia tiene la voluntad de adherirse a los esfuerzos de otros países productores”, anunció Putin en relación a la búsqueda de un acuerdo para congelar la producción y reducir el sobreabastecimiento que lleva dos años empujando los precios a la baja.
Rusia, uno de los tres mayores productores mundiales de crudo junto a Arabia Saudí y Estados Unidos, se sumó al preacuerdo cerrado hace dos semanas por los socios de la OPEP para limitar su producción a entre 32,5 y 33 millones de barriles diarios en 2017.