En Chile, sólo el 16,6% de las empresas realiza algún tipo de innovación, y en la minería, ese porcentaje casi se duplica a un 30%. Pero así y todo, no basta. Según varios expertos, si estos esfuerzos no se profundizan, el país arriesga perder su liderazgo y competitividad en el mercado mundial del cobre.
Este será uno de los tópicos centrales del seminario organizado por el Programa Nacional Minería Alta Ley y Phibrand, entidad que realizó un estudio sobre las barreras que existen para el desarrollo de los 250 proveedores de clase mundial que proyecta la hoja de ruta del sector 2015-2035.
En el evento que se realizará hoy en el Hotel Plaza el Bosque expondrán Mauro Valdés, presidente del programa Alta Ley; Sebastián Carmona, director de innovación de Codelco; Andrés Pesce, gerente de negocios de Fundación Chile; Fernando Bracco, director de Minnovex, y Cristián Mansilla, gerente general de Phibrand. La moderadora será María Cristina Betancour, gerenta de desarrollo de Sonami, quien explica que la tasa de innovación de Chile está al nivel de los países de la Unión Europea, pero “muy atrasada en el gasto en I+D: los países OCDE gastan en promedio 2,4% del PIB, y en Chile, solo alcanza al 0,35%”.
Los bajos precios del cobre y la disminución de la ley del mineral tienen a la industria en jaque. Los expertos explican que si bien el sector ya tomó la decisión de reducir costos, reestructurar gestiones, ajustar inversiones y disminuir producción, hoy esas medidas no rinden lo suficiente, por lo que la innovación se alza como una solución de mayor alcance.
Mientras en el superciclo las empresas estaban concentradas en producir más y más, ahora “hay tiempo y espacio para innovar. Es más, se convierte en un imperativo”, asegura Valdés.
Agrega que hoy es el momento de concentrarse en los cambios que hagan las operaciones más atractivas en el largo plazo, y advierte que una manera de enfrentar la estrechez de recursos es abriendo un juego de colaboración entre las mismas compañías mineras, y entre ellas y sus proveedores y la Academia. Recalca que las posibilidades que da la minería de construir conocimiento, capacidad y tecnologías a través de la innovación son claves para configurar una economía más diversificada y “más basada en conocimiento e innovación y menos en nuestra dotación de recursos naturales”.
Valdés explica que se han propuesto volver a ubicar a la minería local entre las más competitivas en costos del mundo.
El Roadmap Tecnológico indica que para disminuir la dependencia de la minería del país se requiere de más minería inteligente. “Se trata de apoyarnos en el cobre para, paradójicamente, depender menos de él”, explica Andrés Pesce. Y añade: “El sector minero chileno tiene una profundidad, masa crítica y sofisticación capaces de sostener un ecosistema de innovación como ningún otro en Chile”. Hoy, el país produce el 30% del cobre mundial, pero exporta solo US$ 500 millones en productos y servicios asociados a la minería. La meta es lograr exportar US$ 4 mil millones al año en 2035, por lo que el potencial de crecimiento es enorme. Revela que los precios bajos son “el mejor incentivo para hacer las cosas de otra forma. Es una cuestión de supervivencia”.
En el caso de Codelco, su presidente ejecutivo, Nelson Pizarro, ha dicho que para salir de la crisis financiera, una de las primeras prioridades será la innovación. Sebastián Carmona, director de innovación de la estatal, dice que esto es clave, “no solo para generar excedentes, sino también para asegurar la sostenibilidad de la firma en el largo plazo”. Explica que “es fundamental para reducir costos, subir la productividad, pero además para viabilizar recursos mineros y asegurar la impecabilidad en materia de sustentabilidad”.
En Chile, la masa de proveedores mineros de base tecnológica con perfil innovador es pequeña, lo que significa que solo dos tipos de proveedores pyme acceden al sistema de innovación. Esto, dado que no existe un entorno que incentive la participación, aclara Cristián Mansilla, de Phibrand. Agrega que en la minería es difícil innovar, ya que en las faenas los riesgos son altos y es difícil probar tecnologías, aunque urge avanzar.