El proyecto de cobre más grande de Cajamarca y, posiblemente, de todo el país, vuelve a la línea de partida, pero para cobrar nueva viada. Su titular, la anglo-australiana Rio Tinto, decidió replantearlo en el 2015, aunque no por incumplir sus expectativas, sino por complejidades técnicas.
María Alejandra Delgado, gerenta general de Rio Tinto en el Perú, revela, en exclusiva para Día1, que las dimensiones del proyecto de cobre han crecido sostenidamente desde que la minera se lo adjudicó, en el 2006.
“Hemos hecho grandes hallazgos que han ampliado el nivel de recursos mineros, pero también sus complejidades. El proyecto requiere tiempo para efectuar exploraciones adicionales e implementar nueva tecnología que nos permita desarrollarlo, mientras continuamos con la inversión en el Fondo Social La Granja [que ya ha aportado US$34 millones]”, explica Delgado.
Apunta que si los estudios son satisfactorios, la minera emprenderá un estudio de factibilidad bancable, según las nuevas características del yacimiento de cobre.
Y es que La Granja no es el mismo proyecto que el Estado Peruano transfirió a Rio Tinto. Cuando la anglo-australiana lo recibió, sus recursos de cobre ascendían a cerca de 2.500 millones de toneladas, según archivos del Ministerio de Energía y Minas (MEM). Diez años más tarde, habrían crecido en más de la mitad, y tendrían el potencial para seguir creciendo.
“La estrategia de Rio Tinto es bastante cautelosa, porque tiene un proyecto más vasto del que recibió inicialmente. Es, definitivamente, el yacimiento de cobre más grande del país”, remarca el geólogo Miguel Cardozo.
Una opinión compartida por Jorge Merino, ex titular del MEM, quien señaló en su momento que La Granja puede ser el depósito minero “más grande del Perú y el mundo”.
De allí que la anglo-australiana haya emprendido su redimensionamiento integral. “Cualquier empresa minera, en su misma situación, va a optar por dimensionar el yacimiento en su máximo volumen de reservas, antes de empezar a desarrollarlo”, anota Cardozo.
Es por tal razón que el comité de inversiones de Rio Tinto devolvió el proyecto, de la fase de prefactibilidad a la de exploración.
“Estamos buscando áreas con mayor mineralización de cobre fuera de las zonas que ya hemos estudiado, de manera que podamos mejorar el caso de negocios y presentarlo nuevamente a nuestra casa matriz para su aprobación”, refiere Delgado.
El nuevo objetivo de exploración de Rio Tinto se denomina La Granja Brownfield. Pero no es el único desafío de la minera.
Otro escollo importante es el alto contenido de arsénico en el yacimiento, que obstaculiza la recuperación del cobre. “Parte de los nuevos estudios son pruebas metalúrgicas para lograr la tecnología [de separación de arsénico] apropiada, que permita poner en valor el yacimiento y el caso de negocio”, explica la ejecutiva.
La minera tiene un plazo de ocho años, contados a partir del 2016, para llevar estos estudios a buen puerto.
La Granja no solo es importante para Rio Tinto por su potencial cuprífero, también lo es por su permanente relacionamiento comunitario. Hasta que la anglo-australiana decidió reorganizarlo, en el 2015, La Granja era el único megaproyecto minero de la región Cajamarca que se encaminaba seriamente hacia la ansiada fase de factibilidad y desarrollo.
“El proyecto está en una zona remota, habitada por 500 o 600 familias organizadas en base a rondas campesinas. Con ellas hemos podido avanzar nuestro trabajo porque dialogamos constantemente”, apunta Delgado.
Rio Tinto ha invertido más de US$800 millones en la exploración de La Granja, una cifra sin precedentes en el país. “Hemos hecho grandes hallazgos que han ampliado el nivel de recursos mineros”.