Las exportaciones de biodiésel argentino treparían este año hasta un 80 por ciento y hasta alcanzar las 1,4 millones de toneladas, respecto del total embarcado en el 2015, y gracias al crecimiento en las ventas del biocombustible a Estados Unidos, principalmente, dijeron representantes de la Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio) en un comunicado que difundió el Ministerio de Agroindustria.
Argentina exportó solo 800.000 toneladas de biodiésel el año pasado, pero en el primer semestre del 2016 los embarques del producto empezaron a escalar y lograron un 150 por ciento interanual de incremento, lo que representa, en valores absolutos, 590.000 toneladas, según datos del Instituto Nacional de Estadística (Indec).
El país es un proveedor mundial líder de biodiésel, pero el sector sufrió un drástico golpe a fines del 2013, cuando la Unión Europea (UE), su principal cliente, subió las tasas a las importaciones del biocombustible argentino tras acusar a sus productores de 'dumping' (estrategia comercial que consiste en vender un producto por debajo de su precio normal o de sus costos de producción).
Esa medida, que está siendo revisada, fue parcialmente compensada el año pasado, cuando el gobierno estadounidense aprobó un programa para evaluar los estándares de producción de Argentina, lo que está facilitando el ingreso de embarques de la nación austral.
Luis Zubizarreta, presidente de Carbio, manisfestó que las exportaciones a la UE podrían retomarse el año que viene, luego de que la Organización Mundial de Comercio (OMC) falló en marzo a favor de Argentina contra los aranceles antidúmping que impuso el bloque.
Así, la UE apeló en mayo la decisión del tribunal internacional pero, según Zubizarreta, para fin de año esperamos tener las negociaciones en marcha para abrir el mercado europeo en los primeros meses del 2017.
La empresa argentina Castor Oil Argentina sale a buscar inversores para un proyecto de desarrollo de aceite de ricino en el país. El objetivo es, en unos cinco años, producir unas 70.000 toneladas anuales (equivalente al 10% del mercado mundial) y, más adelante, usar el cultivo para biodiesel de segunda generación.
La iniciativa surgió hace unos cuatro años en el marco de la búsqueda de la empresa Terminal 6 -del grupo de Aceitera General Deheza (AGD)- de reemplazos del aceite de soja para la producción de biodiesel.
La compañía desistió del ricino por la escala pero cedió los derechos a Gabriel Ríos, gerente general del complejo agrícola industrial Terminal 6 y a Carlos Torre, gerente de Agro de AGD. A cambio mantiene la opción preferencial para la compra de aceite.
Mañana Castor Oil hará su presentación institucional en la Bolsa de Comercio de Córdoba; aspira a reunir un millón de dólares para el proceso de investigación y desarrollo que insumirá tres años. Después, para la instalación de la planta, la cifra es mayor.En diálogo con LA NACION, Ríos explicó que la oportunidad surgió por los contactos con la empresa israelí Evofuel -subsidiaria de Evogene- líder en el mundo en genómica y biotecnología. "Desarrollaron una variedad genética que permite que el ricino crezca en 120 o 150 días y que se siembre y se coseche de manera mecanizada".
Señaló que, hasta ahora, todo el proceso es muy artesanal en los líderes mundiales del cultivo India (principal productor de granos), China (primer industrializador de aceite) y Brasil. En Argentina sólo crece de manera silvestre.
El arbusto requiere de climas cálidos y es apto para zonas marginales como Santiago del Estero, Chaco y Formosa. Ríos estima que les llevará entre dos y tres años ingresar a una escala industrial con el cultivo.
El mercado mundial del ricino es de entre 700.000 y 800.000 toneladas; tiene 700 usos. Los principales son en las áreas oleo-quimicas, cosmetológicas, farmacéuticas y de fabricación de nylon. Los países que más demandan el aceite son Francia, Estados Unidos y China.
"Se trata de un proyecto que incluye innovación agrícola; es integrado porque vamos a industrializar y aporta al desarrollo regional ya que está orientado a zonas marginales, donde también se instalará la planta", agrega Ríos.
Como la expectativa es que los rindes crezcan a medida que se avance en el desarrollo genético, en una segunda etapa el ricino podría ser un insumo para producir biodiesel de segunda generación.
El Ing. Raúl Comelli (Incape/UNL/Conicet) investiga la transformación de recursos renovables en compuestos químicos con valor agregado y uso energético en torno de biorrefinería. Está ejecutando un proyecto de planta piloto de 100 toneladas al año de propilenglicol, un importante compuesto que no se produce en el país y tiene la ventaja de ser considerado seguro para uso en alimentación, cosmética y medicina.
“Una biorrefinería es una estructura que convierte biomasa -materia orgánica vegetal o animal- en combustibles, energía y productos químicos. Este concepto puede aplicarse a la química del glicerol (un alcohol), el cual permite obtener productos con valor agregado y compuestos de uso energético como hidrógeno y gas de síntesis”, explica.
—¿Se relaciona con la industria del biodiésel?
—Sí, de fuerte impacto en nuestra provincia pues genera glicerina (o glicerol) como subproducto. La capacidad instalada de biodiésel sólo en la zona del Gran Rosario produciría 250.000 toneladas al año de glicerol. Al respecto, desde 2007 se trabaja en su valorización siendo uno de los productos de interés el propilenglicol, líquido incoloro e inodoro que además de los múltiples usos anteriores también se emplea en industrias (anticongelante), cuyo proceso de obtención en escala laboratorio arrojó resultados que ya se patentaron.
—¿Qué se consideró al elaborar el proyecto?
—Planteamos proponer una alternativa concreta para atenuar el problema de la oferta creciente de glicerol -si aumenta la producción de biodiésel, terminará siendo un residuo. También, usar materia prima renovable para un desarrollo ambiental sustentable; obtener propilenglicol y etilenglicol, no producidos en el país, sustituyendo importaciones y ahorrando divisas, y desarrollar nuevos usos y formulaciones con compuestos de origen verde con la consiguiente ventaja competitiva. Logrando todas las condiciones favorables, y según estimaciones de consumo para 2020, se dejarían de importar 20.000 tn/año de propilenglicol y 110.000 tn/año de etilenglicol.
—¿Cómo se financia?
—Con aportes del Fondo Argentino Sectorial (Anpcyt-Mincyt). Se ejecuta en tres años y culminará con una planta piloto de 100 tn/año de propilenglicol, estimándose que en el mismo período se completará el desarrollo para producir etilenglicol. El monto total del proyecto supera $ 22.000.000 (el Fondo aporta 57,6%, y Varteco Química Puntana (VQP) S.A., Y-TEC y Conicet el 42,5% restante).
—¿Qué papel compete a cada uno?
—Conicet es el actor de I+D (Investigación y Desarrollo), y VQP S.A. e YPF-Tecnología S.A., por el sector productivo, son los demandantes de los glicoles e interesados en un futuro escalado del proceso a nivel industrial.
—¿Cuáles serán las ventajas ambientales y económicas?
—Se usa materia prima renovable y se valoriza el subproducto del biodiésel buscando la sustentabilidad de los procesos.
—¿Qué significa este proyecto para usted?
—Representa el principal aporte en mi trayectoria en investigación por cuanto la vocación a lo aplicado siempre estuvo presente, y ver concretada esta transferencia de resultados obtenidos en laboratorio a escala planta piloto, con el potencial de escalar a uso industrial, me genera una particular satisfacción.