-¿Porqué seguimos metidos en un negocio tan malo?
Ese contrato tan malo con esos precios tan malos es el contrato que hoy tiene Shell con la Comisión Federal de Electricidad (CFE) de México y viene una cadena de allí para atrás. Repsol (prefiero usar a esta empresa y no a Shell que encontró las cosas como están). El tema es que ellos venden a la CFE, y para eso Repsol le compra a Perú LNG un gas licuefactado (procesado) y listo para embarcar en Melchorita.
Perú LNG le compra el gas al Consorcio Camisea y lo transporta parte por el ducto central de TGP y parte por el propio ducto de Perú LNG. Entonces si el gas se vende tan barato en México, Repsol no lo va a vender más barato de lo que compra, Repsol le tiene que pagar menos que eso a Perú LNG y ellos a su vez pagar menos de eso al Consorcio Camisea y el consorcio pagar menos que eso al Estado. La misma sustancia está siendo vendida para el mercado interno a US$ 1,50 para la generación eléctrica y a US$ 2,50 o US$ 2,70 para otros usos para el mercado interno y a menos de 50 centavos para la exportación.
No puede haber una diferencia tan grande, estamos despilfarrando el gas en un proceso de exportación en condiciones muy malas para el país, y es el gas que de repente vamos a necesitar a la vuelta de la esquina. Porque una cosa es cierta, y es que el proceso del gas natural no se puede detener y si no se tiene lo vamos a tener que importar.
-En toda la cadena ¿es Shell que vende a precio alto y la Comisión Federal que compra barato, los grandes beneficiados?
Ellos son los que ganan. incluso para Perú LNG es un mal negocio, para el Consorcio Camisea también es un muy mal negocio.
-¿Cómo se debe abordar la renegociación de los contratos?
Se puede aplicar excesiva onerosidad y que sea el Ejecutivo quien plantee un proyecto de ley y con apoyo del Congreso, en vista de que casi todos los partidos políticos se pronunciaron durante campaña a favor de la renegociación, se pueda modificar la Ley de Hidrocarburos. El marco legal permite una renegociación. Esa forma sería ir a la Ley de Hidrocarburos para que reservándole al Estado la potestad de, en caso de necesidad, comprar esos hidrocarburos pero esa necesidad tiene que estar declarada por ley del Congreso. Es decir si el Congreso levanta la ley, puede decir compramos acá ese gas al justiprecio que sería el que dice el contrato que es un precio equivalente al precio de exportación. Pagamos 50 centavos de dólar por millón de BTU y ese gas se queda en Perú.
-Usted menciona los contratos originales de Camisea, los cuales firmó. ¿Qué se modificó, que hoy resulta tan lesivo para los intereses del país?
Siempre fui opuesto a la exportación del gas por una razón fundamental: yo firmé los contratos de Camisea. Los contratos originales de Camisea se firmaron en el gobierno de Valentín Paniagua y se cambiaron para poder hacer la exportación. Los contratos originales no permitían la exportación a menos de que hubieran reservas que le dieran tranquilidad al país. Esas condiciones se cambiaron para modificar los contratos en el gobierno de Alejandro Toledo.
-¿El Estado se puede permitir vender ese gas tan barato más allá de un contrato entre terceros?
El problema está en el contrato original, el del 2004, específicamente del Lote 56, y en las condiciones de venta al Consorcio Camisea, allí está el problema porque ese es el contrato que permite regalar el gas. Es decir, toda esta serie de contratos entre privados que continúan, dan precios miserables por el gas, porque el Estado lo permitió en el contrato del Lote 56.
-¿El contrato a abordar es el que existe entre el Estado y el consorcio?
Lo que hay que renegociar es básicamente el contrato del Lote 56 y estoy seguro de que el Consorcio Camisea, si por ellos fuera, lo harían pero están atrapados por el contrato final. En ese contrato final México no tiene ningún incentivo para dejar de recibir gas barato. Hay que buscar una figura para hacerlo.
-¿En los últimos años el Estado tuvo alguna herramienta para renegociar los contratos?
El presidente Ollanta Humala tuvo interés de renegociar los contratos, es más a mí me lo encargó, pero después el tema se paró. Yo descubrí la reexportación de gas del Lote 56 en altamar por parte de Repsol. Le pedí a Perupetro que investigue ese tema y con Aurelio Ochoa (presidente de la agencia) vieron que era nuestra arma de negociación que en esas condiciones era un elemento para romper el contrato, pero no tenía la evidencia aún y llegó el fin del gabinete Lerner y salí (del ministerio). La evidencia llegó unas semanas después.
-¿Qué vino luego?
El Ministerio de Energía tuvo las armas para renegociar el contrato y no lo renegoció. Ochoa llevó el tema al laudo arbitral, lo forzó porque una de las dos partes tenía que pedirlo o el Perú o el Consorcio Camisea. El Perú no lo iba a hacer porque quien tenía la palabra era el Ministerio de Economía y Finanzas y no lo iba a hacer. O sea, no estaba en el control de Perupetro, pero lo que hizo Ochoa fue enviar una carta formal de resolución del contrato que implicaba dos vías: que el consorcio acepte la resolución del contrato o al no poder tener un acuerdo tenían que apelar al arbitraje internacional. De esa forma (Ochoa) obligó a que sea el consorcio el que pida el proceso arbitral y logro evitar al MEF.
-¿Con esa oportunidad tan clara por qué cree usted que el gobierno no lo hizo?
Porque no quiso, nunca estuvo interesado, pero le puedo decir de mi relación con el presidente Humala. Él sí quería, por algo me encargó renegociar los contratos y yo tenía mi estrategia y por eso es que se hizo lo de Perupetro. Cuando uno renegocia tiene algo que ofrecer contra otra cosa. El Perú pudo haber roto el contrato porque la evidencia era grave.