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ANÁLISIS
Olivera: Verdadero escollo ecónomico. Scibona: Difícil de domesticar
01/08/2016

El verdadero escollo es económico

LA NACIÓN

FRANCISCO OLIVERA

La propuesta -en realidad, una exigencia suave- tuvo un aire familiar. Llegó en estos días, por teléfono, de funcionarios de la Secretaría de Comercio a representantes de cadenas de supermercados. "Tenemos que tratar de que el tema del aceite baje de la tapa de los diarios", se pidió. El kirchnerismo está demasiado cerca en el tiempo, y es imposible olvidar aquellas obsesiones, aunque el tono y los métodos hayan cambiado. Algunos problemas, como la escasez y los aumentos en el sector oleaginoso, son los mismos de entonces. Los ejecutivos del sector lo terminaron de aclarar con el Gobierno anteayer, en una reunión que tuvieron en el Palacio de Hacienda con los ministros Alfonso Prat-Gay, Francisco Cabrera y Ricardo Buryaile. Allí se acordó que los proveedores adelanten stock para mejorar la oferta y congelar incrementos.

La baja de la inflación, el único logro constatable que el equipo económico admite internamente que podrá exhibir en este semestre, se demora más de lo que se suponía, y viene gracias a una mala noticia: caída en la actividad. Eso aumenta el nerviosismo. La palabra "ansiosos" que el Gobierno le dedicaba al periodismo cunde ahora en áreas macristas. "Hay que poner el hombro porque el último bimestre va a ser mejor", intentaron alentar la semana pasada desde el Ministerio de la Producción a ejecutivos de finanzas. El mismo mensaje llegó a industriales mediante una comparación contrafáctica: la alternativa, Scioli-Zannini-Aníbal Fernández, habría sido peor.

No hay duda de que algo de la paciencia que los empresarios tienen con la situación económica viene de ese contraste. Aunque algunos de los enredos pongan a algunos sectores, principalmente al manufacturero, en dificultades reales o encrucijadas. ¿Cómo animarse a invertir, como pretende Macri, si es más rentable destinar el capital a instrumentos financieros con tasas del 30%? ¿Cómo hará el país para empezar a crecer sólidamente, sin riesgos de corridas contra el dólar y una inflación razonable, si baja esa tasa? ¿Se podrán atenuar los costos del sector productivo si no disminuye el déficit fiscal, que obliga subir la presión tributaria? ¿Es posible achicar ese rojo sin tocar las tarifas? ¿Se podría licuar parcialmente a ese elefante estatal con más devaluación? ¿Y los salarios? ¿O habrá que continuar con los despidos que el Gobierno suspendió al menos hasta después de las elecciones?

La discusión son las dosis de la receta, no tanto sus ingredientes. Nada distinto de lo que internamente delibera el Gobierno. Prat-Gay con Sturzenegger, Aranguren con Frigerio o Prat-Gay. En lo sustancial, las cámaras corporativas coinciden con Macri. Pero es inevitable que algunos dilemas hayan reavivado debates académicos. Roberto Frenkel, uno de los economistas más respetados del establishment, lo expuso esta semana ante el directorio de la Bolsa: un fogoneo de los salarios puede volver inútil cualquier política monetaria. ¿O es al revés?

La decisión de no incomodar públicamente en un momento no acalla malestares individuales. "No se olviden del noroeste", repite José Urtubey, representante de la Unión Industrial de Salta, cada vez que ve a sus pares del agro rebosar de optimismo por la quita en las retenciones y la recuperación de los precios. El gasoil, dice, subió para un productor de soja 35% en los primeros cinco meses del año. Y un flete caro carcome cualquier devaluación. Al ver que CAME, la cámara de encabeza Osvaldo Cornide, difundía a los medios una tabla con los perjuicios que le provocan los productos importados, Marcelo Fernández, líder de Cgera, otra entidad que nuclea a pequeñas y medianas empresas, le envió anteayer un mensaje de Whats App a Ignacio Pérez Riba, jefe de Asesores del Ministerio de la Producción. "Habrás visto cómo juega cada uno. Hace varios meses que no nos vemos. ¿No deberíamos encontrarnos?", propuso. Quedaron en hablar.

Macri confía en que lo peor ya pasó. Pero los números son inquietantes: según el Indec la actividad fabril cayó 6,4% en junio. Por eso tanto interés en lo que entra en importaciones: la Federación Industrial de Santa Fe ya empezó a publicar un índice de seguimiento de esas compras, que los líderes fabriles atribuyen a un guiño del Gobierno hacia las cadenas minoristas a cambio de ofertas. "Eso no es relevante, son todos productos gourmet", contestan en los supermercados.

Se entiende entonces la perturbación del Gobierno por lo que se dice: ante la turbulencia, mejor que hable el piloto. Macri acaba de hacerlo en su recorrida por algunos medios. Él está convencido, a veces contra cierta incredulidad de su propio entorno, de que sólo necesita tiempo.

Su mejor amigo, Nicolás Caputo, se lo explicó hace unas semanas a alguien que le preguntaba lo obvio: por qué insistir en las mejoras para un segundo semestre todavía incierto. No tiene sentido dar malas noticias, dijo Caputo, porque la solución no está tan lejos.

El problema de los empresarios es que no ven tan nítida esa luz. O quizá la advierten, pero sólo en sectores específicos. Ricardo Cáceres, líder de la Federación Argentina de Supermercados y Autoservicios, lo dijo en la reunión de anteayer en el Palacio de Hacienda. Hay una tenue recuperación en pueblos cercanos a zonas rurales, planteó.

Las circunstancias han puesto al Gobierno ante una ironía: es la política, el flanco que el establishment suponía la mayor debilidad oficial, donde se avanza con mayor firmeza. Durán Barba 2 vs. Círculo Rojo 0. No es poca cosa para un sector que ve en la gobernabilidad la prueba de fuego de toda administración no peronista. Este convencimiento es fácilmente detectable en el propio Partido Justicialista, todavía falto de líder, desorientado por la derrota del año pasado y donde, pese a las críticas, admiten posibilidades de triunfo macrista en las elecciones del año próximo. Es cierto que este cálculo está supeditado a lo que haga Cristina Kirchner: en el Frente para la Victoria creen que elegirá finalmente competir en la provincia de Buenos Aires a través de dirigentes como Martín Sabbatella o el intendente Jorge Ferraresi, y que ese espacio se nutrirá sólo de votos justicialistas. Si se cumple, será como una broma póstuma del kirchnerismo al PJ tradicional, otra vez condenado al lastre de la corrupción. Lo definió ante este diario un peronista con aspiraciones electorales: "Podemos marcarle al Gobierno los errores que se nos ocurran, pero ante cualquier cosa la gente nos dice: está bien, pero ustedes se afanaron todo".

Es el meollo de encuestas de imagen que siguen favoreciendo a Macri pese al tarifazo, la inflación y la recesión. Y otra paradoja de la herencia: la administración que le minó el campo económico podría despejarle al mismo tiempo el ejercicio del poder.

Difícil de domesticar

LA NACIÓN

NESTOR O. SCIBONA

Todo indica que la inflación de julio sería inferior al 3,1% registrado en junio por el índice de precios al consumidor en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Pero el ritmo de la desaceleración volvió a ser una incógnita para este mes y los siguientes. Tanto por los aumentos de varios precios (lácteos, verduras y hortalizas) como por el "resorte apretado" que significa para los consumidores la inédita decisión judicial de suspender las subas del gas y retrotraer los cuadros tarifarios al 31 de marzo en todo el país, más la cautelar de la justicia porteña que frenó el alza del subte.

En el caso del gas natural, el parche judicial que dejó transitoriamente sin efecto el "tarifazo" de abril crea además una situación sin precedente. Si bien el Indec no había reflejado plenamente su impacto -ya que reanudó la difusión del IPC con los datos de mayo-, el interrogante es cómo se computará el bache de julio. En este mes se suspendió el envío de facturas y el jefe de Gabinete pidió a los usuarios que no paguen, aunque después se rectificó. Lo mismo ocurre con los topes de 400% y 500% dispuestos por el Ministerio de Energía, junto con la refacturación de los importes independientemente del volumen consumido. La aplicación de este parche oficial también quedó en manos de la Corte Suprema de Justicia. Y aun cuando el tribunal los convalide tras la feria judicial, nadie aventura cómo podrían incidir en el IPC de agosto la disparidad de tarifas y el pago retroactivo de julio. En cuanto al subte, la cuestión no es tan compleja porque el ajuste no llegó a aplicarse y el desenlace judicial determinará si el efecto se reflejará en los índices de agosto y/o septiembre, o quedará postergado.

Estos precios regulados, al igual que los combustibles, no integran la denominada inflación "núcleo", que el Banco Central toma en cuenta para definir la tasa de interés de las Lebac. Tampoco el ajuste remanente en medicina prepaga (5%). Ni los productos estacionales como frutas y verduras, que en las últimas semanas no dejaron de subir. Por caso, en la medición que realiza esta columna en la sucursal porteña de una cadena líder de supermercados, los cinco productos de este rubro mostraron en julio una suba de 13% con respecto a junio; de 74% en siete meses y de casi 110% en comparación con un año atrás. Comprar un kilo de pimientos rojos, otro de berenjenas y un tercero de zapallitos redondos insume un gasto de $ 250; algo más que dos kilos de asado.Sin embargo, esta desagregación no deja de ser una herramienta de análisis técnico. En la práctica, todos los aumentos de precios impactan sobre el poder adquisitivo de los consumidores. De ahí que el BCRA haya advertido una tendencia más difusa en el comportamiento de la inflación núcleo (que representa casi el 70% de la canasta total relevada por el Indec), para mantener sin cambios la tasa de Lebac en 30,25% anual a 35 días por tercera semana, tras 10 bajas consecutivas desde el pico de 38% de mayo. Su último comunicado explica que en julio todos los indicadores y las estimaciones estatales y privadas muestran un descenso de la inflación con respecto a junio, "aunque a distintas velocidades".

Como una muestra microscópica, el precio total de la canasta de 30 productos masivos que mide esta columna ascendió en julio a $ 2265,60. Este valor significa una suba de 8,3% en comparación con los $ 2092 del mes previo (que se reduce a 7,6% si se excluyen las frutas, verduras y hortalizas); de 21,5% con diciembre ($ 1865) y de 45% con julio de 2015 ($ 1562).

Al margen de los productos estacionales, los mayores incrementos de este mes se verificaron en queso rallado (32%), postres lácteos dietéticos (9,9%), queso en barra (6,3%) y jamón cocido (14,3%). También hubo alzas mensuales de dos dígitos en agua mineral (10,9%) y limpiador con amoníaco (10%), y -si bien no integran la canasta- en leche en sachet y vinos de gama media y alta.

En cuanto al aceite comestible, los precios se mantuvieron, pero con un cupo de dos botellas por cliente, después de que el secretario general de la Federación de Aceiteros, Daniel Yofra, anunciara irresponsablemente que se triplicarían por la eliminación del fideicomiso privado que desde 2008 subsidia el precio interno del producto. Esta medida, que hubiera tenido un impacto adicional de 30%, ahora quedó en suspenso hasta fin de año tras el acuerdo del Gobierno con la industria aceitera para ajustar los precios entre 4% (mezclas) y 6% (girasol) a partir de agosto.

La preocupación oficial por el comportamiento de los precios tuvo otra manifestación en la última reunión entre medio gabinete económico y representantes de las principales cadenas de supermercados. En ese encuentro, que fuentes oficiales calificaron como "áspero", no sólo se pidió normalizar el abastecimiento de aceite y acortar los plazos de pago a la industria láctea (que van de 90 a 120 días) para mayores perjuicios a los tamberos. También los tres ministros presentes (Cabrera, Prat-Gay y Buryaile) plantearon a los supermercadistas que compitan sobre la base de márgenes de precios en las góndolas, y no a través de ofertas y promociones por cantidad como viene ocurriendo hace años. Incluso se habría hablado de desempolvar la ley de defensa del consumidor para penalizar la práctica de aplicar rebajas (de 25 a 50%) sobre precios con aumentos previos, a cambio de la compra de más de una unidad. Esta modalidad impacta indirectamente en el IPC oficial, cuya medición se basa en los precios de las góndolas con pago al contado.

En el Ministerio de Producción aseguran además que los "Precios Cuidados" se mantendrán por lo menos hasta fin de año, mientras avanzan en el acuerdo con los laboratorios para mantener sin cambios hasta entonces los precios de los medicamentos de mayor demanda, sobre la base de un listado de 140 drogas básicas sugeridas por la Superintendencia de Salud. Otro tanto ocurrirá con el plan "Ahora 12" aun cuando admiten que, con una inflación del orden del 40% interanual, el pago en cuotas sin interés eleva el precio final.

Todo esto apunta a lograr que la inflación baje en el último trimestre a los niveles que prevé el BCRA (1,5% mensual), aunque el relevamiento de expectativas de mercado (REM) que rehabilitó la institución arroja para fin de año una suba de 38% interanual. Una vara demasiado alta para la intención oficial de reducirla a la mitad en 2017, con una economía indexada de hecho.


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