Hace varios meses ya que se comenzaba a percibir por diferentes señales que pese a la llegada del tan ansiado segundo semestre, la una eventual reactivación de la economía se postergaría irremediablemente hasta nuevo aviso. En particular, tanto desde lo discursivo como a partir de ciertas medidas económicas (salida del cepo, devaluación, arreglo con holdouts), la fuerte expectativa que generó el oficialismo con relación al desembarco de un aluvión de inversiones extranjeras para la economía real no se ha materializado por el momento. Si bien es cierto que crecieron las consultas, se recobró el interés por la Argentina en ciertas partes del mundo, y se realizaron innumerables anuncios, aún no se vislumbró un flujo de capital productivo que logre mover el amperímetro.
Especialistas y economistas consultados por Ámbito Biz coinciden en que más allá de los tiempos -necesarios- que se requieren para la implementación de una inversión, hay factores principalmente de la macro y microeconomía doméstica y, en menor medida, de la coyuntura internacional, que vienen demorando el arribo de la Inversión Extranjera Directa (IED) en los niveles esperados por el Gobierno.
Según datos del Banco Central, la IED alcanzó los u$s1.304 millones durante el primer semestre de este año, impulsada por la apertura de la cuenta capital, y la normalización de los giros de utilidades al exterior. "Esta cifra lejos está de la lluvia de inversiones como prometió el Gobierno; es un número que sigue siendo muy bajo; en términos generales no arrancó la IED este año. Lo que sí entró fueron dólares de deuda y dólares para especular con la tasa", resalta Aldo Pignanelli, extitular del BCRA y economista del Frente Renovador. En el mercado de capitales el interés inversor se ha reflejado por ahora en los ADR, principalmente de bancos y energéticas. "En 2016 creció fuerte el volumen operado de los papeles argentinos",dicen desde Puente.
Hasta el momento los millones ejecutados de IED en 2016 equivalen a menos del 5% de los anuncios de inversiones para los próximos años, por casi u$s30.000 millones, realizados por el sector privado entre diciembre de 2015 y principios de julio, que contabiliza día a día el Ministerio de Hacienda en su página web. Fausto Spotorno, director de Orlando Ferreres & Asociados, enfatiza que "estos anuncios se multiplicaron por cuatro respecto de los efectuados el año pasado, por lo que las expectativas son muy buenas en el mediano plazo".
Más allá de esto, los especialistas subrayan que las multinacionales son cautas y observan que la normalización de la macroeconomía está tardando más de lo esperado. "Hoy hay un déficit de 5 puntos del PBI, lo que genera cierto atraso cambiario, y alta inflación. Además, el financiamiento a la actividad privada viene creciendo lentamente, mientras que mucho del financiamiento disponible se lo está llevando el sector público a través de deuda para financiar su déficit", advierte Marcelo Elizondo, director de la consultora Desarrollo de Negocios Internacional (DNI). Si bien el Gobierno y analistas prevén que la inflación se irá desacelerando, existe cierto consenso de que no bajaría del 40% anual, cuando inicialmente las estimaciones oficiales la estimaban en 25%. A su vez, el déficit primario -sin las rentas financieras- del sector público viene de duplicarse en junio con relación con igual mes de 2015, y crece en lo que va del año 27,4%.
"Lo que miran las empresas es si el Gobierno pone la economía en el sendero del equilibrio; muchos cambios se fueron haciendo, pero hoy hay algunas dudas", sostiene Mariano Lamothe, gerente de análisis económico de la consultora ABECEB. "Por eso mismo -agrega- se estira un poco la decisión de inversión", aunque aclara que hay "muchas consultas sobre cómo traer una línea de producción, si hay algún beneficio, o cómo financiarse". En la misma línea, Cynthia Moskovits, economista de FIEL, añade que "una empresa que viene de afuera necesita ver que el doméstico invierta, como una primera señal, pero eso hoy tampoco se está dando, salvo excepciones".
Ante ese panorama, recobra vital importancia la puesta en marcha del blanqueo de capitales, la gran apuesta del Gobierno para el segundo semestre. "Puede llegar a ser un canal relevante para empujar inversiones ralentizadas", afirma Lamothe. Aunque, "si entran muchos dólares, habrá un problema de atraso cambiario, peor del que hay actualmente, y eso no es bueno para las inversiones", advierte Moskovits.
Por otra parte, la directora del Departamento de Economía y Finanzas de Fundación UADE, Silvia Caviola, explica que "las decisiones de invertir están estrechamente vinculadas con la confianza en las instituciones, reglas de juego claras y sostenibles en el largo plazo y en el entorno económico del país receptor". Otros factores que se tienen en cuenta son el costo laboral, el acceso a mercados, y la política comercial. En ese sentido, Spotorno subraya que el Gobierno debería empezar a corregir la burocracia que existe en torno al desarrollo de los negocios y sobre todo los excesos regulatorios y tributarios.
Algunos de estos factores son los que analiza el índice Doing Business del Banco Mundial, que mide la facilidad que brinda un país para hacer negocios. En su edición 2016, la Argentina cayó cuatro puestos y se ubicó en la posición 124 de un total de 189 naciones. Entre los temas con peor puntaje se destacan "Manejo de permisos de construcción", "Pago de impuestos"; y "Apertura de una empresa".
Durante 2015, la inversión extranjera en Latinoamérica cayó 9,1%, de acuerdo con datos de la CEPAL. Si en la región los flujos de capitales vienen perdiendo posiciones, la situación se agrava al analizar los números de la Argentina, que nunca se recuperaron tras la crisis de 2001. En los emergentes la IED es el 30% promedio del total de la inversión, pero en nuestro país esa cifra se reduce al 15%, según DNI.
A los desajustes de la actividad doméstica se suma una compleja coyuntura internacional marcada por la incertidumbre con respecto a cuáles serán las consecuencias del "brexit" en la economía global, pero también por la exacerbación del terrorismo en UE, y la difícil situación económica de Brasil. "El plano internacional es muy delicado, hay una caída del 15% del comercio global y eso afecta al flujo de capitales de los países centrales a los emergentes. Actualmente, la mayoría de la IED que hay en la Argentina proviene de la UE, por lo que es en ese bloque donde podrían tomarse las decisiones de inversión para mejorar la capacidad en la Argentina. "El tema es que hoy con el "brexit" y los atentados, las empresas esperan", resalta Elizondo. Por eso será clave atraer flujos de capital de otros mercados. Para Pignanelli, la Argentina puede captar inversión de América Latina, de los países del Alca, y de Asia.
De acuerdo con especialistas, los sectores con mayor potencial para absorber IED son agronegocios, minería, energía (fundamentalmente renovables), y servicios. También aparece con gran atractivo la construcción, sobre todo obras públicas de infraestructura, que serán de vital importancia para ganar terreno en competitividad.
Mauricio Macri arrancó su Gobierno proclamando la descentralización de su gabinete económico. Esa división por áreas le dejó a Alfonso Prat Gay el Ministerio de Economía, incluida Hacienda y Finanzas, pero sin Energía. Enfrente coronó a Federico Sturzenegger y su club ortodoxo (a medida del pedido de los votantes tras doce años de liviandad en el cuidado del valor de la moneda) en el Banco Central y puso a hacer política a Rogelio Frigerio con los gobernadores. A ocho meses de haber consagrado ese esquema el macrismo ahora comienza a hablar del Presidente ministro de Economía, un atajo casi nestorista para solucionar una interna conocida y previsible en el poder.
La puja por el keynesiano uso de reservas en la previa al blanqueo que despertó Prat Gay con el Central ni siquiera fue una señal, menos una confirmación, de una relación tirante desde el primer día con Sturzenegger. Sólo fue poner en vidriera pública una realidad que precipitó decisiones.
A Susana Malcorra también debe asignársele algún tipo de responsabilidad en este giro que da la organización del gabinete. La canciller llegó al Gobierno con el conocimiento pleno de Macri sobre su pretensión de ocupar la Secretaría General de la ONU. El Presidente propició esa campaña al punto que es la única candidata que tiene el respaldo oficial del Gobierno de su país. Esa candidatura se diluye y también con eso la posibilidad de un cambio en la Cancillería: Macri está conforme con Malcorra y de hecho, debe reconocerse (aunque con alguna flaqueza de por medio) que la agenda internacional del Presidente ha sido más completa hasta ahora que lo que él hubiera soñado.
Prat Gay quería formar parte del Gobierno de Macri. Estaba convencido de eso, aunque no está claro que el Ministerio de Economía fuera su pretensión primera.
Frente a estos datos y los números que le llevan sobre la economía, Macri toma decisiones. La primera es no precipitar cambio alguno, tampoco, como se dijo, tiene chances de hacerlo elegantemente. El Presidente apela entonces a terciar en las internas económicas parándose en un rol que no quiso: el de ministro en actuación. En realidad, se recuesta cada día mas en los dos hombres de mayor confianza que Macri tiene en el Gobierno: Mario Quintana y Gustavo Lopetegui. No es un secreto: se ve a diario en la Casa Rosada a ministros bajar a sus despachos y no lo contrario.
A Sturzenegger y el club ortodoxo no se lo toca. Macri así hace equilibrio, pero a la gestión le está pesando las divisiones. Un ejemplo lo dejó en evidencia: la crisis de la suba de tarifas y Juan José Aranguren (aunque no haya sido él quien tomó la decisión final) y el estres judicial que se vive por ese tema ahora ante la Corte Suprema desnudó que al Gobierno le falta un macroeconomista que haga un poco mas de política. El Gobierno nunca debió haber dejado que el Presidente en persona se tuviera que reunir al descampado público con Ricardo Lorenzetti por un tema de ese tenor.
Macri toma protagonismo en lo económico entonces y mientras tanto debe atender la política. Hay una definición pendiente en ese sentido que tampoco ayuda: el acuerdo entre radicales y peronistas adentro del PRO que no se da y eleva la irritación.
Hay datos en esta historia que también explican gestos y enojos percibidos en los últimos tiempos en los pasillos de la Rosada. Macri ha estado ausente, producto de su operación y algún que otro viaje, de las reuniones de gabinete y en cada una de esas ocasiones tampoco estuvo presente Alfonso Prat Gay. No fue casualidad: el ministro de Economía decidió en cada uno de esos casos enviar como su representante en el gabinete a Gustavo Marconatto. Si no está Macri, entonces Prat Gay no concurre.
Esa decisión produce un escozor gigante, especialmente en el jefe de Gabinete que, a la cabeza de esas reuniones, debe limitarse a escuchar opiniones, como las de Gabriela Michetti sobre casi todos los temas, y sentir que le vacían las deliberaciones.
Marconatto, en medio de la jungla macrista, para colmo, reúne dos cualidades que multiplican la irritación: como secretario de Hacienda va a esas reuniones en lugar de su jefe para decirle a cada ministro que plata disponible no hay para ningún pedido. Además, juega en ese mundo de outsider y por lo tanto despierta desconfianzas, ya que llegó a su cargo por pedido de Prat Gay que lo conoció en Diputados como peronista oficialista hasta 2013 y por simpatía quiso sumarlo al gabinete de Economía, pero no por voluntad de Cambiemos.
La presencia de Marconatto no es bien entendida tampoco en esos gabinetes donde Macri está ausente ya que la mayor parte de los ministros hubieran preferido que, ante la ausencia de Prat Gay, estuvieran allí Pedro Lacoste o Luis Caputo, ambos de buena relación con el resto del Gobierno y a los que el radicalismo, por otra parte, les tiene tanta confianza como al propio ministro de Economía. Eso aumenta aún mas la irritación en el equipo.