Sólo dos plantas mineras en la región, ambas de pequeña dimensión, han implementado esta modalidad hasta el momento; Dominga podría ser la primera en una explotación de gran tamaño. Una solución técnicamente más segura que los tradicionales tranques de relaves y que va en alza en Chile y el mundo. Sabiendo que el 52% de los depósitos de relaves del país se encuentran en esta región, el tema resulta relevante.
Durante el seminario Manejo de Depósitos de Relaves: Experiencias y Normativa, realizado en La Serena en agosto pasado, el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) reveló que actualmente en Chile sólo la minería del cobre produce 1.400.000 de toneladas diarias de relaves. Una cantidad que tiende a crecer conforme disminuyen las leyes de mineral en el país. No extraña, entonces, que la disposición de relaves se haya convertido en uno de los aspectos centrales de los modernos proyectos mineros, obligando a la búsqueda de mejores soluciones tecnológicas.
Así se entiende que desde fines de la pasada década en nuestro país se esté utilizando crecientemente la tecnología de relaves espesados, que según expertos posee importantes ventajas con respecto a un tradicional tranque de relaves, tales como una baja infiltración en el subsuelo, bajas emisiones de polvo y una buena recuperación de agua.
Grandes instalaciones mineras en el mundo y, por cierto, en Chile, utilizan este proceso. En la Región de Coquimbo sólo son dos: la Planta Delta de la Empresa Nacional de Minería (Enami), en Ovalle, y la Minera Altos de Punitaqui. En un futuro cercano podría agregarse otra, pero esta vez correspondiente a una faena de gran minería: el Proyecto Dominga, que pretende producir anualmente 12 millones de toneladas de concentrado de hierro y 150 mil toneladas de concentrado de cobre como subproducto, a partir de yacimientos ubicados en la cordillera de la Costa, en la comuna de La Higuera.
La iniciativa, presentada al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental por la empresa Andes Iron, contempla un depósito de relaves espesados aguas arriba de la planta de procesos, en un sector denominado El Negrillo.
Alejandro Contreras, vicepresidente ejecutivo de Sustentabilidad de la compañía, explica que “a diferencia de un tranque de relave convencional, el depósito de relaves espesados permite recuperar y reutilizar un volumen importante de agua, que es hoy un factor crítico en las operaciones mineras. Además, tiene ventajas sobre el medio ambiente: inhibe la infiltración de agua a las napas subterráneas, disminuye en 45 veces la emisión de polvo, a igual tonelaje usa 30% menos de superficie y es capaz de resistir sismos severos”.
-¿Cómo operaría este sistema?
A diferencia de un tranque de relave convencional, el material (pulpa) se deposita en capas delgadas, de diez a 30 centímetros, a través de un sistema de cañerías en distintos puntos del depósito. Esto permite recuperar el agua mediante un proceso de espesamiento que se logra por decantación. Así, el relave, que inicialmente tenía 65% de agua, pasa a convertirse en una pasta compacta y autosoportante.
-Aparte de las ventajas ambientales, ¿qué beneficios representa esta tecnología para el proceso productivo?
Permite reducir los riesgos de la operación minera. Al incorporar un depósito de relaves espesados estamos reduciendo significativamente los riesgos de potenciales accidentes. Además, su uso permite utilizar el agua en forma más eficiente, porque el agua que se recupera en el proceso de espesamiento luego es reutilizada en la operación.
-¿Qué costo tiene dentro del proyecto el sistema completo de disposición de relaves, incluyendo el mecanismo que llevará los relaves desde la planta de proceso a los espesadores?
El costo de un depósito de relaves espesados es 30% mayor al de un tranque de relave convencional. En el caso de Dominga, el costo es aún mayor y alcanza a 50% respecto de un tranque de relave convencional, porque tenemos que bombear el relave para llevarlo aguas arriba. Por razones ambientales y el diálogo temprano con la comunidad, después de evaluar más de ocho alternativas, decidimos ubicarlo aguas arriba de la planta de procesos, a más de 40 kilómetros de las áreas marinas protegidas.