CRISTIAN CARRILLO
El gobierno sostiene que el tarifazo responde a la necesidad de incentivar vía precios a las generadoras y distribuidoras de energía para incrementar la oferta de gas y electricidad. La empresa que debería marcar el rumbo aumentando su inversión, tal como lo vino haciendo hasta el año pasado, es la petrolera estatal YPF. Sin embargo, la compañía adelantó en marzo que prevé una reducción de un 25 por ciento en sus niveles de inversión para este año.
La decisión de desembolsar menos recursos para aumentar la producción contrasta con el jugoso reparto de dividendos que concretó el pasado 7 de julio, equivalente a 2,26 pesos por cada acción, la mayor cifra desde 2011, el último año en que YPF estuvo administrada por la española Repsol. La capitalización de la empresa se distribuye en 393,2 millones de acciones, de las cuales 200,5 millones (51 por ciento) están en manos del Estado, con lo cual podría demandar cerca de 1000 millones de pesos la distribución de utilidades a inversores, en vez de reinvertirlas para lograr más producción.
La estatización de la petrolera significó una fuerte reversión de la tendencia de vaciamiento que caracterizó la administración privada de la compañía a cargo de la ibérica Repsol hasta que se la expropió el Estado, situación por la cual el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, pidió disculpas en España. La nacionalización de YPF no sólo logró revertir la tendencia declinante en la producción de hidrocarburos, que había retrocedido un 7 por ciento en promedio durante 2003-2012, sino que también inició una curva ascendente para la inversión. Sólo en 2012 la empresa invirtió 3000 millones de dólares.
Al año siguiente, YPF obtuvo el record de producción de petróleo de 200 mil barriles diarios. Las mayores inversiones permitieron aumentar la actividad con 51 pozos perforados (junio de 2012 contra junio de 2013). Esa cifra triplicó el promedio de 18 pozos por año perforados entre 2007 y 2011. Y la tendencia se mantuvo en los años subsiguientes.
Si se analiza el desempeño de YPF hasta junio del año pasado con respecto a 2011, se observa que la producción de petróleo se expandió un 30 por ciento y la de gas en un 12 por ciento. Esta mejora se explicó por un crecimiento de la inversión en los tres últimos años en torno a un 177 por ciento, superando los 6800 millones de dólares en 2014 (el mejor año en inversiones para YPF). El incremento de la producción fue acompañado por el aumento de las reservas de gas y petróleo de la compañía que crecieron un 23,8 por ciento entre los años 2012 y 2014.
A su vez, el proceso de incremento de la inversión y la producción registrado luego de la nacionalización le permitió al país ahorrar 9667 millones de dólares en importación de hidrocarburos. “El incremento de la producción de petróleo y gas desde la toma de control de la compañía por parte del Estado Nacional posibilitó disminuir las importaciones de petróleo en 4.476 millones de dólares y las de gas en 5.191 millones. Es decir, los ahorros alcanzados a través del incremento de la producción de petróleo y gas desde la adquisición de la mayoría accionaria de YPF por parte del Estado Nacional prácticamente duplicaron el costo de dicha adquisición”, destacó el entonces ministro de Economía, Axel Kicillof, en septiembre del año pasado.
En contraste con lo ocurrido en los últimos años, la actual conducción busca mostrar a una YPF con una situación financiera delicada, la cual en parte fue auto-inflingida por las políticas económicas aplicadas por el propio gobierno. “YPF registró en el primer trimestre del año una caída interanual del 63,8 por ciento en su utilidad operativa, a causa del fuerte retroceso del precio internacional del crudo y por la devaluación de la moneda argentina dispuesta a mediados de diciembre pasado”, publicó la petrolera que conduce Miguel Ángel Gutiérrez en una comunicación presentada a la Bolsa.
La empresa compensó la menor ganancia en lo que va del año ampliando su emisión de deuda en 750 millones de dólares respecto de los mil millones previstos y ejecutados para este año, según había afirmado la nueva conducción de la empresa. Lo extraño es que ese mayor endeudamiento no se haya reflejado en mayores niveles de inversión, la cual se reducirá en un 25 por ciento este año, según adelantaron las autoridades de la compañía en un encuentro con inversores realizado el pasado 4 de marzo. El COF (Chief Financial Officer o Ejecutivo Financiero), Daniel González, adelantó hace unos meses que la meta de inversión de YPF para todo 2016 será de 4500 millones de dólares, la más baja de los últimos dos años.
La inversión de YPF en los últimos años había estado centrada en la exploración del yacimiento no convencional de Vaca Muerta, que podría permitir el autoabastecimiento energético del país en el mediano plazo y colocar a la Argentina como unos de los principales exportadores de petróleo y gas no convencional.
El argumento oficial es que los vencimientos de la deuda para inversión heredada reduce el margen para este año. Es un argumento falaz, ya que siempre se puede hacer rollover de la deuda, ya que la empresa encontraría pocas y nulos problemas conseguir mercado teniendo en cuenta el respaldo como garantía de contar con una de las mayores reservas de shale-gas y shale-oil del mundo.
De esta manera, la empresa, que debería encabezar el proceso de inversión en el área más sensible para el país, decide no hacerlo. En cambio, el 30 de junio pasado informó a la Bolsa, en una carta firmada por Diego Celaá, Responsable de Relaciones con el Mercado de YPF, que la compañía pagaría el 7 de julio subsiguiente 2,26 pesos por acción sin distinción de clases (A, B, C Y D), sobre un total de 393,2 millones que contabiliza la Bolsa. Este pago representa a un incremento de 76,6 por ciento respecto de lo distribuido el año pasado.
Desde la nacionalización de la mayoría accionaria de YPF se pagó dividendos en 2012 por 0,77 pesos por acción; en 2013, 0,83 pesos; en 2014, 1,18 pesos; y el año pasado, 1,28 pesos. En esos años se incrementaron también las inversiones globales en hidrocarburos, en participación en otras empresas, que crecieron durante ese período 30 por ciento. Como resultado de esas inversiones, en el primer trimestre del año pasado esas empresas le redituaron dividendos a YPF por 150 millones de dólares, mientras que en el primer trimestre de este año no recibió utilidades, en un escenario de caída en el precio internacional del crudo.
Todavía en campaña, el presidente Mauricio Macri había asegurado que las tres banderas del kirchnerismo en materia de nacionalización –el sistema solidario de jubilaciones, Aerolíneas Argentinas e YPF– se mantendrían bajo su gestión. El desguace de la aerolínea de bandera, con pérdida de rutas y recorte de frecuencias, fue la primera señal contraria. Paradójicamente esas pérdidas fueron aprovechadas por su principal competidora, la chilena LAN, que además aportó varios de sus CEOs al Directorio de Aerolíneas.
Los gremios aeronáuticos alertan sobre la posibilidad de que se venda la empresa o algunos de sus negocios. La segunda fue el sistema jubilatorio. Los cambios introducidos bajo el argumento de pago de sentencias y de actualización de haberes previsionales deja en situación de debilidad la sustentabilidad del sistema, lo que aumenta el riesgo de que la solución del macrismo sea una nueva privatización. La reducción de las inversiones de YPF, al tiempo que se incrementa el reparto de utilidades, también marca la retirada del Estado de un sector estratégico.