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ANÁLISIS
Pagni: Un caso que explica todo. Majul: López es Cristina
16/06/2016

Un caso que explica todo

LA NACIÓN

CARLOS PAGNI

José López revoleando 9 millones de dólares sobre el muro de un convento es un aleph. Un punto que condensa un universo. A través de él se pueden ver la inmoralidad y la avaricia; una justicia que provee impunidad; la corrupción de empresas y gobiernos en la gestión de la obra pública; la crisis del PJ; las complicidades internacionales del ciclo populista; las relaciones oscuras entre la Iglesia y el Estado.

El panorama que abrió López es tan extenso que la primera reacción de la dirigencia nacional ha sido encapsularlo. Esa reacción es infantil.

Los primeros que intentan acotar el escándalo son los kirchneristas. Para ellos López termina en López. La Cámpora; el bloque de diputados de Máximo Kirchner y Julio De Vido; la bancada del Parlasur, que integra el propio López, y los propagandistas mediáticos de Cristina Kirchner señalaron al ex secretario de Obras Públicas como un traidor a la causa. Un desertor. La oveja negra. El signo más expresivo del agotamiento kirchnerista no está en las valijas de López. Está en esa explicación. López no es dañino por su atipicidad, sino porque certifica una larga historia policial. Va de la evaporación de los fondos de Santa Cruz al enriquecimiento sideral de Lázaro Báez, Cristóbal López, Gerardo Ferreyra y Enrique Eskenazi, pasando por Skanska y por Ciccone. López dinamitó todas las coartadas. ¿Podría Cristina Kirchner repetir su lamento frente a Comodoro Py?: "Me persiguen por la distribución del ingreso". ¿Cómo denunciar una patraña de Washington, los buitres y los medios? La negación de esta catástrofe es la mayor señal de decadencia.

López fue el engranaje central de una maquinaria de poder. Los Kirchner le confiaron durante casi 30 años su tesoro más valioso: la obra pública. La ex presidenta lo refugió en el Parlasur. Tenían trato cotidiano. López arreglaba las licitaciones con Báez, Cristóbal López, Ferreyra, Eskenazi y el resto de la "burguesía nacional". Cristóbal destacó al lado del otro López a Osvaldo de Sousa. Es el hermano de Fabián, supuesto dueño de su multimedios. Con Osvaldo la relación terminó mal. Vueltos no aclarados.

López frustra ahora cualquier candidatura de Cristina Kirchner. Y obliga a su hijo, Máximo, a suspender su flamante carrera. La mano derecha del nuevo detenido, José Luis Bessi, es el papá de Matías Bessi, el cerebro del bachiller Kirchner.

El peronismo pretende delimitar a López como un tumor del kirchnerismo. Los Alperovich lo suspendieron en la vicepresidencia del partido en Tucumán. Ayer varias cuadrillas despegaban los afiches de López con Daniel Scioli y José Alperovich. Será más difícil borrar los rastros de su vínculo con Gustavo Mariscal, ex funcionario del área de autopistas. La mancha López cubre el país. El nuevo director de Vialidad, Javier Iguacel, presentó en mayo ante el juez Julián Ercolini los correos electrónicos con los que el ex secretario de Obras Públicas ordenaba pagos arbitrarios. Actuaba en combinación con el anterior jefe de Vialidad, Nelson Periotti, y con el gestor Sandro Férgola. El método inquieta al PJ nacional, presidido por dos ex gobernadores: José Luis Gioja y Scioli. También están preocupados ex directivos de empresas estatales, como Carlos Ben, delegado en AySA de José Luis Lingeri, "Mr. Cloro".

La caída de López confirma la escéptica lección de un magistrado: el fuero federal no está diseñado para penalizar la corrupción, sino para proveer impunidad. Norberto Oyarbide y Sebastián Casanello han ayudado, con su mala fama, a mantener en la penumbra a colegas cuya indolencia es también escandalosa. Ercolini arrastra los pies desde 2008 en una causa por irregularidades en la obra pública, iniciada por Elisa Carrió. La denuncia incluyó a López. Daniel Rafecas lo "investiga" desde la misma época por enriquecimiento ilícito. Pero recién ayer mandó a allanar la mansión de Tigre, donde -se presume- escondía el botín que intentó donar a las monjitas. Marcelo Martínez de Giorgi también se despabiló: ayer llamó a indagatoria a ex funcionarios y ex gobernadores por el negociado de Sueños Compartidos, organizado por López, Sergio Schoklender y Hebe de Bonafini.

Es casi conmovedor leer cómo el fiscal Federico Delgado, harto de dilaciones, intenta convencer a Rafecas de que el incremento patrimonial de López no se explica sin las maniobras con la obra pública que estudiaría Ercolini. Delgado fue desplazado de la causa por la tragedia de Once, para salvar a Julio De Vido, el jefe de López. Fue por una gestión de Alfredo Lijo ante Claudio Bonadio. Es el hermano del juez Ariel Lijo y ha sido el gestor judicial del Ministerio de Planificación. Ahora está empeñado en que se designe en un juzgado federal de Morón a Martín Ramos, el ex secretario de Oyarbide: ya subió del puesto 15 al séptimo. Es el hermano del juez Sebastián Ramos.

Con este telón desalentador contrasta una noticia: ayer el Senado aprobó las designaciones de Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz para la Corte. Rosatti renunció al Ministerio de Justicia por rechazar un plan de construcción de cárceles organizado por López. Rosenkrantz fundó en la Universidad de San Andrés un centro de estudios anticorrupción.

El mal funcionamiento del fuero federal explica por qué López, denunciado en 2008, cayó por una llamada al 911. Nada que sorprenda: Báez fue detenido cuando apareció el video de La Rosadita. Casanello y el fiscal Guillermo Marijuan llegaron a las estancias patagónicas cuando se quebró Leonardo Fariña. Y Martín Lanatta, el de la triple fuga, fue capturado porque se hundió en un bache.

Lo del 911, igual, es sospechoso. La primera extravagancia está en el rifle. ¿Lo llevaba para defenderse dentro un auto? ¿No era más práctica una pistola? Entre los viejos policías circula esta teoría: López debía deshacerse de esa arma porque la tenía de manera irregular; y la sacó de la casa porque lo asustaron con un allanamiento. De modo que, en el centro de esta trama, podría haber una traición. La de alguien de confianza que sabía que el tesoro iba a ser escondido en el convento. Otro dato llamativo. ¿Es tan habitual que a las tres de la mañana aparezcan, con apenas tres minutos de demora, dos capitanes en un patrullero? Contesta un experto: "Le apuesto a que a esa hora no había una cuadrícula en toda la provincia patrullada por dos capitanes". Una anormalidad más: el aviso fue casi desganado y la respuesta muy eficaz. ¿Se habrá resuelto la inseguridad en la provincia? Otro enigma: ¿quién llamó? ¿Gaspar u Omar? El nombre en la grabación no coincide con el del informe original.

Son trivialidades. Lo importante es que Cristian Ritondo y Pablo Bressi, el jefe de la bonaerense, gracias a ese vecino insomne, salvaron sus puestos. El martes de la semana pasada fueron descubiertos dos policías revisando el despacho de María Eugenia Vidal. "No se llevaron nada", aclararon las autoridades. ¿No querrían poner algo? Se entiende, entonces, la alegría de Ritondo y Bressi, que destinaron una conferencia de prensa a festejar que con López el 911 había funcionado. Un interesante debut para el ministro Gustavo Ferrari, el hombre de Scioli para la AFI.

En la conducta de López hay otro rasgo curioso. Como la llave del convento abría desde adentro, antes de saltar el paredón prefirió poner a salvo las valijas. Tuvo miedo de abandonarlas tres minutos dentro el auto. La inconfundible escuela de Néstor: mucha corrupción, pero también avaricia.

La "donación" funciona como un mapa. Había dólares, pero también yuanes. Lógico: López fue quien acordó los últimos negocios con China. Sobre todo, las represas de Santa Cruz, otorgadas a Ferreyra, de Electroingeniería. También aparecieron riyales de Qatar, desde donde se importa gas licuado. Un tráfico por el que está siendo investigado José Roberto Dromi, lobbista de Electroingeniería. Además están los relojes. En el inframundo de la corrupción son, con las alhajas, un bien inapreciable. Lo demostró Oyarbide con su anillo, adquirido en Simonetta Orsini, de Miriam Kohen, la esposa de Ferreyra, de Electroingeniería. Es la relojería preferida por los jueces federales.

Así como el PJ intenta encuadrar a López en el kirchnerismo, el empresariado espera que la epidemia no trascienda los nombres ya contaminados: Báez, Cristóbal, Ferreyra, Eskenazi. Pero en la Cámara Argentina de la Construcción hay inquietud. Sobre todo por lo que ayer insinuó Nilda Garré: "Hay que ver de dónde vino esa plata".

Por la red circula un chiste: "Los kirchneristas son los únicos que en vez de hacer un retiro en un convento hacen un depósito". El virus López rasguña a la Iglesia. Tampoco es algo nuevo. Rubén Di Monte, que introdujo a López en el monasterio de General Rodríguez, era conocido como "el obispo de la obra pública". Se había iniciado en la especialidad con Dromi. Cuando lo nombraron diocesano de Luján se abrazó a De Vido: durante años la basílica estuvo decorada con carteles de Planificación. Cuando Kirchner se enfrentaba con Jorge Bergoglio, Di Monte era llevado para una foto a la Casa de Gobierno. Falleció en abril. Varios ex ministros conocieron por él el exquisito sabor de los ravioles que amasan las monjitas. Algunos se mancharon con la salsa.

No es la única vez que el kirchnerismo se sirve de la Iglesia. Acosada por las denuncias de narcotráfico, la señora de Kirchner designó al cura Juan Carlos Molina en la Sedronar. Algo parecido sucedió con Scholas Occurrentes, la fundación de José María del Corral y Enrique Palmeyro. Bergoglio ordenó que devolvieran los $ 16 millones donados por el gobierno de Mauricio Macri. Y les pidió un informe financiero. Le están llegando datos feos. Hay fondos de la Anses de Diego Bossio y de la Cámara de Diputados de Julián Domínguez, que nadie devolvió. En Roma analizan donaciones de empresarios. Lo más delicado en el contexto actual: un convenio entre Scholas y la Fundación para la Responsabilidad Social, de Alessandra Minnicelli de De Vido. El organizador de algunos congresos de Minnicelli fue el empresario Gabriel Hochbaum, a quien se atribuye, en la línea papal, inquietud por la trata de personas. Es el padrino político del fiscal Marijuan, que investiga a Báez.

Última rareza: al cierre de esta columna Cristina Kirchner aún no se había pronunciado sobre el caso López ni por Facebook ni por Twitter.

José Francisco López es Cristina Fernández

LA NACIÓN

LUIS MAJUL

José Francisco López es Néstor Kirchner. López es Cristina Fernández de Kirchner. Todas las puertitas del señor López conducían a Él y después condujeron a Ella. Ya no tienen más argumentos lógicos ni de los otros para negarlo. Ya no pueden desestimar las denuncias afirmando que las formuló una diputada nacional que "no tiene los patitos en fila". Ya no pueden ir a la presentación de un libro de investigación periodística, sin haberlo leído, para sugerir que el autor no tenía evidencias. Ya no pueden decir que lo de Leonardo Fariña era ficción ni que el video con Martín Báez, Daniel Pérez Gadín y Fabián Rossi contando plata fue obra de algún servicio de inteligencia para dañar al cristinismo.

Esta vez no oficiaron de "intermediarios" periodistas de la "corpo". No hubo un Jorge Lanata o un Hugo Alconada Mon, para citar sólo dos ejemplos, dispuestos a conspirar contra el modelo nacional y popular de matriz diversificada. Tampoco se podrá decir que lo que sucedió en la madrugada del martes en General Rodríguez debe ser presentado como un caso de "corrupción entre privados". Ya no les servirá la cantinela de que Lázaro y Cristóbal hacían negocios para sí mismos, mientras que Cristina Fernández intentaba reconstruir los datos del cuadernito que siempre llevaba Néstor encima, y que lo que quería la ex presidenta era poner un poco de luz a tanta oscuridad. López es Cristina. Y por eso el escándalo del ex secretario de Obras Públicas no sólo conmovió a la mayoría de la sociedad. También pegó muy duro entre la militancia que hasta hace unas horas suponía que la ex presidenta no estaba enterada de la megacorrupción de Estado que se instaló durante su gobierno.

Entre José López y Cristina Fernández no había nadie más. Ninguno de los que están en el negocio de la obra pública ignoraba que López no respondía a su superior formal, Julio De Vido. Esto no lo hace inocente al ex superministro de Planificación, apenas sirve para hacer caer la coartada no explícita de Cristina Fernández. Hacía más de diez años que los empresarios del club de la obra pública negociaban con López las adjudicaciones de obras, los certificados, los anticipos y las cuotas de los pagos. Y ahora hay un expediente en la Justicia con los registros oficiales de cómo López le adjudicó a Lázaro el 84% de la obra pública de Santa Cruz, de qué manera cobraba antes y más que nadie por proyectos que en muchos casos ni siquiera concretó. También existen causas como Hotesur, Los Sauces y "la ruta del dinero K", cuyas evidencias demuestran un claro toma y daca entre Lázaro, Cristóbal López y la sociedad que integran Cristina, Máximo Kirchner y su hija Florencia.

Algunos fiscales y jueces de Comodoro Py podrían preguntar a quienes desconfiaban del avance de las investigaciones: "¿Querían un delito precedente que probara el lavado de dinero? Aquí lo tienen: un alto funcionario público, nada menos que el encargado de adjudicar y pagar obra pública a la mayoría de los empresarios que apoyaron el gobierno de Néstor y Cristina, tratando de sacarse de encima seis bolsos con el equivalente de casi 9 millones de dólares en negro. Un alto funcionario público, de acceso directo a Néstor y Cristina, con una declaración jurada que no supera los 2 millones de pesos y con una fortuna casi 10 veces superior a la que reconoció bajo juramento ante la Oficina Anticorrupción y la AFIP.

Podemos escribir una y mil notas sobre algunas de las buenas políticas de Estado que impulsó Néstor Kirchner, en especial durante los primeros años de su gobierno, y eso no va a impedir que la verdad sobre la plata que robaron sus funcionarios aparezca tarde o temprano. Podemos publicar con lujo de detalles las graves consecuencias del tarifazo del gobierno de Mauricio Macri y reclamar que el Presidente siga dando explicaciones a la justicia federal sobre su rol en los Panamá Papers y la desprolijidad de su declaración jurada. Podemos hablar de lo mal que la están pasando los trabajadores formales e informales en el conurbano de la provincia de Buenos Aires. Pero eso no la hará más buena a Cristina Fernández de Kirchner. Sus dirigentes más incondicionales apenas si pueden balbucear. Los voceros del Partido Justicialista, el Frente para la Victoria, Nuevo Encuentro y organizaciones como La Cámpora o la que conduce Luis D'Elía no terminan de salir del estado de shock. Es que López es Cristina y la ex presidenta, si todavía guarda una mínima esperanza de continuar su carrera política, debería salir a explicar cuál sería su verdadero rol en esta trama.

No le van a alcanzar esta vez a la ex jefa del Estado su clásica catarata de tuits ni sus enrevesadas cartas a través de Facebook. Debería dar, de una buena vez por todas, una conferencia de prensa, abierta a preguntas de todo tipo, sin la custodia de los pibes para la liberación. Debería romper ese silencio atronador que tanto desconcierta a la militancia. Y debería, por supuesto, hablar de los hechos de conocimiento público. Desde la reunión en Olivos que habría mantenido con Lázaro Báez para preguntarle por qué estaba sacando dinero al exterior o reclamándole su propia plata hasta el mecanismo por el que se le anticipaba dinero al llamado "rey de la obra pública". Desde por qué aceptó como inquilinos a Báez y Cristóbal López al mismo tiempo que permitía que el primero se quedara con la mayoría de las licitaciones y el segundo manejara los casinos sin los controles mínimos y pagando un canon irrisorio por el usufructo de la sala de juegos con más tragamonedas del mundo.

No sólo se lo debe como ex presidenta a quienes la votaron y también a quienes no. Les debe una explicación a quienes creyeron en ella y ahora están viviendo una profunda decepción. Tiene que contarles por qué, con tantas denuncias públicas que se conocieron de forma masiva, decidió mantener en su cargo a José Francisco López. Tiene que explicar por qué después le ofreció la candidatura a diputado del Parlasur, un espacio político que se caracteriza por la protección judicial que otorgan los fueros legislativos. No va a ser suficiente esta vez irse por la tangente. No le va a resultar efectivo otro acto multitudinario frente a los tribunales de Comodoro Py. Será inútil que la señal de cable que la defiende intente reconstruir una versión distinta de los hechos. Esto no se arregla a puro relato ni con un ejército de un millón de trolls atacando a los periodistas críticos en las redes sociales. Esto quedará marcado a fuego en los libros de historia y no habrá Dios ni papa que sean capaces de evitarlo.


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