Sí nos respondió el Dr. Mariano Riano, abogado ambientalista del Centro de Desarrollo y Asistencia Tecnológica, al ser entrevistado luego de unos días de realizado el Encuentro Rioplaténse en la sede de Buenos Aires de la Unidad de Vinculación Tecnológica referente del Sector Público que realizó con éxito un evento que supo reunir a personalidades del mundo académico, de la ingeniería, de ONG´s, de las empresas, de la ciencia, de lo político y de la innovación tecnológica, en un ambiente claramente pluralista favoreciendo la participación ciudadana en temas tan vitales para los argentinos.
El interés por el cuidado ambiental es creciente en la opinión pública, lo vemos en todos los ámbitos de la vida cotidiana: el uso responsable del agua, la energía, residuos sólidos urbanos, emprendimientos inmobiliarios, estaciones de tren, el caso del Pre-Metro en la Ciudad de Buenos Aires, cuidado de los bosques, la minería, los glaciares, la siembra de soja, la alimentación sana, el cuidado de la naturaleza para las próximas generaciones es una realidad.
Para el Dr. Mariano Riano, la dimensión ambiental es transversal, ya que no sólo tiene relación con la energía, sino con la vida de las personas y su desarrollo.
Esta idea está calando en la opinión pública, como lo confirman los serios estudios recientes realizados por el propio Vaticano y que respaldan la última encíclica del Papa Francisco "Laudato SI".
Desde el 2 de Junio del 2016, el Director de Estudios y Proyectos Ambientales del CEDyAT, Dr. Héctor Sejenovich, se encuentra como Expositor Especial en la SIMPOSIO JAVERIANO de Bogotá, convocado por esa UNIVERSIDAD JESUITA.
En ese orden de ideas, la reciente COP21, que tuvo lugar en París a finales de 2015, ha avanzado en la asunción de compromisos en protección ambiental y cambio climático, y todo ello ha tenido un reflejo en la opinión pública.
Argentina participó a fines del año pasado de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático , donde se firmó el Acuerdo que compromete a los países a limitar el calentamiento global. Para lograrlo, deben reducirse las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEIs) de cada sector emisor, como: industria, transporte, agro, energía, entre otros.
Para cumplir con este compromiso, los funcionarios del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, anunciaron que revisarán la estrategia con la que la ex Secretaría venía trabajando para hacer frente al cambio climático.
En ese sentido, el Ministerio inició el proceso de revisión de las Contribuciones Previstas y Determinadas Nacionalmente (INDCs, por sus siglas en inglés), que son las acciones que todos los países Parte de la Convención sobre Cambio Climático deben llevar a cabo para intensificar sus compromiso contra el calentamiento global, ya sea para reducir las emisiones de GEIs (acciones de mitigación) o para adaptarse a los impactos producidos por ese fenómeno (acciones de adaptación).
El resultado de dicha revisión de las contribuciones nacionales será presentado en noviembre próximo durante la COP 22, en Marrakech, Marruecos.
Argentina es responsable de menos del 0,9 por ciento de las emisiones totales del mundo y no es un emisor histórico.
Para el especialista del CEDyAT, este encuentro ha tenido tres avances importantes a tener en cuenta:
- “Por un lado, se ha llegado a un acuerdo jurídico, lo que es una novedad importante respecto de otras ediciones. En segundo lugar, se han adherido nuevos Estados, ya son casi 200, algunos tan importantes en materia de emisiones como China, Estados Unidos o la India. Y también hay que destacar el compromiso económico suscrito, aunque habrá que ver cómo se concreta su implantación, lo mismo que el resto de los compromisos adquiridos”.
Desde la perspectiva de la energía nuclear, el Acuerdo de París resulta neutro desde el punto de vista tecnológico, por lo que no existe ninguna restricción ni limitación para que los distintos países puedan utilizar en sus mix de generación las tecnologías que consideren más apropiadas, entre ellas la energía nuclear.
Lo más significativo en su opinión es que ésta ha sido considerada como “la energía nuclear fue considerada en la COP21 como una tecnología más en la lucha contra el cambio climático, sin discriminaciones, sin apriorismos, sin prejuicios. El hecho de que la tecnología nuclear forme parte del conjunto de tecnologías que están disponibles para los Estados en la lucha contra el cambio climático es un avance con respecto a la situación anterior”.
Riano nos recuerda también que David Shropshire, jefe de Planificación y Estudios Económicos del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) Organismo de las Naciones Unidas (ONU) opina que sin energía nuclear es “improbable” que se logre detener el cambio climático.
Porque la energía nuclear no produce prácticamente ninguna emisión de gases de efecto invernadero o contaminantes y sólo emisiones muy bajas durante todo su ciclo vital.
En el informe presentado oportunamente en la COP21 por la Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) nos recuerda que la comunidad internacional acordó en 2009 intentar mantener por debajo de 2 grados centígrados el incremento de la temperatura del planeta, el límite bajo el que se pueden aún evitar los efectos más devastadores del cambio climático.
Para contribuir a esa meta, la producción de energía nuclear tendría que duplicarse, hasta los 862 gigavatios eléctricos, en las próximas dos décadas.
Requeriría actividades muy importantes para sustituirla, bien mediante un aumento de las renovables hasta un nivel que es difícil de creer, o con una eficiencia energética aplicada hasta tal extremo que requería una enorme cantidad de dinero de los contribuyentes e inversores.
En general, este informe presenta a la energía nuclear como una fuente más barata que el carbón, más limpia incluso que la solar y la eólica y con suficiente capacidad como para satisfacer la creciente demanda de electricidad.
Según el OIEA, en los últimos 25 años el uso de energía nuclear ha evitado la emisión de 56 gigatoneladas de CO2, equivalente a las emisiones globales de dos años.
Por ejemplo, defiende que el precio de la electricidad generada por lo nuclear es de entre 26 y 64 dólares por megavatio/hora, frente a los 65-95 dólares de las plantas de carbón.
Respecto a las emisiones de gases de efecto invernadero, el informe señala que, teniendo en cuenta todo el ciclo vital (desde la extracción de materiales hasta la construcción y gestión de la planta y el procesado de residuos) las de la energía nuclear son menores que las de la solar y eólica.
Con esos argumentos, este organismo de la ONU insiste en que la energía nuclear debe tenerse muy en cuenta en el futuro y deben despejarse las “incertidumbres” que la rodean y que la pueden hacer menos atractiva que el uso de combustibles fósiles.
Incertidumbres que tienen que ver, según el informe, con la elevada inversión inicial que supone una planta atómica y el tiempo que se tarda en rentabilizarla (frente a la actual caída del precio del petróleo, por ejemplo).
El informe asegura que el papel de la energía nuclear en la lucha contra el cambio climático decrecerá en varios países que han decidido eliminar gradualmente esta fuente de sus sistemas de suministro.
Por ejemplo, indica que en Japón, donde después de Fukushima se decidió prescindir de la energía nuclear, la emisión de CO2 relacionada con la producción de electricidad creció un 31,7 % al ser sustituida por combustibles fósiles.
Rusia, China y otros países de Asia y Europa del Este son los más interesados en ampliar y renovar sus instalaciones nucleares, mientras que Europa y Estados Unidos, mantendrán, en el mejor de los casos, su actual capacidad.
El informe reconoce que los riesgos derivados de la radiación, los residuos radiactivos y las armas atómicas influyen sobre la aceptación entre el público de este tipo de energía, sobre todo tras el desastre de Fukushima.
Con todo, el OIEA indica que esa aceptación social está recuperándose lentamente en algunos países.
Sobre ese temor a accidentes nucleares, Shropshire asegura que ninguna tecnología está libre de riesgo y el propio informe insiste en que la industria nuclear se ha sometido a un proceso de mejora de la seguridad desde Fukushima.
En las opiniones sobre la energía Nuclear muchas veces se constata que el porcentaje de población que se muestra contraria a la energía nuclear en Argentina es considerablemente mayor que la población a favor, desconociendo otros daños mayores provocados por la extracción petrolera.
La rivalidad entre la sectorial petrolera y la nuclear es la madre de todas las batallas a nivel mundial.
A este respecto, el abogado ambiental aprecia que esta afirmación tiene matices, ya que los análisis cuali-cuantitativos de estas percepciones y la propia experiencia indica que: ...“cuanta más información se aporta al público en general, mayor es su confianza y mejor su aceptación de esta energía. Las encuestas evidencian que hay un amplio segmento de población que, con buena información, con datos y con razonamientos adecuados, es capaz de apoyar, o al menos admitir, una opción de generación eléctrica como la nuclear. Ése es el tipo de público al que debemos dirigirnos, para llevar el mensaje real del papel de la energía nuclear y acortar la distancia que existe entre la realidad y la percepción de nuestra actividad”.
En este sentido, el Dr. Riano indica que la comunicación y la opinión pública, contextualizada en la realidad local tanto de la Provincia de Buenos Aires en Lima como en la Provincia de Córdoba en Embalse, debieron constituir la columna vertebral del Plan Nuclear Argentino lanzado en el año 2006 cosa que no fue así. El Sector Público comunicó desde una caracterización "épica" pero no "educativa", "didáctica" y "sistemática" de los beneficios ambientales de concluir Atucha II y de la Extensión de Vida de Atucha I y de la CNE.
Por eso, expresa claramente la visión al respecto que la Unidad de Vinculación Tecnológica CEDyAT tiene al respecto:
“De hecho, de las cuatro áreas importantes de actividad están enfocadas a esta tarea: la propia comunicación y la relación con los medios; el mundo de la educación, que también es información ambiental, en el que hemos preparado un Programa importante para el sector que ofreceremos a las nuevas autoridades nacionales de la CNEA y de la empresa estatal Nucleoeléctrica S.A. adaptando el uso del lenguaje al contexto pedagógico de cada nivel; y los estudios técnicos, que nos permiten tener documentos, estudios, análisis rigurosos, a través de los que podemos canalizar mensajes, estar presentes en foros o dar argumentos sólidos al conjunto de la opinión pública; generar e impulsar encuentros de intercambio de información con ONG´s Ambientalistas, Foros, Jornadas de Intercambio, entre otras”.
Además, en medio de la Emergencia Eléctrica que fuera definida por el Decreto del Poder Ejecutivo 134/15, será necesario cubrir el déficit lo antes posible.
-“Hay que ser realistas en la toma de decisiones sobre la estrategia energé- tica, que tiene que ver con la calidad de vida y con el desarrollo social y económico. Por lo tanto, es razonable plantear la operación a largo plazo de las centrales nucleares como una forma de garantizar la sostenibilidad de nuestra generación eléctrica”.
Desde el punto de vista ambiental, si no estuvieran las centrales nucleares operando en Argentina, nuestro país no podría cumplir los compromisos de Kioto ni los ratificados en París. Además, aporta garantía de suministro. Y es sostenible desde la perspectiva económica, ya que es competitiva en sus costos según lo indica CAMMESA en sus informes anuales.
Desde el punto de vista técnico, Riano es claro al afirmar que “si estamos reclamando la primacía técnica en las decisiones en materia energética, seamos consecuentes. Y si el Autoridad Reguladora Nuclear (ARN), al ser el único organismo competente en Argentina en materia de seguridad nuclear y protección radiológica, dictaminó que una central nuclear puede funcionar más allá de los 30 años, llevándose a la práctica con la Extensión de Vida de la Central Nuclear de Embalse, significa que los ingenieros y expertos de nuestro país están a la altura de las circunstancias".
Las mejoras desarrolladas en los últimos años en las instalaciones nucleares argentinas al concluir la obra y poner en marcha ATUCHA II refuerzan la garantía de su funcionamiento a largo plazo.
El conjunto de los estudios, análisis y mejoras, sumado a los programas de modernización y puesta al día de cada uno de los reactores, ofrecen un horizonte muy apropiado para que puedan operar a largo plazo, tal y como se está haciendo en una gran parte de los países con instalaciones nucleares.
En suma, para el CEDyAT hay dos mensajes claros en la actual coyuntura:
• La necesidad y la conveniencia de que las centrales nucleares puedan operar a largo plazo, siempre con las máximas condiciones de seguridad y respeto del medio ambiente.
• El fomento y la ayuda a la internacionalización de nuestra industria. Y para ello, el sector nuclear reivindica, en palabras del presidente de la UVT:
-“seguridad jurídica, estabilidad regulatoria, certidumbre administrativa, equidad fiscal y tributaria, y que en las decisiones primen criterios técnicos sobre los criterios ideológicos. Es lo mismo que piden otros sectores, siempre con el objetivo de avanzar hacia un mayor desarrollo y bienestar de la sociedad en su conjunto”.
Una mirada al futuro a pesar de que Argentina mantiene un nivel estable en lo que se refiere a la producción de energía nuclear, otros países de la Región con necesidades crecientes de electricidad, ven como la energía nuclear argentina incrementa su aportación de forma significativa especialmente con su proyecto de la Cuarta Central Nuclear con uno o dos reactores.
En su opinión, Argentina “tiene las capacidades, las herramientas, la experiencia y la responsabilidad para ser uno de los actores que lidere y coordine las acciones nucleares cuidando responsablemente el ambiente y el desarrollo sustentable".