Mark Thompson abandonó sus planes de explotar una mina de oro para buscar fortuna en el grafito, el material que se usa en los lápices desde hace siglos.
Pero no le interesan tanto los instrumentos de escritura de la vieja escuela. La empresa de Thompson, Talga Resources Ltd., planea convertir el grafito de alta pureza proveniente de Suecia en un material llamado grafeno, que es más fuerte que el acero, conduce la electricidad mejor que el cobre y es tan liviano y flexible que las compañías como Samsung Electronics Co. lo usan para desarrollar nuevos dispositivos.
El grafeno fue descubierto en el 2004 por dos científicos británicos que usaron cinta Scotch para extraer capas del espesor de un átomo de carbono puro de laminillas de grafito, con lo que ganaron el premio Nobel por su trabajo. Si bien su mercado recién se está formando, el esfuerzo de Talga para producir el material de manera rentable podría habilitar usos comerciales en baterías, pantallas táctiles, ropa inteligente y materiales de construcción.
“Fabricamos unos gramos por día en el laboratorio y, si se pudieran fabricar toneladas por año, sería un enorme paso adelante”, dijo Laurence Hardwick, que investiga el grafeno para el Instituto Stephenson de Energía Renovable en la Universidad de Liverpóol. “Si Talga puede generar los volúmenes que dice que puede fabricar, eso debería brindar una buena oportunidad de producir grafeno a escala”.
Thompson, de 49 años, que es director gerente y el mayor accionista de Talga, empezó a cautivarse con el grafeno en 2011 en una conferencia de minería en Hong Kong. Los participantes festejaban las perspectivas de que el litio que se usa en las baterías de próxima generación fuera consumido en grandes cantidades por fabricantes como Tesla Motors Inc. o Apple Inc. Lo que llamó la atención de Thompson fue el componente más grande de las baterías: el grafito que revestía los cables y los ánodos.
Hasta entonces Thompson planeaba desarrollar minas de oro y mineral de hierro. Todo lo que sabía sobre el grafito era que la gente lo usaba para dibujar desde el siglo XVI. Pero la perspectiva de un aumento de la demanda de la electrónica despertó su interés. Por eso, menos de un año después de fundar Talga, un pequeño emprendimiento minero, Thompson empezó a cambiar el foco de atención de la compañía australiana.
“Después de ver la cadena de suministro de las baterías y el crecimiento de los vehículos eléctricos, supimos que queríamos dedicarnos al grafito”, contó Thompson, que nació en Australia y trabajó dos décadas en la industria minera buscando principalmente oro.
Estudió viejos registros de perforación de Suecia para encontrar una veta de grafito más puro que el que proviene de los productores de bajo costo de China. Talga, que tiene su sede en Perth, le compró los derechos de extracción a Teck Resources Ltd., compañía canadiense que buscaba cobre y oro en lugar de grafito.
Lo que Thompson encontró al norte del Círculo Polar Ártico, cerca de la ciudad sueca de Vittangi, fue un filón que calificó de “depósito natural monstruo”. El grafito está tan concentrado que se lo puede cortar fácilmente en bloques que son más fáciles y más baratos de procesar.
“El grafito con pureza como para baterías está en una etapa de muy fuerte crecimiento”, dijo Simon Moores, director gerente de Benchmark Mineral Intelligence, firma de investigación de la industria con sede en Londres. “Estamos viendo un esfuerzo de las grandes empresas de baterías para firmar contratos a largo plazo y tratar de echar mano de la oferta”.