La industria minera está en un constante desafío por contar con operaciones que generen un mínimo impacto sobre el medio ambiente, mediante un uso responsable y eficiente de recursos naturales en sus procesos productivos, entre ellos el agua, un bien escaso en zonas como el Salar de Atacama, donde SQM desarrolla su actividad en base a una sólida política de desarrollo sustentable.
Los planes de seguimiento, por lo tanto, cumplen con altas exigencias y son cada vez más amplios. Consideran materias como vegetación, flora, fauna y biota acuática, entre otros, y se complementan con planes de manejo responsable del recurso hídrico y mineral para el yacimiento de salmueras en el Salar de Atacama.
Pauline De Vidts, vicepresidenta de Asuntos Públicos y Sustentabilidad, recalca lo estratégico que resulta este tema para la compañía. "Durante muchos años, y de manera sostenida, hemos impulsado un trabajo intenso y de primer nivel en materia ambiental", afirma. "Una gestión responsable es decisiva, sobre todo al operar en la zonas donde los recursos son escasos. Por eso, nos hemos esforzado en lograr un muy buen estándar en nuestras operaciones, compromiso que implementamos desde nuestros inicios, y que se traduce en 57 proyectos evaluados y aprobados ambientalmente a nivel de toda la compañía".
Ximena Aravena, jefe de Medio Ambiente SQM Salar, señala que el Plan de Seguimiento Ambiental Hidrogeológico, PSAH, abarca una gran extensión espacial del Salar de Atacama. Se han dispuesto 225 puntos de monitoreo, en los que se llegan a registrar 35 parámetros ambientales con diferentes frecuencias de medición continua a frecuencia trimestral. "Dicha metodología aporta a la caracterización del comportamiento hidrogeológico de los sistemas de este sector y ayuda a proteger los sistemas lacustres y de vegetación, además entregamos informes regularmente a la autoridad ambiental", explica.
"Con las mediciones del PSAH se puede caracterizar el comportamiento de la componente agua (subterránea y superficial) con el objetivo de entender su funcionamiento y evaluar si han existido desviaciones en los sistemas que se busca proteger, respecto de sus condiciones naturales históricamente observadas", asegura la profesional.
Agrega que esta herramienta se divide en un plan de seguimiento hidrogeológico, que se ejecuta en forma permanente, y otro plan de seguimiento biótico, que desarrolla monitoreos anuales -enero y abril-, en los períodos en que se produce la máxima expresión de la vegetación producto de las lluvias estivales en la zona.
Este monitoreo permite establecer un conjunto de variables que revelan los eventuales cambios en los sistemas lacustres y de vegetación de la zona, utilizando mediciones directas en terreno y el análisis de imágenes satelitales de alta resolución (QuickBird o WorldView 2). Todo a través de un sistema que entrega una detallada información sobre vegetación, flora bioindicadores, fauna (con 18 estaciones de muestreo distribuidas en zonas de vegetación), contenido de humedad (18 puntos de muestreo) y biota acuática con 25 estaciones de muestreo distribuidas en los sistemas lacustres de Soncor, Agua de Quelana y Peine.
Estos mecanismos se implementaron en 1995 como parte del proyecto inicial de "Producción de 30.000 toneladas anuales de Cloruro de Potasio", que fue presentada a la Conama en forma voluntaria, siendo aprobado ambientalmente mediante la Resolución de Calificación Ambiental 403/1995, que contaba con un programa de monitoreo, seguimiento y control de la salmuera, lagunas, fauna y que consideraba también el aspecto social.
Con la aprobación del EIA "Cambios y Mejoras de la Operación Minera del Salar de Atacama", en 2006, la compañía propuso un único plan de seguimiento ambiental, que considera en conjunto todos sus proyectos productivos, concentrando la protección de los sistemas lacustres de Soncor, Aguas de Quelana y Peine.
"La consideración de los antecedentes históricos acumulados, ha permitido revisar y mejorar los mecanismos de seguimiento de las variables ambientales sensibles de los sistemas hidrogeológicos y bióticos del Salar de Atacama", enfatiza la experta de SQM en esta materia. "Por otra parte, la unificación de los esfuerzos de seguimiento implica una mayor eficiencia en el uso de los recursos y de la información".
El Salar de Atacama se caracteriza por una particular biodiversidad, la que se busca resguardar a través de alianzas público-privadas y mediante la ayuda de la comunidad. Este compromiso parte con la evaluación ambiental presentada en 1995, instancia en que la autoridad pertinente solicitó a Conaf realizar monitoreo ambiental para el seguimiento de los sistemas lacustres del Salar de Atacama y poblaciones de aves, lo que se materializa a través de un convenio de cooperación entre Conaf-SQM, y que se mantiene hasta hoy.
El objetivo de este convenio es desarrollar un programa de monitoreo ambiental que permita detectar, en forma oportuna, eventuales impactos sobre la diversidad biológica y sobre los sistemas hidrológicos del salar. "Hábitat y Poblaciones de Avifauna del Salar de Atacama", es el nombre de este plan que busca detectar en forma oportuna los cambios de superficie y profundidad lacustre, abundancia de aves, oferta alimentaria para flamencos, condiciones físico- químicas y actividad antrópica.
A lo anterior se suman nuevos esfuerzos, como el implementado por la compañía desde 2007, al realizar un monitoreo voluntario del ciclo reproductivo de los flamencos, a través de observaciones de los tres tipos de esta especie presente en el Salar de Atacama: Flamenco Andino, Flamenco Chileno y Flamenco James; la actividad se lleva a cabo durante todo el período reproductivo, desde agosto hasta principios de abril del año siguiente.
En esta línea, la compañía participa anualmente en forma conjunta con la Comunidad Indígena Atacameña de Toconao y Conaf (Región de Antofagasta) en el anillamiento de polluelos de flamencos; en esta ocasión se marcaron 447 especies, como parte de la gestión del Plan Nacional de Conservación de Flamencos y del Programa Internacional de Marcaje de Flamencos de Altos Andinos del Grupo de Conservación de Flamencos Andinos (GCFA), organización que reúne a Argentina, Bolivia, Chile y Perú.
1.500
Polluelos de flamenco nacieron en el Salar de Atacama esta última temporada, de los cuales 447 fueron anillados.
57
Proyectos evaluados y aprobados ambientalmente en todas las faenas de la compañía.
