Por primera vez en los últimos 25 años, las regalías de gas reportarán más ganancias que las de petróleo para el gobierno neuquino. No se trata de magia contable: es la consecuencia inmediata del fuerte tarifazo que aumentó el precio del fluido en boca de pozo. El gas pasó de un promedio de 3 dólares el millón de BTU a 5,10 , según los números oficiales.
Si se proyectan los datos del presupuesto 2016, Neuquén terminará el año con un ingreso de poco más de 5.000 millones de pesos en regalías de crudo, mientras que el gas terminará representando unos 5.111 millones. En este último caso, sólo se contemplan los nuevos precios del gas para el segundo semestre, ya que el primero el Tesoro embolsó con los valores viejos.
Sólo en lo que resta del año, y siempre y cuando los números en boca de pozo se hagan efectivos –algo que no ocurrió hasta el momento– Neuquén recibirá 1.326 millones de pesos extra de parte de las empresas, que a su vez facturarán casi 10.000 millones de pesos más sin mover una sola torre de perforación.
Es que la suba en precio del hidrocarburo, cuyo valor traía una década de atraso, se realizó sin ningún requerimiento de nuevas inversiones ni de aumento de producción a las operadoras. La expectativa del gobierno nacional es que sea el propio mercado, alentado por los mejores precios, el que dé el puntapié inicial.
El ingreso extraordinario para la provincia, más allá de apuntalar los fondos del Tesoro, pasará a ocupar un lugar en la historia financiera de la provincia. Desde 1990, poco antes del boom de los principales yacimientos petroleros en Neuquén, no se registraba el hecho de que las regalías de gas superen a las de petróleo.
Estas últimas, siempre ganaron la batalla porque el crudo valía más, o bien por volumen de extracción relativo.
Los precios del gas se mantuvieron pisados en Argentina desde la salida del 1 a 1. La intención inicial de los gobiernos de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner fue evitar la dolarización de tarifas. Pero a su vez, vía subsidios y otras regulaciones como las retenciones, se buscó diferenciar los precios internacionales de los locales. Así, cuando el petróleo valía en el mundo más de 100 dólares, aquí llegó, como máximo, a 80.
El caso del gas fue peor, ya que a Neuquén se le pagaba un quinto de lo que se abonaba a Bolivia y diez veces menos el valor de la importación de GNL. Otros tiempos: ahora, el gas local se encuentra entre los más caros del mundo.
El peridiosta del diario Rio Negro, Roberto Aguierre, recuerda que hace diez años, el entonces poderoso secretario de Comercio Guillermo Moreno mantenía pisados los precios de los hidrocarburos y pretendía que las empresas aumentaran su producción igual, como si perforar un pozo fuera lo mismo que vender caramelos. Las reservas de gas (que explica más del 50% de la matriz energética del país) cayeron a la mitad. Recién tras la vuelta al Estado de YPF, el kirchnerismo se dio cuenta de que había que hacer algo con los valores en boca pozo.
El shock macrista hizo lo opuesto. Antepuso la economía dura a la política y soltó las tarifas con subas que alcanzaron en algunos casos el 2.000%. De ser un costo absolutamente marginal, el gas pasó a atentar contra el presupuesto de las familias y de las pymes. El precio que reciben ahora las operadoras está entre los más altos del mundo. Para elaborar una política pública no alcanza con una planilla de Excel.
Las lecturas sobre esta suba de tarifas y la “rebelión patagónica” que se extendió desde Bariloche a toda la región son muchas. Pero hay cinco impactos centrales que sobresalen a cualquier análisis.
Tras el fuerte tarifazo de gas que actualizó las tarifas en todo el país, el gobierno cedió al reclamo de los gobernadores patagónicos y tomó dos medidas: poner un razonable tope del 400% de suba a las boletas domiciliarias y ofrecer una suerte de plan de pago a las pymes y comercios. El impacto fiscal de las medidas no se calculó, pero se intuye que es bajo. La región –sumada a La Pampa– consume sólo un cuarto del gas del país en los segmentos comercial y residencial y esa suma se reduce al 16% anual si se incluye la industria y otros destinos.
La gran duda por estas horas es cómo se instrumentarán esos topes. Fuentes del Ministerio de Energía aseguraron a “Río Negro Energía” que se tipificará un consumo promedio en el 2015 para establecer el valor del metro cúbico y de ahí se partirá para establecer la suba del 400%. Así, una boleta bimensual de un hogar promedio neuquino, por ejemplo, no debería superar los 500 pesos mensuales.
Lo que no se sabe aún es cómo aplicarán el diferimiento a comercios y pymes, una medida rechazada por el sector que sabe que no es una solución de fondo: pasar los consumos de gas invernal al verano es sólo ganar tiempo. La factura anual será idéntica, sólo que más repartida.
Con matices, los gobernadores patagónicos criticaron el tarifazo y reclamaron al unísono medidas nacionales para paliar la situación. Pero ninguno de ellos se ofreció a poner aunque sea una parte de los 400 millones de dólares que, según calculó un estudio privado, recibirán en concepto de regalías extra por la suba del gas en boca de pozo.
A dónde irá ese dinero que sostienen todos los argentinos con la suba de tarifas es una incógnita, aunque es previsible que terminará en la columna de los gastos corrientes.
El aumento del precio del gas para hogares, comercios, industrias, generación y otros usos tuvo como fin mejorar el valor que se abona a las operadoras y también lo que reciben las transportadoras y distribuidoras. Pero al igual que como pasa con el petróleo, Argentina paga uno de los valores de gas más caros del mundo.
El millón de BTU, unidad calórica con la que se mide el gas, cuesta en el país alrededor de 5,1 dólares en promedio. Algunos usuarios llegan a pagar el doble. En el gráfico que acompaña esta nota se ve cuánto cuesta el despacho de gas licuado en todo el mundo, con números más bajos. Incluido el ingreso por Bahía Blanca, que ronda los 4,5 dólares, a los cuales hay que sumarles un dólar y medio de regasificación.
El gas que Alemania compra a Rusia y que viaja por un caño subacuático de 1.200 kilómetros cuesta lo mismo que el gas que sale de un pozo neuquino según los datos del FMI.
En la otra punta la comparación se hace imposible. El gas para uso domiciliario, muy extendido en Argentina, es poco habitual en la mayoría de los países, que lo destinan sobre todo a la generación o a la industria. Además, el mercado del gas –que no es commoditie– es uno de los más regulados del mundo: cada país tiene su propio esquema, con subsidios y tarifas diferenciales.
La suba de precios en boca de pozo implicó una transferencia de casi 3.000 millones de dólares del bolsillo de los usuarios a las operadoras. La cifra no cuenta regalías.
La suba autorizada por el gobierno nacional parte del concepto de que ese precio es el justo para que las empresas sean rentables. No existen datos públicos sobre cuánto cuesta poner un millón de BTU en los caños pero, para poner una referencia, con un valor de 4,7 dólares promedio la unidad gas de YPF era rentable. Ahora cobrará, como el resto de las empresas, 5,1 dólares.
Como corolario, la transferencia se dio sin poner condiciones ni solicitar planes de inversión. Es, a la vista del gobierno, una señal de mercado para que las empresas tomen la iniciativa. El tiempo dirá si la política es exitosa.
Con la medida de la suba de tarifas el país se ahorrará 4.000 millones de dólares, según explicó el Ministerio de Energía en un comunicado. Pero de ese monto sólo 1.100 millones serán en subsidios, mientras que el resto es por la baja del precio de importación.
Esos 1.100 millones representan apenas una rebaja de 0,2 puntos en el déficit fiscal de 7,3% del PBI que aduce el gobierno nacional como “pesada herencia”.
400%
será el aumento tope en la factura de gas patagónica con el nuevo esquema. Aún no se sabe cómo se aplicará.
u$s 3.000
son los millones de dólares que los usuarios transferirán a las operadoras de gas en todo el país.
0,2 puntos
del déficit se ahorró el gobierno con la quita de subsidios al gas. Son apenas 1.100 millones de dólares, una cifra de escaso impacto.
u$s 5,1
es el precio del millón de BTU en Argentina, uno de los valores más altos del mundo.
De la negativa de Moreno a aumentar los precios del gas y el petróleo se pasó casi sin escalas a tener los valores más altos del mundo.