Daniel Tejada
El cambio llegó también a las relaciones internacionales y puso en el freezer al megaproyecto del radiotelescopio chino en San Juan. Las sospechas del gobierno nacional acerca del uso militar que pudiera darle el gigante asiático a las instalaciones calingastinas pisaron la licitación en el Conicet, con un presupuesto asignado de 1,5 millón de dólares, hasta nuevo aviso.
Esa novedad dependerá de las gestiones diplomáticas que realice la canciller Susana Malcorra cuando parta rumbo a China este mes, en una visita preparatoria del viaje que realizará el presidente Mauricio Macri a la potencia entre agosto y septiembre.
Así lo reveló a Tiempo de San Juan una alta fuente vinculada al Conicet que pidió reserva de identidad en función de lo delicado del asunto. Señaló particularmente al ministro de Ciencia y Tecnología de Nación, Lino Barañao, como el principal objetor del proyecto. Un viraje notable, teniendo en cuenta que el funcionario avaló la iniciativa desde el origen. Arrancó su gestión durante la era K y logró sobrevivir en el gabinete macrista hasta la actualidad.
Las sospechas sobre la presunta utilización militar de las instalaciones científicas chinas en Argentina surgieron, en realidad, durante 2015. En plena campaña preelectoral, los sectores de la entonces oposición alertaron sobre la base espacial construida en Neuquén. Era cuestión de tiempo: finalmente el radiotelescopio sanjuanino cayó en el cono de dudas.
Ciencia y Tecnología frenó el envío del 1,5 millón de dólares para licitar la primera etapa del proyecto, que consiste en la base hormigonada para la posterior colocación del instrumento. El lugar elegido finalmente fue el parque El Leoncito, junto a los observatorios astronómicos, más cerca del Cesco que del Casleo. Una vez montada la parabólica, su altura será superior a la del campanil de la Catedral y se podrá ver desde varios kilómetros a la redonda.
El proyecto se remonta a 2004, cuando la Universidad Nacional de San Juan cerró el trato con la Academia Nacional de Ciencias de China. Fue durante la gestión de Benjamín Kuchen como rector y José Luis Gioja como gobernador. El monto global de la inversión ronda los 40 millones de dólares, aportados por el gobierno asiático.
Doce años después, los pliegos para licitar la primera etapa y su presupuesto están listos. Pero el factor político se convirtió en un escollo. Ante la demora argentina, China ofreció aportar el 1,5 millón de dólares inicial, en un claro interés por avanzar. Sin embargo, la provincia decidió esperar los tiempos de la Casa Rosada, con el objetivo de evitar cualquier escozor.
La llave para destrabar el proyecto está en manos de Malcorra. Altas fuentes del Conicet confiaron en que la canciller no tiene una mirada negativa sobre el asunto. Incluso, parece menos recelosa que Barañao. Pero hay que esperar hasta ver los resultados de su gira por China.
En principio, estaba previsto que la funcionaria partiera a suelo asiático el 18 de mayo. Trascendió que buscará la firma de una adenda al proyecto de la estación espacial de Neuquén. La rúbrica se daría en agosto o septiembre, cuando Macri llegue en visita oficial a ese territorio con un puñado de convenios en carpeta.
En la adenda, Argentina pretende que China se comprometa por escrito a que las instalaciones neuquinas no tendrán uso militar. Destrabándose esa situación, recién entonces el radiotelescopio sanjuanino tendrá luz verde. Al menos eso calculan en la provincia. Si Barañao persistiera en su rigidez, ya no sería demasiado traumático, habiendo dado el ok el Ministerio de Relaciones Exteriores e incluso, Presidencia.
El radiotelescopio es una antena satelital. Se apunta a un objeto cualquiera y funciona en conjunto con otros aparatos similares dispuestos en distintos sitios del planeta, dirigidos hacia el mismo punto. Con esta técnica, se realiza "interferometría". Son estudios muy sofisticados de geodesia.
Pero también se podría tomar señal de satélites y leer comunicaciones. El radiotelescopio que instalaron en Neuquén es de ese tipo. Por eso el gobierno argentino pretende lograr el compromiso escrito de que la base espacial no tendrá implicancias militares. La promovida restauración de relaciones con Estados Unidos de parte del macrismo obliga a tener ciertas garantías, al menos desde lo declarativo.
Sin embargo, en San Juan aclaran que el radiotelescopio a instalar en Calingasta es totalmente distinto al de Neuquén, más allá de su similar apariencia. No será operado por la Agencia de Comunicaciones China sino por la Academia de Ciencias China.
Para Barreal será un atractivo turístico importante. Investigadores de todas partes del mundo llegarán para desarrollar sus estudios aquí. Además, desde lo político, permitirá estrechar lazos entre la provincia y China, futuro destino de las exportaciones que salgan por el túnel de Agua Negra. Es un combo.
Macri sí quiere
El 15 de febrero el diario La Nación publicó que el gobierno había comenzado a negociar, en reserva, los nuevos términos de la estación espacial neuquina. Según la publicación, el presidente Mauricio Macri instruyó a su embajador en Pekín, Diego Guelar, y a la canciller Susana Malcorra, para sostener el convenio suscripto por Cristina Fernández de Kirchner y por el primer ministro Xi Jinping pero con una adenda que brinde garantías de la no utilización de las instalaciones con fines militares.
La empresa estatal Satellite Launch and Tracking Control General (CLTC), que se encargará del control del lugar, depende del Ejército Popular chino. Esta sea, tal vez, la principal fuente de dudas que el gobierno argentino busca despejar.
El convenio en cuestión fue ratificado por el Congreso Nacional en enero de 2015. La base espacial impresiona en fotografías por sus dimensiones. Está ubicada en la localidad de "Bajada del Agrio”.
Macri quiere liquidar la controversia antes de viajar a China entre agosto y septiembre para la cumbre de presidentes del G-20.