La suba del precio del gas en boca de pozo fue una de las noticias más importantes de la última década para la provincia. Pero en la otra punta de la cadena, en las hornallas, no se vivió con el mismo entusiasmo: hay facturas que se multiplicarán por 20.
Por eso, los diputados provinciales de la comisión de hidrocaburos dieron despacho a un proyecto del legislador Carlos Sánchez (Unión Popular) para pedirle a los representantes neuquinos en el Congreso que soliciten vía una ley un tratamiento especial para la provincia.
El motivo es que, a diferencia de otras zonas del país, aquí las zonas frías demandan más gas a lo largo del año por las bajas temperaturas.
Aunque el tema todavía no se instaló en agenda, en el mundo político temen las repercusiones que puedan generarse cuando lleguen las primeras boletas con los consumos de invierno.
El gobernador Omar Gutiérrez, aseguró a este medio que se trabajará “para hacer las gestiones pertinentes” para el acceso a la tarifa social que proyectó el gobierno nacional.
Esa tarifa, si bien atiende a hogares de bajos recursos, podría no ser suficiente en la zona.
Para Gutiérrez, la decisión de trasladar a tarifa la totalidad del aumento del precio en boca de pozo fue de la Nación. El otro camino hubiera sido apelar a los subsidios, una mala palabra para la actual conducción de la Casa Rosada.
Sin embargo, es difícil tomar una medida local para amortiguar el impacto. Es que luego de haber reclamado varios años por la suba en boca de pozo, el gobierno pagaría un alto costo político si sale a solicitar, además, una tarifa especial.
Lo cierto es que el aumento será considerable aún en la tierra que produce el 50% del gas que consumen los argentinos.
El próximo bimestre se notará con más fuerza la suba, que erosionará el ingreso de los sectores medios. Según las planillas del Enargas y los consumos tipos calculados por Camuzzi, la boleta bimensual podría oscilar entre los 1.000 y 2.000 pesos para la zona, que ya goza, como toda la Patagonia y parte de la región de la Puna de un costo diferencial.
El problema es que en la zonas donde el frío se anticipa al otoño o se estira a la primavera el impacto es mayor.
Además, las familias de menos recursos poseen aparatos menos eficientes en la generación de calorías, y el impacto que sufrirán será todavía mayor.