Con el desierto más árido del mundo a sus ruedas, la cuarta edición de la “Carrera Solar Atacama”, una competencia extrema y única en América Latina que exalta los beneficios de las energías renovables, arrancó este jueves en el norte de Chile.
Los 17 equipos iniciaron la travesía en Iquique (1,800 kilómetros al norte de Santiago). Once de ellos aspiran al trofeo y los restantes correrán por fuera de la competencia, al no completar los requisitos técnicos necesarios para ir por el título de campeón.
Pilotos chilenos, bolivianos, colombianos e italianos recorrerán hasta el 26 de abril los 2,300 kilómetros de la competencia alineados en dos categorías: evolución, que suma a los vehículos movidos exclusivamente por energía solar; e híbrido, que mezclan energía solar con tracción a pedales.
“Después de tres días arduos de pruebas en Tarapacá, los equipos que pasaron las ‘Clasificatorias Power Train’ largaron” la competencia, señaló la organización del evento.
Sobre la autopista que recorre de norte a sur el extenso territorio chileno, los autos, unos paneles sobre ruedas con una cabina en el centro donde se sienta el piloto, que pueden alcanzar los 150 kilómetros por hora, avanzaban el primer día de competencia desde la zona norte donde el océano Pacífico se funde con las montañas teñidas de ocre del árido desierto.
En las primeras horas de la competencia el equipo italiano tomó la delantera, a una media de 100 kilómetros por hora, constató la AFP.
Dispersos en la ruta y promediando la primera jornada, los pilotos frenan sus máquinas y con la ayuda de sus equipos -que realizan el recorrido en vehículos con combustible fósil a la par de los competidores- lanzan agua sobre el panel solar de los autos para enfriar la máquina.
Durante las maniobras de enfriamiento y limpieza un clima de tensión invade al equipo que trabaja a gran ritmo para dejar la máquina de nuevo en condiciones óptimas para una carrera en la que conviven el trabajo artesanal y rudimentario con máquinas con tintes futuristas.
Más allá de ocupar un lugar de privilegio en la competencia, los participantes tienen como meta terminar la carrera que implica un esfuerzo extremo por torcer el brazo al desierto, pero sin dañar el peculiar ecosistema.
En esa línea, la carrera busca concienciar al mundo sobre las ventajas de la energía solar en el transporte.
Lo negativo de estos prototipos es su alto costo que en promedio alcanza el millón de dólares en los autos que se mueven con energía solar, frente a los más de 5,000 dólares que cuestan los híbridos.
El inicio de la carrera en Atacama ha coincidido con la reanudación de la vuelta al mundo del avión ecológico suizo Solar Impulse 2, que se mueve también con energía solar.
La nave, pilotada por el suizo Bertrand Piccard, tiene previsto aterrizar el sábado en la ciudad californiana de Mountain View, cerca de San Francisco, tras 62 horas de vuelo e impulsada por sus miles de células fotovoltaicas que le permiten estar en el aire tanto de día como de noche.
La “Carrera Solar Atacama” tendrá su última etapa el 26 de abril en Collahuasi, extremo norte de Chile, y la premiación un día después.