Rafael Mathus Ruiz
La revista Time eligió a Mauricio Macri como uno de los 100 líderes más influyentes del mundo. Para describir al Presidente, eligió a una de las personas que se benefició del giro político en la Argentina y la decisión del Gobierno de recomponer el vínculo de la Argentina con los mercados de capitales: Paul E. Singer, dueño de Elliot Management, el fondo "buitre" que litigó durante 15 años para cobrar bonos en default, algo que ocurrirá mañana.
"La Argentina es rica en recursos naturales y capital humano, pero su progreso económico ha sido obstaculizado por la ineptitud y la corrupción de sus líderes políticos", comienza el artículo de Singer sobre Macri, titulado "Campeón de las reformas económicas.
"Durante la última década, las políticas del dúo gobernante de Argentina, Néstory Cristina Fernández de Kirchner, dieron lugar a una inflación galopante, la caída de valor de la moneda y la fuga de capitales. El resultado fue la elección del reformista Mauricio Macri en 2015", continúa.
Singer no hace ninguna mención directa al prolongado litigio en los tribunales de Estados Unidos contra el país, que llevó a la Argentina a un segundo default, "técnico", a mediados de 2014, cuando el gobierno de Cristina Kirchner decidió no pagarle a los fondos "buitres" y, debido a las medidas cautelares que impuso el juez Thomas Griesa, no pudo realizar los pagos a los bonistas de los canjes de 2005 y 201.
"Macri ha eliminado los controles de divisas de la Argentina, lo que permite una mayor libertad para el comercio. Él se ha comprometido a reintegrar a Argentina en la economía mundial, en busca de la inversión privada en el extranjero. Y ha tomado medidas para acabar con el valor por defecto de 15 años que ha mantenido al país en el exilio económico desde 2001", describe el magnate de Wall Street.
"Macri todavía tiene importantes tareas por delante de él, incluyendo control de la inflación. Pero si se hace honor a su promesa, Argentina, finalmente, puede hacer lo mismo", concluye Singer.
MARCELO BONELLI
Hoy la Argentina les va a pagar a los fondos buitre y – después de 15 años – saldrá del default más largo y traumático de la historia.
El pago generará una “burbuja” de entusiasmo financiero, tranquilidad en el dólar y promesas de inversión.
Pero la Casa Rosada cometería un serio error estratégico si se obnubila con los habituales “cantos de sirena” del circuito financiero internacional.
La buena decisión de salir del “veraz internacional” no resuelve los tres problemas que tiene la economía: la aguda recesión, la caída del empleo y la aceleración de los precios. Nadie tampoco va a invertir en “fierros” y en el mercado interno mientras la tasa de interés anual esté en el orden del 38 %.
Esa es la verdadera opinión intramuros que tienen los hombres de negocios locales y los grandes fondos de inversión dexterior.
Además, los líderes fabriles sostienen que hace falta explicitar un plan monetario y fiscal coherente, que sofoque la stanflation del último semestre.
Los datos son elocuentes. El propio Alfonso Prat-Gay espera una inflación del 5% en abril y del 4% en mayo: en cinco meses se acularía un 23 %, la pauta prevista para todo el año.
En las centrales empresarias también insisten en los serios problemas de funcionamiento que acusa el gobierno de Cambiemos. Muchos de ellos ya generaron conflictos con Elisa Carrió y con el propio radicalismo. Firme y sincero, Ernesto Sanz se los trasmitió a Mauricio Macri.
Las continuas invocaciones del Presidente al trabajo en equipo no tapan las duras internas en el gabinete. La Cancillería –a causa de eso– tuvo serios problemas para cerrar la designación en un cargo trascendente.
Susana Malcorra realizó cuatro ofrecimientos para ocupar recién ahora la Secretaría de Negociaciones Económicas. Javier González Fraga fue el primero que lo rechazó. El ex titular del BCRA está muy ligado a Sanz. Tampoco aceptaron la economista Valentina Delich y el ex secretario de Industria y embajador de carrera Alberto Dumont. Ninguno de ellos está dispuesto a sufrir los desplantes del PRO. Frente al traspié, Malcorra tuvo que conformarse: nombró a la embajadora María Boldorini, con nula experiencia y conocimiento de la económica internacional.
Ningún empresario explicitó estos problemas ni su visión, en la inusual reunión que tuvieron con el Presidente en la Quinta de Olivos. Pero todos ellos, en la intimidad de sus cónclaves, coinciden: nadie va a invertir mientras no se combatan las distorsiones y haya un plan de desarrollo convocante.
También lo dicen en voz baja: el valor del dólar quedó estrecho por el abrupto aumento de costos. El proyecto de ley contra los despidos se convirtió en un “test” de gobernabilidad.
Prefirieron –como muchas veces ante el poder político– callar las dudas y ponderar el gesto de Mauricio Macri. Fue la contracara de Cristina: estuvo dos horas compartiendo con los hombres de negocios en Olivos.
En una ronda íntima que reunió a Paolo Rocca, Alejandro Bulgheroni y Cristiano Rattazzi, el Presidente insitió: “La salida del default es el punto de inflexión”. Adrián Kauffman Brea, el jefe de la UIA, también estuvo a solas con el Presidente y Jaime Campos afirmó: “Ahora habrá inversiones”.
El Presidente tampoco mostró todas sus cartas. La Casa Rosada prepara un blanqueo general de capitales para el segundo semestre. El costo será del 8% para el dinero que quede en el exterior y del 3% si los fondos ingresan a la Argentina.
El equipo económico lo admitió en el “road show” que hizo en los Estados Unidos. Durante esa presentación Prat-Gay incluyó un punto preciso para cerrar el plan financiero del 2016: captar este año, con un bono, 6.000 millones de dólares que están en el colchón de los argentinos.
La negociación externa tuvo como padrino principal al secretario del Tesoro, Jack Lew. Los subsecretarios Nathan Sheets y Michael Kaplan fueron los encargados de ayudar a desbloquear el malestar inicial con Argentina y apuntalar la propuesta del Palacio de Hacienda.
Ambos trabajaron con Luis Caputo, quien desplegó toda su capacidad profesional y diplomática. El secretario de Finanzas fue quien sugirió una decisión inicial para aflojar el malhumor de Daniel Pollack: que Argentina le pague la factura atrasada por su tarea, que acumulaba a fin de año 350.000 dólares.
Después no hubo nuevos atrasos en los honorarios. Eso ayudó a ablandar la desconfianza inicial de Pollack, tanto como las cenas sociales que compartió con Caputo, incluso con sus respectivas mujeres.
También el equipo económico hizo un buen trabajo en el Congreso. El dictamen que expuso Carlos Balbín, el Procurador del Tesoro, fue trascendente para despejar dudas legales.
La Procuración decidió auditar los pagos que Cristina Kirchner hizo a Cleary & Gottlieb y frenar el envío de nuevos giros al estudio de abogados. Balbín analiza si hubo una millonaria sobrefacturación. Cleary tuvo una relación especial con Carlos Zannini y Axel Kicillof. En observación hay facturas por la exorbitante cifra de 70 millones de dólares, a pesar del poco eficaz asesoramiento del último quinquenio.
Es contundente el dictamen del fiscal Gerardo Pollicita sobre la forma como Ricardo Echegaray encubrió al “Zar del Juego”. Para defenderse, Cristóbal Lopez contrató como asesora a la íntima amiga de Cristina y una de las responsables de la pésima gestión de YPF: ahora Doris Capurro trabaja para él. Pollicita en su trabajo no solo deja al descubierto a Echegaray: también a la decena de funcionarios de la AFIP que lo secundaron para encubrir los delitos de López.