integrante del grupo de medios liderados por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) y el diario alemán Süddeutsche Zeitung- revela los tentáculos de la firma panameña Mossack Fonseca en Lima y cómo ayudó a sus clientes peruanos a crear sociedades offshore en los mayores paraísos fiscales del mundo. La filtración de 11.5 millones de documentos secretos es la más grande en la historia.
En el corazón del distrito de San Isidro, frente a la embajada de Panamá en Lima, al costado de un tradicional estudio de abogados y a pocos metros del búnker de la Unidad de Inteligencia Financiera (el órgano más importante en la lucha contra el lavado de dinero en el Perú), se levanta un inmueble de dos pisos, tres cocheras y una fachada cubierta por rejas blancas que apenas destaca en el barrio residencial de la calle Roma, apacible zona marcada por el tránsito matinal de los vecinos, la invasión canina del parque aledaño, el rutinario recorrido del patrullero de la policía municipal y la mirada de los vigilantes privados que pernoctan en las únicas casetas de lunas polarizadas del lugar.
En dicha residencia -cerca de El Golf, la zona más exclusiva de San Isidro, y a kilómetros del centro financiero limeño- se esconden los secretos mejor guardados de la historia del poder económico en el Perú contemporáneo. Aquí, detrás de sólidas puertas de metal, rejas y ventanas oscuras, opera en las sombras el cuartel general de una de las firmas jurídicas más polémicas del mundo: el Grupo Mossack Fonseca, fundado a fines de los años 70 en Panamá.
Un estudio experto en crear compañías offshore en cualquier paraíso fiscal del mundo, con una lista de clientes entre los que destacan presuntos testaferros de dictadores de Europa, África y Medio Oriente y empresas vinculadas a capos de las drogas mexicanos y evasores de impuestos, y sindicado como “lavadora de dinero” por la justicia brasileña que investiga el megacaso de corrupción Lavajato que amenaza con acabar con el gobierno de Dilma Rousseff.
Mossack Fonseca, fundada por el abogado panameño Ramón Fonseca y su colega de origen alemán Jürgen Mossack, se erigió en un actor protagónico de la economía nacional desde el 2001 cuando se instaló en el Perú inmediatamente después de la caída del gobierno de Alberto Fujimori y mientras se descubrían los millones de dólares que la mafia de su exasesor Vladimiro Montesinos había escondido en bancos de Panamá, Suiza y Luxemburgo por intermedio de compañías offshore.
Desde esa época hasta nuestros días, las operaciones en Lima de estos maestros del secreto financiero apenas han sido detectadas por el Ministerio Público, la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria (Sunat) o la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), instituciones especializadas en combatir la defraudación y la elusión tributaria y el blanqueo de capitales; mientras que su discutida fama solo ha trascendido en la prensa al revelarse algún solitario caso de corrupción que finalmente cayó en el olvido.
Ojo-Publico.com -miembro del grupo de medios encabezados por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) y el diario alemán Süddeustche Zeitung, que accedió a la filtración de 11.5 millones de documentos secretos de Mossack Fonseca- revela hoy la historia detrás de la firma en el Perú, desde sus años iniciales hasta la actualidad; la identidad de sus representantes locales, sus métodos de captación de clientes y la sofisticada red de contactos que ha establecido entre la élite empresarial para crear empresas offshore en paraísos fiscales.
La investigación, que publicamos en simultáneo con 100 organizaciones internacionales de noticias y que alcanza a poderosos hombres de negocios, lapolítica y los deportes en el mundo, ha sido bautizada como PanamaPapers por ser la filtración más grande recibida por periodistas (2.6 terabytes) desde que Wikileaks reveló los cablegates del Departamento de EE.UU. el 2011.
Los Panama Papers de Perú -miles de documentos que revelan las operaciones financieras de peruanos en las offshore durante los últimos 15 años de crecimiento económico en el país- alcanzan a dos candidatos presidenciales: Keiko Fujimori, por intermedio de algunos de sus poderosos financistas de campaña en el 2011 y 2016, quienes figuran como clientes de Mossack Fonseca o como directivos y apoderados de offshore en diferentes paraísos fiscales del mundo. También Pedro Pablo Kuczynski, quien siendo primer ministro de Alejandro Toledo, firmó una carta de recomendación para un exbanquero amigo suyo que luego la utilizó para abrir una sociedad en Panamá.
Entre los clientes de la firma también destaca el socio del exmandatario Alan García en la librería más comercial de Lima, Jaime Carbajal, así como uno de sus ministros durante su último gobierno, Hernán Garrido Lecca, junto con Virgilio Acuña, actual congresista y hermano del expostulante presidencial César Acuña.
Al profundizar en los documentos, descubrimos que Mossack Fonseca Perú fue agente de paraísos fiscales de los directores de importantes gremios empresariales del país, de dueños y ejecutivos de compañías de los círculos corporativos más prestigiosos de Lima, de hombres de negocio que construyeron su fortuna en la última década, de abogados de los estudios más poderosos de la capital, al igual que de accionistas de discotecas, casinos y juegos de tragamonedas, de empresas mineras, farmacéuticas, agroindustriales, hoteleras y hasta de una aerolínea local.
También aparece el grupo familiar Bozovich vinculado con la exportación de madera de origen ilegal a EE.UU. y México, ‘barones’ de la pesca industrial, cirujanos plásticos, coleccionistas de arte, personajes vinculados a los medios de comunicación y hasta al deporte. La lista incluye a famosos cocineros del sector económico más emblemático del Perú moderno: la gastronomía.
Entre los clientes más polémicos que asesoró Mossack Fonseca destacan: el encarcelado abogado Rodolfo Orellana y uno de los socios de su organización criminal; el abogado Mauricio Muñoz-Najar, ‘cerebro’ del fujimorismo en la Sunat de los 90 y condenado a prisión por corrupción al descubrirse sus nexos con Montesinos; y un exlugarteniente del condenado capo de las drogas Fernando Zevallos.
Además, Dennis Melka, el mayor deforestador de los bosques de Loreto y Ucayali, empresarios vinculados a la minería ilegal de oro en la Amazonía; César Almeyda, un exjefe de inteligencia que cayó preso por tráfico de influencias en la época de Alejandro Toledo; el exabogado de un narcotraficante del norte del país y una empresa constructora vinculada al también encarcelado Martín Belaunde Lossio.
Otros que no pasaron desapercibidos son el hombre clave en el caso de corrupción y lavado que involucró al alcalde de Lima, Luis Castañeda; el exfuncionario del Gobierno Regional del Callao y hermano de un conocido exalcalde investigado por desbalance patrimonial y la esposa de otro burgomaestre, en un balneario del sur de la capital, procesado por enriquecimiento ilícito.
Casi todos acabaron involucrados con Mossack Fonseca Perú, directa o indirectamente, en el proceso legal para convertirse en accionistas, directivos o apoderados de compañías fantasmas, que al mismo tiempo eran dueñas de otras offshore, de cuentas bancarias, inmuebles y hasta de embarcaciones navieras de lujo; protegidos por el anonimato que proporciona las 21 jurisdicciones en donde la firma panameña está presente: desde Panamá y las Islas Vírgenes Británicas en el Caribe, hasta los estados norteamericanos de Nevada y Delaware, el territorio chino de Hong Kong, el archipiélago de Samoa y Niue en el Pacífico Sur, las Seychelles en el océano Índico y la isla de Man en el mar de Irlanda, entre otras.
Estas localidades están incluidas desde el 2001 en la lista de los 43 territoriosconsiderados ‘paraísos fiscales’, ‘offshore’ o ‘territorios de baja o nula imposición’ por la Sunat y otros organismos internacionales que combaten la defraudación y la elusión tributaria ya que exoneran de impuestos a ciudadanos o empresas extranjeras que trasladan sus empresas, bienes y ganancias a estos paradisíacos lugares.
Entrevistados por Ojo-Publico.com e informados de forma general sobre la investigación, los jefes de la Sunat, Martín Ramos; de la Unidad de Inteligencia Financiera, Sergio Espinoza; y Eduardo Sotelo, asesor del Ministerio de Economía y Finanzas en la creación de un famoso decreto contra la elusión fiscal, dijeron que las personas detrás de las offshore buscan el anonimato de sus transacciones, del flujo de dinero y de las compras de activos. “Los paraísos fiscales son perjudiciales porque minan las bases tributarias del Perú. Las empresas anidan y radican allí porque les brinda beneficios tributarios, opacidad y secreto”, indicó Sotelo.
Ni siquiera la UIF puede mirar en estos hoyos negros fiscales: “Tenemos dificultad -dice Espinoza- para rastrear a una persona que opera en estas jurisdicciones ya que no lo hace colocando su nombre real sino creando estructuras jurídicas para evitar que lo identifiquen como el beneficiario final”. Actualmente, la Sunat investiga “dos mil casos de personas que reciben dividendos y rentas de territorios de escasa o nula imposición tributaria”, dice el máximo funcionario de la Sunat.
Sin embargo, el Estado Peruano apenas ha visto la punta de un iceberg llamado Mossack Fonseca.
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“El cliente tiene discotecas, es bastante grande y al margen [de] que eso rinde en el Perú, el tema es que no todo se factura. Ahora tiene que dar cuentas a la Sunat (impuestos) y por eso quiere decir que ha recibido una donación hace varios años de modo que pueda justificar algunos gastos que no cuadran con sus ingresos declarados (en el anterior gobierno el ingreso de dinero era libre y totalmente permitido)”, dijo una representante de Mossack Fonseca en Perú en el 2004 sobre un cliente que recibía dinero del exterior y no lo declaraba al fisco. Ante las interrogantes de la filial en Panamá sobre la prestación del servicio, que bautizan como “maquillaje”, la ejecutiva de la sede de Lima responde: “No se va a requerir hacer nada con ‘falsedad’, el cliente es un próspero y conocido empresario, no es un delincuente”.
Sin embargo, no todos las personas que requerían los servicios de la firma tenían semejante “prestigio”.
Entre los clientes de Mossack Fonseca también figuran investigados por enriquecimiento ilícito, lavado de dinero, corrupción y crimen organizado. Casi todos unidos por el mismo discurso: “Mayor seguridad financiera y protección patrimonial para llevar su actividad económica a nuevos horizontes”. Esta simbólica frase -descubierta entre los millones de documentos filtrados al Süddeutsche Zeitung y al ICIJ- apenas revela una colección inédita de correos incriminatorios y acuerdos bajo la mesa para fundar estructuras secretas en zonas de baja imposición, crear falsos escenarios para eludir a la autoridad tributaria en el pago de impuestos y esconder patrimonio fuera del Perú.
Un mail interno enviado desde la oficina de Mossack Fonseca de Lima hacia Panamá pinta el escenario nacional y da pistas sobre el motivo real de los clientes peruanos al tocar la puerta de los paraísos fiscales: los impuestos a pagar en Perú y el anonimato que prometen estas jurisdicciones.
“Los peruanos estamos sujetos a impuestos de todos [los ingresos económicos] que generamos dentro y fuera del Perú. Por rentas fuera pagamos el 30%. Muchos dejan su dinero afuera [del país] y no lo declaran [a la Sunat]. Ese dinero está en bancos del exterior (Citibank, Inteligo, UBS, Credit Suisse, Andorra, Morgan Stanley, JP Morgan, HSBC) [que] tienen funcionarios en Perú (sin permiso, a puertas cerradas)... [Ellos] no tienen licencia para operar [en Lima] sin embargo están aquí captando fondos. El tema se complica porque [la Sunat] acaba de sacar nuevas normas. La persona que colabora con un peruano para no declarar todo lo que tiene y no paga sus impuestos está sujeto a 8 años de cárcel. [De ahí que], los que compran sociedades lo hacen por confidencialidad y por lo tanto no las declaran [al ente tributario]”.
Frente a este panorama, Mossack Fonseca revela en un archivo confidencial las actividades que realiza: “una amplia gama de servicios que incluyen la constitución de compañías, fundaciones y la apertura de cuentas bancarias en bancos e instituciones financieras alrededor del mundo. Para que la firma [y el nombre] de los clientes no aparezca en la documentación relacionada con transacciones bancarias, se ofrece servicios de administración de cuentas mediante la provisión de firmantes autorizados… al momento de realizar alguna transferencia debemos recibir las instrucciones por escrito del beneficiario final para poder proceder ya que actuamos únicamente bajo instrucción de dicha persona”. Los documentos revelan los supremos esfuerzos realizados por la firma en la asesoría de sus clientes para crear “realidades” y “maquillajes” frente a la Sunat.
“Hay que definir si la Sunat requiere documentación que refleje los intercambios de comunicación entre empresas [en paraísos fiscales y Perú]… y si requerirán pruebas de que el servicio fue efectivamente proporcionado (se podría para esto preparar un ‘entregable’, el cual sería el documento que muestra el servicio) y que el mismo ha sido implementado por la empresa…” o “[Cuando se cree una sociedad offshore] es apropiado que esta tenga teléfono, correo, web, espacio físico, rótulo de entrada, gerente, brochure, tarjetas de presentación, notas de crédito, órdenes de compra, facturas, cuentas bancarias, que los accionistas sean personas que no estén con el cliente final, que los directores sean de Mossack Fonseca. Es decir, lo que tienen todas las compañías o empresas de verdad… Nosotros queremos guiar al cliente para que trate de usar la mayor cantidad de ‘realidades’ posibles”, dicen los documentos internos del estudio panameño.
Uno de los abogados de Mossack Fonseca resume la situación: "el cliente quiere algo muy confidencial, muy offshore".
En el primer reportaje de la serie Panama Papers, ICIJ hecha luz sobre la magnitud histórica de las publicaciones sobre el estudio de abogados: “Es la mayor investigación de medios de comunicación jamás llevada a cabo. Los periodistas (un total 370 de 76 países) trabajaron en más de 25 idiomas para descubrir el funcionamiento interno de la firma y rastrear sus acuerdos secretos en el mundo. El sistema offshore es una industria global en expansión que tiene a banqueros, abogados, contadores y otros intermediarios trabajando juntos para proteger la reserva de sus clientes. Estos expertos del secreto usan compañías anónimas, fideicomisos y otras entidades de papel para crear estructuras complejas y disfrazar el origen del dinero sucio… La historia de Mossack Fonseca es, en muchos sentidos, la historia del propio sistema offshore”.
Todo empezó con un correo enviado por una representante de Mossack Fonseca en diciembre del 2012. Del mail se desprende que la firma montó una operación de fachada para operar dos offshore en las Islas Vírgenes Británicas y en las Seychelles con un personaje clave en el financiamiento de la candidata presidencial Keiko Fujimori: el peruano Jorge Javier Yoshiyama Sasaki, quien junto a su esposa coreana Joon Lim Lee Park entregó más de S/.380 mil a Fuerza Popular en la elección del 2011 y en la actual.
Los Panama Papers permiten concluir que Yoshiyama prestó su nombre para que la filial de la firma en Lima elaborara documentos con fecha del 2010, es decir de dos años antes, en donde reconocían que una compañía fantasma llamada Génesis LTD. en las Seychelles lo había elegido como apoderado de otra llamada Tuton Enterprises, domiciliada en las oficinas del mismo estudio en las Islas Vírgenes Británicas.
Según los documentos, Mossack Fonseca otorgó poderes casi ilimitados -a través de Génesis LTD.- a Yoshiyama Sasaki para representar a Tuton Enterprises en el Perú y además dispuso que forme parte de las reuniones de accionistas de la empresa nacional Denwood Holding Perú Metals como si aquellas hubieran ocurrido en Lima en el 2011, es decir un año antes. Este tipo de manejos irregulares eran constantes entre los abogados del estudio. Los archivos revelan como la firma ofrecía a nivel mundial el servicio de retroacción de documentos para ayudar a sus clientes a obtener ventajas en sus asuntos financieros. Correos del 2007 indican que los clientes debían pagar ocho dólares por cada mes en el tiempo que un documento tuviera efecto retroactivo.
Ojo-Publico.com se comunicó con Yoshiyama Sasaki y con personas de su entorno familiar, pero no hubo respuesta.
Pero este no es el único caso que sorprende entre los financistas de Keiko Fujimori que al mismo tiempo eran clientes de Mossack Fonseca. En esta lista descubrimos a la peruana Sil Yok Lee viuda de Lam. Esta mujer también prestó su nombre para ser apoderada de las offshore Nexus Associated y Genell Finance en las Islas Vírgenes Británicas por orden de otra empresa de fachada llamada Whitestone LTD., registrada en la isla de Niue, un paraíso fiscal ubicado en el Pacífico Sur.
La operación del 2004, también manejada por la firma panameña en Lima, permitió descubrir un detalle que había pasado desapercibido hasta ahora en el caso de la financista de Fuerza Popular: Sil Yok Lee viuda de Lam, nació en Lima en 1923. Es decir, la anciana tenía 81 años, y registraba domicilio en el Callao, cuando Mossack Fonseca la nombró apoderada de las offshore en el Caribe y 88 años cuando fue registrada como donante de S/.138 mil para el partido de Keiko Fujimori. Los Panama Papers revelan que los anteriores aportantes de Keiko no fueron los únicos en los archivos de clientes de Mossack Fonseca.
En momentos, en los que el financiamiento del 2011 de la lideresa de Fuerza Popular es investigado por la Fiscalía de Lavado de Activos y cuestionado por su nexo con la offshore LVF Liberty Institute de Delaware, los documentos de la firma ofrecen un vistazo panorámico a los empresarios y ejecutivos de compañías que aportaron importante sumas de dinero a la actual campaña fujimorista y a la anterior. El impresionante flujo de archivos sobre Perú -que aún así representa menos del 1% del total de files filtrados- deja claro que la hija de Alberto Fujimori es la candidata más vinculada a personajes acostumbrados a la oscuridad de paraísos fiscales.
No solo eso, otros personajes vinculados a la política son dos personas de confianza del expresidente Alan García: su socio en la distribuidora de libros Crisol, Jaime Carbajal Pérez, y su exministro de Vivienda y Salud, Hernán Garrido Lecca.
El 2008, en pleno gobierno aprista, Carbajal Pérez compró a Mossack Fonseca la offshore Winscombe Management Corp. en Panamá, en asociación con Percy Uriarte, Víctor Banda y Edgardo Sánchez. Ese mismo año se convirtió en el accionista mayoritario de la compañía y gestionó un poder general para actuar con una firma única. Uriarte y Banda también trabajaban con Carbajal en otra de sus empresas en Lima: Mercados y Norandina, también del rubro editorial.
Mossack Fonseca, como ocurrió en repetidos casos, aceptó como cliente a una persona que tenía cuestionamientos desde fines de los 90 por sus nexos con el fallecido Augusto Bresani, ‘cerebro’ de la llamada ‘Prensa Chicha’ de Montesinos, y por haber sido investigado en el Caso Bavaria del 2004, luego que El Comercio revelara que Carbajal estuvo involucrado en un supuesto acto de corrupción. Cuando la firma revisó sus antecedentes, el empresario salió limpio.
Entrevistado por Ojo-Publico.com, el propietario de Crisol aceptó que compró Winscombe Management Corp. a través del estudio panameño, pero aseguró que nunca le dio uso. “Eso fue hace como 14 años, no recuerdo bien, pero nunca le di actividad o hice operaciones con ella”, acotó. Aunque no era cliente de Mossack Fonseca, los documentos permiten conocer que Hernán Garrido Lecca, otro personaje allegado a Carbajal, fue ministro de Vivienda mientras integraba el directorio de la empresa de comida rápida Bembos. Lo fue durante casi 10 meses entre el 2006 y el 2007. Recién en abril de aquel año, la empresa envió un informe de la junta de su directorio en el que registraban su renuncia al directorio. En aquella época, Bembos tenía como accionistas a las offshore Alpex Equities Assets Inc. y Oldemar Trading Ltd. de Panamá.
Los correos también arrojan luz sobre Virgilio Acuña, hermano del excandidato presidencial César Acuña. La historia empieza el 2012, cuando el congresista buscó a Mossack Fonseca por intermedio de la asistente de su despacho parlamentario. El objetivo de Acuña fue reactivar su antigua offshorepanameña, Belford Associated Corp., para colocarla como titular de las acciones de sus dos constructoras. De tal forma que evitara que se conociera el nombre real del dueño de aquellas.
La constructora Acuña Peralta (hoy Grupo El Ñuro) ganó más de S/.272 millones en 28 contratos con el Estado entre el 2005 y el 2010. La licitación más grande la consiguió con la empresa de agua potable y alcantarillado de La Libertad, mientras su hermano César Acuña era gobernador de esa región. Otra de sus compañías, Edificaciones de la Costa, ganó más de S/.86 millones en contratos con el Estado entre el 2005 y el 2008 y su principal cliente fue el Gobierno Regional de Ancash, cuando gobernaba César Álvarez, actualmente en prisión por corrupción.
Uno de los abogados del bufete que atendió la solicitud dedujo rápidamente la intención de Acuña: busca "seguir licitando con el Gobierno [Peruano] sin que haya conflicto de intereses". Esto se lee en un correo del 2009 enviado desde Panamá a Mossack Fonseca en Lima. En la misiva notifican que habían recibido la llamada de Jeannine Santana, quien trabajaba como asistente del despacho de Acuña, pero que entonces solo se identificó como empleada de la constructora Acuña y Peralta. Una vez enterada del caso, la oficina de Lima respondió con un mensaje de alerta. "Yo trataba con el señor Virgilio Acuña cuando adquirió las sociedades con Mossack Fonseca. Por favor, no dar información a terceras personas, el señor Acuña está siendo investigado por lavado [junto a su hermano César y su familia]. Lo que nos preocupa es que cada vez que "botamos" a un cliente luego este va directamente a Panamá", escribió una de las representantes.
Tan escandalosa fue la participación de Virgilio Acuña que el estudio elaboró un informe interno sobre el legislador por sus "negativos antecedentes" y fue incluido en su lista negra. El bufete renunció también a ser agente registrado y a prestarle directores para su offshore, que tuvo entre sus apoderados en el 2002 a José Mejía Regalado, operador mediático del encarcelado narcotraficante Fernando Zevallos.
Según los documentos, la historia se remonta a dos décadas atrás cuando una delegación panameña de dicha firma llegó al Perú para conocer el mercado nacional. En aquella época, el Estado continuaba su combate contra Sendero Luminoso y al mismo tiempo vivía una de las peores crisis económicas de la historia, mientras que los casos de paraísos fiscales estaban más vinculados a los capos de las drogas que al gobierno de Fujimori y Montesinos, que entonces gobernaba el país.
Fue en el año 1995, cuando Mossack Fonseca de Panamá estableció contacto inicial con el ingeniero Juan Miguel Bákula Budge, exdirector de la Bolsa de Valores de Lima y presidente de una compañía especializada en temas bursátiles, Argenta Sociedad Agente de Bolsa (Argenta SAB), y con su socia, la economista Mónica de Ycaza Clerc. Así empezó la historia.
Entre 1995 y fines de siglo XX, el contacto fue estrictamente comercial ya que Mossack Fonseca Panamá fue el agente registrado de ambos en una offshoreubicada en el paraíso fiscal de Bahamas: Argenta International Limited, matriz de la existente en Perú y con nombre similar. Los documentos indican que la relación entre ambas partes cambió en 1999 cuando empezaron a ser llamados internamente como sus “corresponsales” en Lima. Dos años después, a inicios del 2001, la firma oficializó la “representación de Mossack Fonseca Perú” con el objetivo de reclutar clientes que conocieran y hubieran adquirido sociedades de este tipo. Los primeros en ser contactados por los nuevos emisarios de Mossack Fonseca fueron los estudios de abogados locales para, vía ellos o directamente, llegar a sus clientes finales: personas de gran capacidad económica.
Desde aquel año, la directiva de Argenta SAB, Mónica de Ycaza Clerc, se convirtió en el ‘cerebro’ de las operaciones de la firma junto a su asistente, la también economista Susana Kam Chong. Los primeros que celebraron la apertura de la oficina en la capital fueron los mismos letrados. Según los Panama Papers, el abogado Rodolfo Orellana, entonces un completo desconocido, acabó siendo uno de los privilegiados que recibió la que sería una de las primeras visitas de Mossack Fonseca Perú. La reunión fue descrita así por las representantes locales: “Cordial y de muy buena apariencia. El doctor Orellana ya tiene sociedades adquiridas con nosotros. La visita fue para presentarle las nuevas jurisdicciones (Nevada, Hong Kong y Uruguay), así como las fundaciones… Se está dedicando a la asesoría y consultoría de empresas y está abriendo sucursales en otras ciudades del Perú”.
Hoy Orellana está preso por liderar una de las organizaciones criminales más peligrosas de la última década.
“El 60% de las inversiones extranjeras llegan al Perú a través de compañíasoffshore”, dijo Juan Miguel Bákula frente a los abogados de la firma internacional. Era el verano del 2002, cuando Bákula junto a su socia Mónica de Ycaza viajaron a Panamá en calidad de invitados para celebrar el 25 aniversario de Mossack Fonseca. La frase fue suficiente para que la representación peruana ganara un papel protagónico entre los mercados con mayor expectativa de salida de capitales hacia paraísos fiscales.
Lo mismo ocurrió con Mónica de Ycaza Clerc -accionista de las compañías bursátiles y administradoras de fondos de mutuos de Bákula, quien asumió el protagonismo y las riendas de la representación de forma definitiva. Un documento interno de Mossack Fonseca revela el motivo de su elección en el cargo: “Muy bien relacionada con estudios [de abogados] por los servicios de bolsa que brinda [con Argenta]” y por sus “contactos familiares y personales”. Los correos filtrados confirman la afirmación de aquella época.
Con el transcurrir de los meses, la noticia de la representación de Mossack Fonseca en Lima corrió como reguero de pólvora por los estudios de abogados. “Nos hicieron varias preguntas… Les explicamos nuestra forma de operar y que para cualquier apoyo o duda estábamos con la mayor disposición de atenderlos. En el estudio [nos dijeron] no le habían dado mayor importancia al tema de las offshore, pero últimamente sus clientes estaban preguntando… Comenzaron a averiguar más con otros estudios y se han dado cuenta de que [abrir sociedades en paraísos fiscales] es una buena alternativa de negocios para ellos”, dijo Mónica de Ycaza a sus pares de Panamá sobre una entrevista con un bufete peruano.
Diálogos como el anterior se repetirían en múltiples ocasiones. Ojo-Publico.com se comunicó con la sede de Mossack Fonseca en Lima, le dejó mensajes sobre la investigación y envío correos a Mónica de Ycaza, pero no hubo respuesta.
Un año después, en el 2003, Mossack Fonseca -que nunca tuvo personería jurídica en Lima- aceptó instalar sus operaciones y su sede oficial de recepción de documentos en la residencia de la calle Roma, de propiedad de la madre de De Ycaza. Desde aquella época, la firma ha seguido con atención la vida económica del país. Ni la gastronomía local, tan celebrada a nivel mundial, se escapó de su ámbito de influencia.
“Me reuní con varios chef famosos peruanos -contó de Ycaza a su sede en Panamá en un correo del 2015- y se están pasando la voz. Todos me han pedido cotización de empresas y posibilidad de otros negocios. Como bien sabes, la gastronomía peruana está de moda y hay muchos chefs premiados y reconocidos a nivel mundial, los mismos que están siendo contratados para hacer franquicias en varias parte del mundo y/o para dar asesorías. Todos pagan el 30% de sus ingresos como impuestos y como comprenderás ninguno quiere hacerlo”.
De la necesidad de los clientes surge Mossack Fonseca, que constituye y administra sociedades o fundaciones offshore, maneja cuentas bancarias de empresas de manera remota o compra y vende inmuebles, yates o pinturas cotizadas en millones de dólares, además de transferir estos mismos bienes de forma secreta y por debajo de la mirada de la entidad tributaria. También asesora y construye complejos esquemas de facturación para pagar menos impuestos, teje una extensa madeja de offshore con el objetivo de evitar la identificación del beneficiario final del capital, convoca prestanombres y esconde activos ajenos o de origen sospechoso o simplemente rentabilizaba el dinero en alguna isla del Caribe.
La firma panameña todo lo puede y lo ofrece al momento de vender la tentación del paraíso fiscal: “Las primeras cinco horas sin costo alguno, después US$150 por hora”, dice uno de sus reportes reservados para clientes. La frase acierta, los #Panamapapers también: en el mundo de Mossack Fonseca todo cuesta.