MARIANA, Brasil—A media hora en auto de este poblado colonial en el sureste de Brasil, los árboles de repente dan paso a lo que parece un llano de sal desértico. Es un valle de más de tres kilómetros de ancho repleto de desechos mineros.
El 5 de noviembre, una represa de tierra que contenía este mar de lodo colapsó, provocando una inundación que cobró la vida de 19 personas, destruyó poblaciones y recorrió más de 640 kilómetros camino al océano Atlántico, donde dejó una mancha café rojiza visible desde el espacio. La represa, de casi 30 pisos de altura y con capacidad para 55 millones de metros cúbicos de desechos mineros, fue la estructura más grande de su tipo en quebrarse.
No será la última. Desde Chile hasta Australia, la búsqueda de economías de escala ha llevado a las empresas mineras a excavar canteras más grandes y profundas, lo que ha creado volúmenes récord de desechos. Para almacenar estos residuos, han construido algunas de las estructuras más colosales que el hombre haya hecho en el planeta. Conocidas como presas de relaves, estos terraplenes contienen depósitos de lodo, roca finamente molida y agua que queda después de separar los metales de los minerales.
En teoría, estos relaves apuntan a ser eternos. En la práctica, fallan con la suficiente frecuencia como para que los mismos ingenieros suenen las alarmas. Quince meses antes del desastre de Brasil, Canadá sufrió el mayor quiebre de una represa de relave en una mina de cobre que cumplía cabalmente las normas locales. Los expertos estiman que cada año se registran entre una y cuatro fallas en las presas de relave alrededor del mundo, casi 10 veces más que en las represas de agua.
Los relaves más altos, en minas de cobre en los Andes peruanos, ya están a la par de la imponente Represa Hoover, ubicada entre los estados de Nevada y Arizona en Estados Unidos, y tienen permiso para seguir escalando.
“Nuestras represas y basureros son una de las estructuras de más alto riesgo en la Tierra”, dice Andrew Robertson, un consultor de Vancouver que ha diseñado varias represas de relave de gran tamaño para empresas mineras. El experto recalca que las minas más grandes aumentan 10 veces su producción de desechos cada tercio de siglo.
Los accidentes ocurridos en países gobernados por regímenes autocráticos a menudo no se reportan, particularmente en China, dicen expertos. Las regulaciones y la aplicación de las normas varían ampliamente entre las diferentes jurisdicciones, lo que a menudo deja que las propias mineras asuman la tarea de autosupervisarse.
“Alrededor del mundo es una mezcolanza”, dice Harvey McLeod, ingeniero canadiense que preside la Comisión Internacional de Grandes Represas (Icold, por sus siglas en inglés). “Estas estructuras son tan complejas que redactar una regulación preplaneada es prácticamente imposible”.
Algunas presas cerradas se mantienen estables y hasta cierto punto armonizan con el entorno. Antofagasta Minerals PLC, por ejemplo, está reforestando con plantas nativas su descomunal presa de relaves de Quillayes en Chile, que cerró en la década pasada, para absorber toxinas y restaurar la zona con el fin de que se parezca a su estado natural. La presa de la cerrada mina de oro Cannon, en Wenatchee, estado de Washington, ha sido convertida en un área de cabalgatas llamada Dry Gulch.
No ha sido el caso de Fundão, la represa brasileña que falló y que pertenecía a Samarco Mineração SA, una empresa conjunta de dos de las mayores mineras del mundo: la anglo-australiana BHP Billiton Ltd. y la brasileña Vale SA.
Samarco, que está bajo investigación por posible delito en Brasil en relación con el desastre, dice que Fundão cumplía con todos los requerimientos legales y regulatorios, y que no mostraba signos de problemas estructurales antes de que colapsara, una posición que uno de sus consultores cuestiona. Vale y BHP Billiton han dicho que la represa era responsabilidad de Samarco, no de esas empresas. Las tres compañías han cooperado en los esfuerzos de alivio a la población afectada y han prometido reconstruir las viviendas perdidas.
En marzo, las empresas acordaron gastar un mínimo de 9.460 millones de reales (alrededor de US$2.600 millones) en la limpieza, principalmente para constituir una fundación independiente que gestione los esfuerzos de recuperación.
El desastre de Samarco ha dado lugar a una ola de introspección en la minería. Durante la asamblea anual de accionistas de BHP Billiton en noviembre, el presidente ejecutivo, Andrew Mackenzie, pareció contener las lágrimas mientras describía la escena “desgarradora” de la que fue testigo en Brasil.
El Consejo Internacional de Minería y Metales (ICMM, por sus siglas en inglés), que incluye a las mayores mineras del mundo, dijo en diciembre que “convocaría a una revisión global de los estándares y controles de los relaves”.
A diferencia de las represas que almacenan agua o generan energía hidroeléctrica, las presas de relave no son construidas por completo de una sola vez, sino que son edificadas por las empresas mineras a medida que explotan los yacimientos. Mientras que muchas represas de agua pueden ser drenadas y desmanteladas al final de su vida útil, las mineras diseñan sus relaves con una meta diferente: marcharse cuando ya no quede mineral para extraer.
El diseño más común, conocido como “aguas arriba” (upstream), deja que los residuos más cercanos a la presa se sequen. Estos relaves secos son luego usados como la base para los nuevos niveles, que son elevados al poner tierra o residuos en terraplenes sucesivos. Puesto que demanda la menor cantidad de nivelación, este método es la forma menos costosa de construir relaves y fue el empleado por Samarco.
Muchos ingenieros, sin embargo, dicen que este tipo de represas son las que tienen mayor probabilidad de fallar. Chile, un país donde abundan los terremotos, prohibió este diseño.
Un estudio realizado en 2009 examinó 42 años de datos de accidentes y descubrió que la frecuencia de los accidentes en las represas de relave aumenta cuando los precios de las materias primas caen, “en la forma de una resaca después de una buena fiesta”.
Esto podría reflejar las presiones para reducir costos “una vez que las minas que fueron construidas sobre la base de precios de los commodities en alza son obligadas a operar con la realidad de precios más bajos”, dijo la investigación de los ingenieros Todd Martin y Michael Davies.
Martin trabaja ahora para la británica Anglo American PLC, mientras que Davies lo hace para la minera canadiense Teck Resources Ltd. Ninguna de las compañías puso a disposición a los ingenieros para que comentaran.
Cuando suceden los accidentes, no sólo traen inundaciones, sino lodo arenoso y pesado que destruye todo en su camino. En 1985, un derrame de apenas 200.0000 metros cúbicos arrasó con una población alpina en Italia y cobró la vida de 268 personas.
La presa de Samarco, en cambio, tenía 55 millones de metros cúbicos de relave. Los socorristas notaron en aquel entonces que el número de muertos probablemente habría sido mucho más alto si la presa no hubiera colapsado durante el día, cuando muchos de los residentes del pueblo más cercano, Bento Rodrigues, estaban trabajando o al menos despiertos.
“Si hubiera demorado dos minutos más, estaría muerta”, dice Maria Irene de Deus, una residente del pueblo que escapó a pie luego del colapso de la presa.
Davies, el ingeniero, remarcó en un estudio de 2002 que la tasa de falla de las presas de relaves era aproximadamente 10 veces más alta que la de las presas de retención. En aquel entonces, calculó que había más de 3.500 presas de relaves en el mundo.
Nadie conoce la cifra a ciencia cierta. Icold no incluye las estructuras en su Registro Mundial de Presas, que tiene 58.402 entradas, debido a la preocupación interna de que las altas tasas de fallas de las presas de relave enloden la reputación de todas las represas, dijo el portavoz Emmanuel Greiner.
The Wall Street Journal les pidió a las cinco principales empresas mineras por ingresos anuales que cotizan en bolsa que indicaran cuántas instalaciones de relave gestionan en todo el mundo, cuál es la más alta y cuál tiene el mayor volumen. Sólo una, Anglo American, respondió las tres preguntas, indicando que tiene 109 instalaciones de almacenamiento de relave, 38 de las cuales están inactivas. La más alta es Pérez Caldera No. 2, con una altura de 110 metros, y la más grande es Las Tórtolas, que posee una capacidad de 448 millones de toneladas. Ambas se encuentran en Chile.
Vale respondió sólo la primera pregunta, informando que cuenta con 143 presas de relave en sus minas de hierro en Brasil. La anglo-australiana Rio Tinto PLC dio una respuesta parcial a la primera pregunta, asegurando que tiene 35 instalaciones de relave en operación “y muchas más cerradas y de legado”. BHP Billiton identificó su represa más grande y más alta, pero no dijo cuántas posee. La anglo-suiza Glencore PLC se abstuvo de responder las preguntas.
La falta de una información completa motivó a David Chambers, un geofísico del Centro para la Ciencia en la Participación del Público, de Montana, y Lindsay Newland Bowker, una gestora de riesgo ambiental en Maine, a compilar una base de datos de todos los accidentes de presas de relave que pudieron encontrar entre 1915 y 2010. Su total: 226.
Basados en los hallazgos, proyectaron que 11 fallas de relaves “muy serias” —definidas como el derrame de al menos 1 millón de metros cúbicos de residuos, que recorren más de 20 kilómetros o causan múltiples muertes— se registrarían entre 2011 y 2020. Hasta ahora han ocurrido cinco.
“Es una de esas cosas en las que quisiera estar equivocado”, dice Chambers, que aboga por presas de relave más seguras.
De todos modos, las represas de relave peligrosas no son sólo un problema de los países en desarrollo. Canadá, una potencia mundial de la minería, registró su mayor accidente de este tipo en 2014, cuando colapsó la represa Mount Polley de Imperial Metals Corp. Cerca de 8 millones de metros cúbicos de derivados de oro y cobre se vertieron en un par de lagos glaciales en la región de Columbia Británica, lo que interrumpió temporalmente los suministros locales de agua potable.
Un arroyo donde el salmón rojo solía desovar es actualmente utilizado como un depósito de residuos para drenar el agua de la mina, mientras que Imperial Metals reconstruye su presa de relave, dice Richard Holmes, un biólogo pesquero que vive a una corta distancia. Holmes agrega que la mayor parte de los residuos todavía están en el fondo de los lagos, lo que genera preocupación de que los metales pesados se acumulen en los peces.
La empresa no quiso comentar.
Otra forma de hacer que la presa sea más segura es expandirla hacia afuera durante la construcción, en lugar de en niveles sobre relaves secos. Este diseño, llamado “aguas abajo” (downstream), resulta en estructuras más voluminosas que se asemejan a una represa de agua.
No obstante, cualquier técnica es más costosa que las presas aguas arriba.
“Lo que necesitamos hacer para frenar la alta frecuencia de fallas en presas de relave es poner la seguridad en primer lugar”, dice Chambers, del Centro para la Ciencia en la Participación del Público, una organización sin ánimo de lucro que se enfoca en la minería. “Y hoy en día las empresas no hacen eso, francamente. Ponen la economía primero”.
Las grandes mineras niegan que ese sea el caso. Los ingenieros de alto rango dicen que no diseñan una presa de relave si las limitaciones de presupuesto pueden afectar la seguridad. Algunos, como McLeod, de Icold, dicen que evitan por completo la construcción de relaves aguas arriba.
“Creemos que estas instalaciones pueden ser seguras con la aplicación de diseños y estándares de gestión apropiados”, insiste el presidente de ICMM, Tom Butler. “Mis miembros, que son empresas globales, están muy preocupados por sus reputaciones. Tienen un gran incentivo para hacer lo correcto”.
En el caso de Brasil, los funcionarios reconocen que la supervisión de los reguladores es escasa. Los fiscales dicen que el Departamento Nacional de Producción Mineral (DNPM) tenía apenas dos especialistas en seguridad de presas responsables de monitorear más de 300 relaves en el estado de Minas Gerais antes del accidente. La agencia también fue golpeada por recortes de fondos en medio de la actual crisis fiscal de Brasil. “No tenemos un presupuesto o recursos humanos”, reconoce Paulo Santana, vocero del DNPM.
Según muchos testimonios, Samarco estaba activamente involucrada con las comunidades cercanas antes del accidente y era vista como una empresa responsable. A comienzos de 2015, había acordado gastar 500.000 reales (unos US$122.000) para instalar un sistema de abastecimiento de agua en Bento Rodrigues. Ejecutivos de la minera a menudo participaban en las reuniones entre el municipio y los residentes.
“Samarco siempre fue a las reuniones en Bento Rodrigues diciendo: ‘No se preocupen, duerman bien’”, cuenta Gilberto Pereira da Silva, de 33 años y padre de tres hijos que fue desplazado junto con buena parte de la población luego de la ruptura de la represa. “Vivíamos con temor, pero confiábamos en Samarco”.