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INTERNACIONALES
Obama en Cuba: los nuevos lazos
21/03/2016

Obama a Castro: "El destino de Cuba no lo va a decidir EE.UU."

Clarin

Ya se habían visto las caras otras veces, pero el encuentro de ayer tenía una enorme carga simbólica. Por primera vez un presidente estadounidense se reunía con un mandatario cubano en 88 años en la isla y lo hacía precisamente en el emblemático Palacio de la Revolución, un ícono del régimen cubano en el corazón de La Habana. Barack Obama fue recibido oficialmente por Raúl Castro para una cumbre en la que se tocaron todos los temas y en la que prometieron avanzar el deshielo diplomático “pese a las diferencias”.

“El destino de Cuba no debe ser decidido por Estados Unidos ni por ningún otro país”, dijo Obama luego a la prensa en un discurso que fue seguido de una inédita conferencia de prensa en la que Castro se sometió por primera vez a preguntas de periodistas estadounidenses. "El futuro de Cuba lo tienen que decidir los cubanos y nadie más”, aseveró el presidente que, sin embargo, advirtió que su país seguirá reclamando por los derechos humanos en la isla.

Castro volvió a pedir a Estados Unidos el fin del bloqueo –cuyo levantamiento está en manos del Congreso opositor-- y Obama aseguró que “el embargo va a terminar. ¿Cuándo? No estoy completamente seguro”, dijo el estadounidense. “¿Qué tan rápido pasará? Bueno, en parte depende en si podemos superar algunas de nuestras diferencias acerca de temas de derechos humanos”, aseguró.

Poco antes de entrar al Palacio, Obama había despositado una corona de flores rojas, blancas y azules –el color de las banderas de ambos países-- en el monumento al emblemático procer de la independencia cubana José Martí, en la Plaza de la Revolución, que solía ser el escenario natural de las grandes manifestaciones antiimperialistas arengadas por Fidel Castro. Esta vez ondeaba la bandera de barras y estrellas y se escuchó el himno estadounidense. El presidente saltó el protocolo y se sacó una foto junto a sus colaboradores con la clásica imagen del Che Guevara de la plaza de fondo.

Obama y su comitiva cruzaron luego a pie hacia el palacio presidencial, donde Castro lo recibió con una ceremonia de militares de uniforme blanco, en un inmenso hall repleto de plantas tropicales. Michelle, con un vestido floreado justo para la ocasión, contrastaba con la sobriedad del traje azul de Obama y el gris del cubano. Luego del protocolo se encerraron a conversar a agenda abierta por cerca de dos horas.

A la salida hablaron con los periodistas sobre los temas que habían tratado. De pie y detrás de un atrio en un salón preparado para la histórica ocasión, Obama dijo que le había planteado a Castro las “dificultades muy serias” que su país tiene con Cuba en temas como la democracia y los derechos humanos. Dijo que esos asuntos fueron planteados, en una conversación “difícil” que requería seguir avanzando. Sin embargo aseguró que era “un nuevo día” para ambos países.

Castro, por su parte, lanzó duras críticas en contra del bloqueo que, dijo, tenía repercusiones internacionales y señaló que era el obstáculo principal que ha impedido el desarrollo económico de la isla y la normalización total de las relaciones. “Existen profundas diferencias entre nuestros países que no van a desaparecer, pues tenemos concepciones distintas sobre muchos temas, como los modelos políticos, la democracia, el ejercicio de los derechos humanos, la justicia social, las relaciones internacionales, la paz y la estabilidad mundial”, dijo Castro. El mandatario cubano elogió las recientes medidas del gobierno de Obama para relajar los controles hacía Cuba que calificó de “positivas, pero no suficientes”.

Después de 56 minutos de declaraciones y de la inédita conferencia de prensa –seguida con gran sorpesa por buena parte de los cubanos que la podían ver por la televisión estatal-- Obama abandonó el Palacio en su limusina blindada y fue a presidir una reunión con emprendedores cubanos y empresarios estadounidenses que conversaron sobre las oportunidades que se abren en esta nueva etapa. (ver aparte).

Obama, Michelle y buena parte de la delegación estadounidense –integrada por 8 senadores, 31 diputados y 11 empresarios de grandes firmas-- volvieron por la noche al Palacio presidencial para ser agasajados con una cena de Estado. Los invitados fueron atendidos con música de Failde Youth Band, un grupo dedicado a preservar la música cubana. El menú incluyó mousse de camarón, sopa con toques de ron, y el tradicional cerdo con arroz y bananas fritas. La cena tuvo final cubano a toda orquesta, con mozos que ofrecían habanos cubanos en bandeja.

Al cerrar la jornada se conoció una entrevista que Obama dio a ABC en la que afirmó que “le gustaría un día, en el futuro” encontrarse con el ex líder Fidel Castro, algo que para él sería un “símbolo del fin del capítulo de la Guerra Fría”. En esta nueva etapa de distensión, todo parece posible. 

 

 


 

Empresas que inviertan en Cuba tendrán 8 años de
'vacaciones fiscales'

Cronista

 

El deshielo de las relaciones entre EE.UU. y Cuba dio el empuje de salida a la apertura económica del país caribeño. Este proceso, lento y lleno de dificultades, da un gran salto con la presencia de Barack Obama en La Habana. Es la primera vez que un presidente de EEUU visita la isla desde que lo hiciera el republicano Calvin Coolidge en 1928, mucho antes de que Fidel Castro comenzase a gobernar en 1959.

Más allá de su enorme dimensión política, la paulatina apertura al exterior de Cuba tiene importantes implicaciones económicas.

Desde la aprobación, en marzo de 2014, de una nueva Ley de la Inversión Extranjera, abrió la veda a un gran número de oportunidades de inversión, en sectores como el transporte, el turismo, la energía, la sanidad o las telecomunicaciones. Los principales países del mundo se lanzaron a una frenética carrera por colocar a sus empresas como candidatas a los proyectos que se van a llevar a cabo.

Las autoridades cubanas aseguran que el país necesita una inversión extranjera aproximada de unos 2.245 millones de euros al año para sostener su desarrollo económico.

Para potenciar estas inversiones, el Ejecutivo cubano aprobó una serie de incentivos fiscales a las empresas que decidan invertir en el país, fundamentalmente a través de empresas mixtas con compañías locales o por la vía de las asociaciones económicas internacionales, pero también en proyectos con capital 100% extranjero, de forma excepcional.

Un estudio recopila y analiza todos estos incentivos por primera vez. El informe, titulado Cuba: estímulos fiscales a la inversión extranjera, al que tuvo acceso EXPANSIÓN, es el primero que se publica en España sobre la materia. Lo elaboró José López Berenguer, profesor emérito de Derecho Civil, Mercantil y Tributario, y Rafael Hormigo Yagüe, socio del Bufete Schüller, Hormigo y Asociados, con la colaboración de Carlos Alejandro Pérez Inclán, profesor de Derecho Financiero de la Universidad de La Habana.

En el documento se detallan los principales tributos cubanos y los beneficios fiscales a los que pueden acceder las empresas extranjeras que desembarquen en el paísEl principal es una exención de 8 ó 10 años en el Impuesto sobre Utilidades, equivalente al de Sociedades en España.

Cabe recordar que España y Cuba tienen un convenio para evitar la doble imposición, con lo cual se evitan muchos de los problemas que pueden tener los contribuyentes que obtengan rentas en ambos países, ya que sólo se tributa en uno de ellos.

Además, Cuba creó en 2013 la Zona Especial de Desarrollo de Mariel, donde las empresas tendrán más incentivos fiscales que en el resto del país. Esta localización cuenta con el puerto de contenedores más moderno del entorno -preparado ya para los buques Post Panamax, los más grandes del mundo, que necesitan más profundidad que los 12,5 metros del Canal de Panamá-.

Impuesto sobre Utilidades (Sociedades)

La Ley de la Inversión Extranjera exime del pago del Impuesto "a las empresas mixtas y a las partes en contratos de colaboración económica internacional por un período de ocho años a partir de su constitución". Este plazo será prorrogable. Una vez vencida la exención, las empresas que inviertan en Cuba pasarán a a tributar por un tipo reducido del 15%, 20 puntos por debajo del tipo general del impuesto, que asciende al 35%. Eso sí, cuando se trate de la explotación de recursos naturales, renovables o no, puede aumentarse el tipo hasta el 50%. Ese incremento de la tributación "persigue evitar que los recursos naturales [minas, canteras, hidrocarburos, aguas terrestres, el viento y la luz solar, sobre todo] se extingan, con el grave perjuicio que ello supone para el país", reza el informe. En la Zona de Mariel, las empresas tendrán unas vacaciones fiscales en el Impuesto sobre utilidades de 10 años, dos más que en el resto de la isla. Además, después tributarán al 12%, tres puntos menos que el resto.

Impuesto Aduanero

"Se establece una exención arancelaria de todos los equipos, maquinarias y otros medios que se vayan a importar a Cuba y se destinen al proceso inversionista de las empresas", explica Rafael Hormigo.

"Por ejemplo, si se instala una fábrica de quesos en el Mariel [caso real actual], la maquinaria para procesar la leche, los tanques, etcétera... entrarían en Cuba sin pagar aranceles", agrega. ¿Por qué? Porque esos bienes van a ser activos de la empresa. Mientras que, por ejemplo, cualquier insumo que introduzca esa empresa en el país para elaborar algunos productos sí pagará aranceles, ya que no es un bien circunscrito a la inversión.

Impuesto sobre los Ingresos Personales (Equivalente al IRPF)

La Ley de Inversión Extranjera dispone, en su artículo 35, que "se exime del pago del Impuesto (...) a los inversores extranjeros socios en empresas mixtas o partes en contratos de asociación económica internacional, por los ingresos obtenidos por los dividendos o beneficios del negocio". Es decir, los dividendos cobrados por los socios de las empresas mixtas que se creen en Cuba no tributarán. En España se paga un 21%.

Impuesto sobre las Ventas

Este tributo grava el conjunto trimestral de las ventas mayoristas, por un lado (con un tipo del 2%), y las minoristas (con un tipo del 10%). El Gobierno castrista aprobó "una exención durante el primer año de operación de la inversión". Además, se bonifican al 50% las ventas mayoristas, de manera que, una vez transcurrido el año de exención, tributarán al 1%, y no al 2%.

Impuesto sobre los Servicios

Este tributo grava los servicios que reciben las empresas inversoras, como el gasto telefónico, de comunicaciones, la electricidad, el arrendamiento, etcétera. El tipo impositivo es el 10%, que se aplica sobre el valor total de los ingresos que se obtengan, pero "se exime del pago de este impuesto, durante el primer año de inversión a las empresas mixtas y a los inversionistas nacionales y extranjeros partes en contratos de asociación económica internacional", como recuerda el informe. Transcurrido dicho plazo se entiende que disfrutarán de una bonificación del 50%.

Impuesto por la Utilización de la Fuerza de Trabajo

Se tributa por "la utilización de fuerza de trabajo remunerada". No tiene equivalente en el sistema tributario español, ya que los contratos se firman con la empresa cubana de empleo, no con los trabajadores. El tipo impositivo varía entre el 20% (durante el primer año) y el 5% (desde el quinto). Cuba exime a las personas naturales (físicas) del pago del impuesto "por la contratación de hasta cinco trabajadores". A partir del sexto ya no hay exención y se tributaría por el tipo nominal.

Turismo, alimentación y energía, las grandes oportunidades de negocio

El Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera va actualizando la Cartera de Oportunidades de Cuba. El número de negocios que contiene asciende a 326, la mayoría de ellos centrado en los sectores turísticos, en el petróleo, el agroalimentario, la industria, el transporte y la construcción. "Cuba ha querido de alguna manera poner cierto orden en el flujo de la inversión que esperan recibir.

De hecho, les piden a las empresas interesadas un estudio de prefactibilidad, el equivalente de un business plan, para analizar si el negocio que se va a montar tiene lógica y visos de prosperar y mantenerse en el tiempo", apunta Rafael Hormigo, abogado especializado en negocios con Cuba.

Éste apunta que el Ejecutivo de La Habana tiene un especial interés en "los inversores que quieran producir productos que Cuba está importando ahora". Por ejemplo, el sector de los envases y embalajes.

"Todos los envases de las cervezas y los refrescos los tienen que importar en contenedores", agrega, evidenciando el filón que se abre en este campo. Y las inversiones prioritarias serán las primeras en aprobarse, apunta Hormigo, quien añade que "Cuba se siente cómoda con recibir inversión de empresas españolas, porque fueron 'leales' al país desde hace tiempo".

Las inversiones se vuelven aún más atractivas por los abundantes incentivos fiscales. Incluso en los sectores más protegidos, como la explotación de los recursos naturales y la protección del medio ambiente se han establecido bonificaciones fiscales, como mínimo del 50%. En todo caso, Rafael Hormigo, coautor del informe 'Cuba: estímulos fiscales a la inversión extranjera' lanza una advertencia: "Los cubanos quieren que se hagan las cosas poco a poco, ordenadamente y con sus métodos propios. No quieren empresarios que vayan a hacer negocios puramente especulativos".

 


 

PUBLICADO ESTA MAÑANA

Barack Obama llegó a Cuba y dio inicio a una nueva era

Clarín

En la cima de la escalerilla del Air Force One, Barack Obama abrió un paraguas negro para proteger a su mujer. Sonrió y bajó con ella de a poco los peldaños, sin apuros a pesar de la llovizna, como si quisiera saborear ese momento fundamental en su gestión y en la historia del continente: el jefe de la Casa Blanca puso sus pies ayer en Cuba para sellar el deshielo en las relaciones bilaterales que por más de medio siglo estuvieron al rojo vivo. Es la primera vez que un presidente estadounidense visita la isla en 88 años.

El momento fue tan trascendental para los funcionarios que varios de los que viajaban en la comitiva, incluida la Asesora de Seguridad Nacional, Susan Rice, se dedicaron a sacar fotos con su teléfono para registrar ese momento histórico. El último presidente en ejercicio que había visitado la isla había sido Calvin Coolidge en 1928.

Obama aterrizó a las 16.19 (las 17.19 en la Argentina). En el avión oficial --y en otros que llegaron poco antes y después-- arribó una imponente delegación de más de 800 personas, entre ellas 31 diputados, 8 senadores y 11 empresarios y miembros de seguridad. Inmediatamente detrás del presidente y Michelle descendieron sus hijas adolescentes, Sasha y Malia, y luego la suegra, Marian Robinson. No es usual que el presidente viaje con su familia pero esta vez nadie quiso perderse ese momento que concentra la atención mundial. De hecho hay casi 2.000 periodistas de todo el planeta acreditados para cubrir la visita.

Obama fue recibido por el canciller cubano, Bruno Rodríguez, se subió a “la Bestia”, su limusina blindada, y partió rumbo a un hotel a saludar a los miembros de la embajada estadoundiense en Cuba. Pero luego hizo lo que seguramente más ansiaba: se sacó la corbata y, aún bajo la lluvia, se dedicó a recorrer las bellezas de La Habana. Con su familia y guiado por un historiador local, fue primero a la Plaza de Armas. Algunos curiosos le gritaban “¡USA, USA!”. Todos con paraguas en mano en una lluvia que no aflojaba, la familia presidencial fue escoltada por una gran comitiva de funcionarios y miembros de seguridad e ingresaron al Museo de La Habana. Distendido, Obama mascaba chicle y escuchaba las explicaciones del guía junto a su hijas.

Desde allí la comitiva partió a la Catedral en la Plaza Vieja, donde fue vivado por la gente que se había agolpado en las galerías de los edificios coloniales que bordean la plaza. Obama se tomó unos minutos para estrechar algunas manos mientras llevaba su propio paraguas. Dentro de la Catedral lo esperaba el cardenal Jaime Ortega. Para cerrar su noche de bautismo habanero, los Obama cenaron en el paladar San Cristóbal, uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Fue un aval del presidente a este tipo de emprendimientos privados, que con la nueva relación con Cuba busca potenciar.

Hasta hace poco tiempo era impensada una visita de este tipo. Pero Obama y Raúl Castro dieron un paso audaz en diciembre de 2014 y pusieron fin a uno de los vestigios de la Guerra Fría en el continente. En poco más de un año, Estados Unidos y Cuba reabrieron sus embajadas y aflojaron las condiciones para hacer negocios y viajar a Cuba. Ahora incluso hasta parece natural que un presidente estadounidense sea vivado en La Habana. Hasta hace muy poco toda mención al vecino del norte era considerada imperialista.

La agenda de Obama comienza oficialmente hoy por la mañana, cuando el presidente deposite una ofrenda en el monumento a José Martí. Más tarde se reunirá con su colega Raúl Castro en el Palacio de la Revolución, en su tercer encuentro bilateral. Los mandatarios ofrecerán luego un comunicado a la prensa. Más tarde el presidente tendrá un encuentro enfocado en las oportunidades que se abren en Cuba con el reinicio de las relaciones diplomáticas. Allí participarán pequeños emprendedores locales que comenzaron a armar sus negocios hace poco y líderes de grandes compañías estadounidenses como Xerox, PayPal, Marriot, Starwood y Airbnb, entre otros. Por la noche, habrá una cena de Estado en el Palacio de la Revolución.

El martes Obama comenzará el día con un discurso en el Gran Teatro de La Habana. Allí hablará a los jovenes cubanos y les explicará el futuro de la relación bilateral. En un hecho excepcional, el mensaje será transmitido por la televisión cubana en toda la isla. Por la tarde irá al Estadio Latinoamericano a lanzar la primera bola en un partido amistoso entre los Tampa Bay Rays estadounidenses y la selección naciona cubana, el segundo de ese tipo después tras uno que disputaron los Orioles de Baltimore en 1999. Desde el estadio irá directo al aeropuerto para partir rumbo a Argentina.

Obama llega a Cuba para sellar el deshielo con Castro

El Pais

Un presidente de Estados Unidos puso este domingo pie en Cuba por primera vez en 88 años. Barack Obama, que en 2008 ganó las elecciones con la promesa de dialogar con países enemigos, aterrizó a las 16.19, hora local, en el aeropuerto José Martí de La Habana. Obama no llega para pedirle al líder cubano, Raúl Castro, un cambio político en uno de los regímenes autoritarios más longevos. Tampoco se le recibe con hostilidad: al contrario. En la isla caribeña, uno de los pocos reductos de la obamamanía, el presidente estadounidense quiere afianzar el acercamiento entre ambos países.

Obama, ha afirmado que su visita  tiene un carácter "histórico" pero que es sólo "un primer paso" en la nueva relación entre ambos países. En un encuentro con el personal de la Embajada estadounidense en La Habana, el mandatario ha recordado que "han pasado casi 90 años desde que un presidente estadounidense estuvo en Cuba". "Es maravilloso estar aquí", ha agregado."Esta es nuestra primera parada. Es una visita histórica y es una oportunidad histórica para interactuar de forma directa con el pueblo cubano", ha apuntado Obama.

Hasta unos meses, la posibilidad de que un presidente de EE UU entrase triunfal en La Habana entraba en la categoría de las peores pesadillas del castrismo. El apellido Castro provocaba en Washington y Miami —sede del exilio— urticaria, e imaginar a un presidente visitando a un Castro en el Palacio de Revolución de La Habana parecía pura política ficción.

 

La visita, de 48 horas, culmina un año en que Obama y Castro —un afroamericano nacido en 1961, cuando la revolución cubana tenía dos años, y un viejo revolucionario y militar nacido en 1931— han puesto fin a más de medio siglo de guerra fría. En poco más de un año, EE UU y Cuba han reabierto sus embajadas y Washington ha relajado las condiciones para hacer negocios y viajar a Cuba. El deshielo se ha acelerado tanto que, lo que parecía inimaginable hace un año y medio, como es ver a un presidente estadounidense paseando por La Habana, se antoja natural. La anomalía parece hoy la obstinación durante 55 años en una política de confrontación que mantuvieron diez presidentes sin lograr desalojar a los Castro del poder.

La visita incluye, además del discurso y una reunión el lunes con Raúl Castro (no con su hermano Fidel), encuentros con empresarios y disidentes, y la asistencia a un partido de béisbol. Le acompaña la familia al completo: la primera dama, Michelle, sus hijas Sasha y Malia, y su suegra, Marian Robinson.

En el aeropuerto les recibieron el ministro de Asuntos Exteriores cubano, Bruno Rodríguez, entre otros altos funcionarios y diplomáticos. Después de una reunión con empleados de la embajada estadounidense en La Habana, Obama visitó a pie La Habana vieja, el casco antiguo de la capital. El historiador local Eusebio Leal ejerció de guía. Después, se ha reunido con el cardenal Jaime Ortega, clave en las negociaciones secretas que llevaron a la normalización de las relaciones.

“Para los cubanos, la visita del presidente es una validación de la revolución”, dice Peter Kornbluh, coautor de Diplomacia encubierta con Cuba, una historia de las negociaciones secretas entre Washington y La Habana. En su última edición, el libro incluye el relato más detallado de las conversaciones que llevaron al anuncio, el 17 de diciembre de 2014, por parte de Obama y Castro, del restablecimiento de las relaciones.

“El punto de vista de Estados Unidos”, sigue Kornbluh, “es el siguiente: crearemos puentes culturales, económicos, políticos entre ambas sociedades. Y por estos puentes cruzará la enorme influencia del sistema estadounidense”.

Aplicada a Cuba, la doctrina de Obama en la política exterior reza que el cambio político —la democracia, el pluripartidismo, la libertad de prensa— no llegará impuesto desde fuera, ni mucho menos a la fuerza. Obama no busca el cambio de régimen: ni aquí ni en Irán. La idea es que, mejorando las vidas de los cubanos de a pie, el país acabará transformándose. Cuantos más turistas y estudiantes visiten la isla, y cuanto más negocien entre ellos cubanos y estadounidenses, más cerca estarán de la democratización.

El martes, en el discurso central de la visita, Obama dejará claro que corresponde al pueblo cubano —no a EE UU, ni a nadie más— decidir su futuro. Pero no callará su opinión. “Al pueblo cubano, como a los pueblos de todo el mundo, las cosas le van mejor con una democracia genuina en la que sea libre de elegir a sus líderes, expresar sus ideas y practicar su fe”, adelantó hace unos días en WashingtonSusan Rice, consejera de seguridad nacional de la Casa Blanca. “Estados Unidos seguirá promoviendo los derechos humanos para todas las personas, en cualquier lugar, incluida Cuba”.

En diciembre, Obama dijo que carecía de sentido visitar Cuba si no había avances palpables en derechos humanos. Estos avances no son visibles y, sin embargo, Obama viaja a la isla.

“Evidentemente, cambió de criterio”, dice el profesor Jorge Domínguez, de Harvard. “En vez de decir: ‘Voy a esperar a que sean palpables los avances en derechos humanos’, mi impresión es que él se ha dicho a sí mismo: ‘Dispongo de poco tiempo. Y si quiero que ocurran cambios en Cuba, tengo que ir a ver a Raúl Castro y decirle: ‘Oye, ¿qué pasa? Yo sólo no puedo hacer esto’’”. Cuando faltan diez meses para que un nuevo presidente le releve en la Casa Blanca, un presidente que podría deshacer los avances del último año, Obama quiere que el deshielo sea irreversible.

“Un presidente republicano podría dar marcha atrás si quisiera”, dice Elliott Abrams, veterano de la Administración Bush y uno de los referentes del movimiento neoconservador. “Mi principal objeción a la política de Obama es que, al contrario que en el caso de Birmania, donde planteamos demandas antes de levantar las sanciones, a Castro se lo hemos dado todo a cambio de nada. Los derechos humanos están peor hoy en Cuba que hace un año”.

Abrams cree erróneas las analogías de viaje de Obama a Cuba con el del presidente Richard Nixon a China en 1972 o el de Bill Clinton a Vietnam en 2000. “En Vietnam tuvimos una guerra con 50.000 muertos. China, a fin de cuentas, es una gran potencia. Cuba es pequeña, con una economía pequeña. Creo que, para Obama, se trata sobre todo de un viaje vanidoso: se reunirá con Castro y a la prensa le encantará, pero los efectos serán muy reducidos”.


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