El primer sherpa PRO en desembarcar en suelo estadounidense para allanar el camino de regreso de los Estados Unidos a la Argentina fue Miguel Braun, el actual secretario de Comercio. En febrero pasado, y a lo largo de cuatro días, una conferencia en el Atlantic Council fue la excusa perfecta para iniciar el solapado roadshow a la caza de inversiones en áreas que el actual Gobierno busca fomentar e interesan al país del Norte: agroindustria, energía limpia y comunicaciones.
En sus reuniones con funcionarios de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) y firmas aún ausentes en el país como Apple, el mensaje giró en torno a lo mismo: "El populismo fue una reacción natural a la crisis de 2001 y duró 12 años apoyado en el boom de los commodities. Pero eso se terminó. Nosotros creemos en el gradualismo. Queremos que las empresas de los EE.UU. vuelvan a invertir en la Argentina. Y que su producción se exporte al mundo".
Como carta de presentación, Braun comentó en sus rondas uno de las movidas que el Gobierno negocia impulsar en el Mercosur para tejer acuerdos de libre comercio con bloques y países, entre ellos, los EE.UU. Se trata de flexibilizar la regla del consenso homogéneo hacia una de mayorías con la ayuda, en principio, de Paraguay y Uruguay. Música para los oídos de Washington que, frustrado su ensayo de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) hace una década, se abocó a tejer acuerdos de naturaleza similar, pero formato bilateral, con la región.
La Argentina hoy rankea 41° entre los socios comerciales de los Estados Unidos, con un intercambio de u$s 13.000 millones en 2014, último año disponible con registro completo. Para la Argentina, en cambio, EE.UU. es el tercero detrás de Brasil y China, totalizando el 14% de sus importaciones y cerca del 6% de sus exportaciones. Unas 613 empresas de un amplio abanico de industrias y servicios con 400.000 empleados aportan el 18,6% del PBI, el 38% de la recaudación fiscal, el 24% de las importaciones y casi una de cada tres ventas al extranjero.
Los EE.UU. es uno de los tres mayores inversores en el país, junto con España y los Países Bajos. Desde 1991, ambos socios comparten un Acuerdo Bilateral de Inversiones que protege a las firmas del Norte de restricciones al capital y expropiaciones. Asimismo y pese a las fricciones públicas de los últimos años, Buenos Aires y Washington sellaron en 2015 un Memorándum de Entendimiento para renovar el intercambio de información fiscal y comercial.
"La visita de Obama es un gesto a los argentinos y al mundo: salvo Cuba, no visita otros lugares, vuela directo. Y esto nos permite retomar una relación que facilitará una mejor imagen sobre el país, un mayor acceso a los mercados, entrar y actuar en los organismos multilaterales", opina ante 3Días el diputado de Unión-PRO y ex embajador en Washington, Eduardo Amadeo.
Un informe del Servicio de Investigaciones del Congreso de los EE.UU. de agosto de 2015 pondera los nexos comerciales como "robustos" y basados "en intereses comunes como la paz y estabilidad regional, la no proliferación nuclear, los DD.HH., educación y cooperación en ciencia y tecnología". No obstante, alerta: "En determinados momentos, han surgido tensiones".
El último año superavitario para la Argentina fue 2005, año en el que George W. Bush bajó hasta Mar del Plata. Desde entonces, y pese a las fricciones, el intercambio creció de forma desproporcional con un saldo cada vez más favorable al Norte. En 2014, las importaciones desde los EE.UU. llegaron a u$s 8.833 millones y duplicaron a las exportaciones de la Argentina. Los seis primeros meses del año pasado no alteraron ni la tendencia ni las proporciones. Desde la Cámara de Comercio de los EE.UU. en la Argentina (AmCham) se muestran optimistas respecto a la llegada de nuevas inversiones con Obama. Así lo transmitieron en un encuentro con periodistas en el que destacaron los obstáculos persistentes y que no difieren del diagnóstico que los analistas trazan desde el exterior: la fragilidad del sistema financiero, la insuficiencia energética y la inflación elevada como debilidades estructurales. A eso se añade un marco regulatorio que dificulta el desembarco de firmas foráneas, al punto de ubicar a la Argentina en el puesto 121 de 189 en el reporte Doing Business 2016 del Banco Mundial.
La necesidad de reincorporarse al Sistema General de Preferencias arancelarias (SGP) de los Estados Unidos, el acceso a herramientas como el Banco de Exportaciones-Importaciones de los EE.UU. (Eximbank), así como el apoyo de Washington en los organismos multilaterales figuran entre las solicitudes que los empresarios locales desean que el gobierno traslade a Obama.
En lo último, la Casa Blanca ya tuvo un primer gesto al levantar en enero su veto en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).Por supuesto, Obama traerá sus propias preocupaciones a la Casa Rosada, algunas de ellas recogidas en el capítulo argentino sobre Clima de Inversiones 2015 del Departamento de Estado. Allí se hace particular énfasis en cuán extendida se encuentra la piratería y el contrabando en el país, desde la violación de copyright hasta la existencia de La Salada, "el mercado negro más grande de Sudamérica" y la venta ambulante en las calles. Cuestiones en las que ya trabaja el gobierno de Macri para satisfacer a su invitado.
La agenda de Barack Obama durante su viaje oficial a Cuba incluirá un discurso en el teatro Alicia Alonso, una reunión y una cena con Raúl Castro en el Palacio de la Revolución, una reunión con representantes de la sociedad civil en la que participarán disidentes políticos y la asistencia a un partido de béisbol entre un equipo cubano y otro de Florida. No se prevé encuentro con Fidel Castro.
La Casa Blanca ha desvelado detalles de la histórica visita, la primera de un presidente estadounidense a la isla en 88 años, y que comenzará este domingo, un día antes de lo inicialmente anunciado, y durará hasta el martes 22 de marzo. Obama estará acompañado durante el viaje por la primera dama, Michelle, que tendrá un encuentro con estudiantes de instituto, además de por sus dos hijas, Sasha y Malia, y su suegra, Marian Robinson.
El entorno presidencial concede gran trascendencia a su intervención en el célebre teatro habanero. “Vemos el discurso como un momento único, obviamente, en la historia de los dos países”, ha asegurado el consejero de Seguridad Nacional, Ben Rhodes, que ha negado que por parte cubana se hayan puesto pegas para difundirlo por televisión.
Raúl Castro recibirá al presidente norteamericano en el Palacio de la Revolución, donde mantendrán un encuentro y se le ofrecerá una cena en su honor. En cambio, no está previsto que Obama vea a su hermano Fidel, ya que ni la parte cubana ni la estadounidense lo había solicitado, según Rhodes.
En vísperas de la visita, el régimen castrista ha liberado a cuatro presos políticos que habían vuelto a ser encarcelados pese a estar incluidos en la lista de 53 disidentes que se comprometió a liberar como parte del proceso de deshielo diplomático. Se trata de Niorvis Rivera Guerra, Aracelio Riviaux Noa, Vladimir Morra Bacallao y Jorge Ramírez Calderón, que fueron trasladados el pasado martes a EE.UU., según indicó a El Nuevo Herald el coordinador general de la Unión Patriótica de Cuba, José Daniel Ferrer. A esos cuatro se sumaría un quinto preso, Yohannes Arce Sarmiento, no incluido en el listado acordado.
El propio Ferrer está entre los invitados que asistirá a una reunión de “alto nivel” en la embajada estadounidense en La Habana, en la que se espera que esté presente Obama, aunque no se le ha comunicado oficialmente. También se ha convocado al director de Estado de Sats, Antonio Rodiles, y a la líder de las Damas de Blanco, Berta Soler, pero aún no han decidido si participarán en el encuentro. Así mismo, están invitados el líder de Arco Progresista, Manuel Cuesta Morúa; el director de la revista laica Convivencia, Dagoberto Valdés; la bloguera Yoani Sánchez, y el activista Guillermo Fariñas.
Este miércoles, cuatro días antes del viaje, Obama se reunió en la Casa Blanca con destacados representantes de la comunidad cubanoamericana para escuchar sus opiniones sobre lo que debía destacar durante el viaje. Entre ellos figuraban el músico y productor Emilio Estefan; el presidente de la Fundación Nacional Cubano-americana, Jorge Mas, y el magnate del sector sanitario Mike Fernández.