El 15 de enero, la empresa minera china MMG realizó el primer envío de cobre extraído de la mina Las Bambas, ubicada en Apurímac. Fueron 10.000 toneladas de concentrado de este mineral las que se enviaron a China. Se tiene previsto que durante los cinco primeros años de operación de esta mina se embarquen dos millones de toneladas de cobre.
Este año se espera que la producción cuprífera crezca un 66%, y alcance los 2,5 millones de toneladas. La puesta en marcha de Las Bambas no es un acontecimiento menor. Según el Ministerio de Economía y Finanzas, el inicio de su operación dará impulso al crecimiento económico del país en el 2016.
El Perú es el tercer productor de cobre mundial –por detrás de Chile y de China–. Gran parte de nuestra economía depende de este metal.
Sin embargo, el Perú ha sido proveedor de varios insumos en su historia –como el caucho, el guano y el salitre–, los cuales, luego del auge, dejaron de ser fuente de ingresos relevante para el país. ¿Pasará lo mismo con el cobre?
Desde hace algún tiempo, se habla del grafeno como posible sustituto del cobre. “Como conductor de la electricidad, se comporta igual que el cobre, y tiene una amplia variedad de aplicaciones, entre ellas, la fabricación de nuevos materiales y de dispositivos electrónicos”, indicó el diario chileno “La Tercera” el año pasado.
Pero Crugroup, una firma inglesa consultora de temas de minería, metales y fertilizantes, advierte que existe un posible sustituto más cercano. “Mientras que los supermateriales como el grafeno pueden representar una amenaza en el largo plazo, una amenaza más sustancial en el corto y mediano plazo es el aluminio”, señaló aEl Comercio Robert Edwards, consultor de Crugroup.
Detalló que esto se daría especialmente en las aplicaciones como equipos de aire acondicionado, arneses automotrices, cable de energía de red y cables de alimentación industriales.
Especialistas locales consultados por este Diario no consideran que la demanda del cobre se vea amenazada, al menos no en el corto ni mediano plazo.
No existe duda de que se sigue investigando productos que puedan sustituir el cobre –por ejemplo, la fibra óptica–, pero también se descubren nuevas aplicaciones para el cobre, señaló Mario Cedrón, ingeniero de minas y profesor del Departamento de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Mencionó como ejemplos las pinturas que son asépticas para usos en hospitales o el uso de las nanotecnologías basadas en cobre.
“Existen tendencias claras en el mundo en relación con investigación y desarrollo de aplicaciones, como por ejemplo la construcción sostenible. Las edificaciones reúnen una serie de conceptos como medio ambiente, seguridad, eficiencia energética, equilibrio en el entorno, entre otros”, agregó Miguel de la Puente, de Procobre Perú.
Respecto al grafeno, Cedrón admitió que es un nuevo material que ha sido desarrollado, y que efectivamente desde el punto de vista económico podría competir en muchas aplicaciones con el cobre. Pero agregó que no lo podrá sustituir por completo. Cedrón explicó que el cobre es un elemento, mientras que el grafeno es un compuesto.
“Hay que distinguir entre ambos. Por ejemplo, el salitre fue desplazado porque se inventó el salitre sintético. Pero el salitre no es un elemento, es un compuesto de varios elementos. Entonces, cuando hay un material que es un compuesto de varios elementos, se puede replicar mediante la tecnología utilizando esos elementos. Pero no se ha inventado todavía la piedra filosofal para crear los elementos de la tabla periódica. Es decir, nadie puede crear de algo oro, plata o cobre. Lo que habrá es materiales productos de aleaciones, combinaciones de diversos otros elementos, sobre todo aquellos que aplican las nanotecnologías, que eventualmente desarrollen diferentes productos que puedan desplazar al cobre”.
En relación con el aluminio, Cedrón señaló que no puede competir económicamente con el cobre, pues es más caro.
Pese a lo anterior, el grafeno se desarrolla como industria. Alfredo Bellido Anicama, coordinador del Laboratorio de Mercado de Capitales de la Universidad de Lima, indicó que esta industria alcanzó los US$24,4 millones en el 2015 –su mayor demanda correspondió a baterías y semiconductores para equipos electrónicos– y se espera un crecimiento de hasta US$65 millones en el 2018. Además, China proyecta tener una industria completa de grafeno para el 2020. “Sin embargo, queda mucho desafío. La industria aún está en proceso”, señaló Bellido Anicama.
Pero sería distinto el caso del aluminio. “En el mediano y largo plazo, se espera que el cobre pierda cuota de mercado. Luego, se esperaría que el aluminio en el mercado Comex desplace al cobre y lo supere como metal de primera opción, siempre y cuando los precios internacionales se ajusten de acuerdo al contexto mundial”, indicó Bellido Anicama.
Manuel Carpio, profesor de la Universidad del Pacífico, se enfocó más en las características del mercado mundial para afirmar que la demanda del cobre está asegurada por las siguientes décadas. “Las economías emergentes demandan mucho cobre, pues invierten en infraestructura e industria, construcción y transporte.
Hay industrias que van evolucionando y van dejando el cobre como materia prima, pero los países emergentes –que son los que realmente mueven la economía mundial– aún tienen muchos años para el consumo del cobre”, afirmó Carpio, y con él coincidió Bellido Anicama.
En opinión de Carpio, el que ahora los ciudadanos en China puedan tener dos hijos y ya no solo uno impulsará aun más la demanda por este mineral. Resaltó que China concentra cerca del 48% del consumo de cobre a escala mundial.
Precisamente, el protagonismo que tiene China en el mercado cuprífero explica que varios proyectos relativos a este metal hayan cerrado o vistos reducidos sus presupuestos. Cedrón señaló que los precios altos que experimentó el cobre años atrás animaron apuestas por este mineral, lo cual originó una sobreoferta.
Pero advirtió que es coyuntural y que hacia el 2018 tal vez resurja la demanda del cobre, fecha con la cual coincide Carpio. Crugroup es más pesimista. “Aún anticipamos un modesto crecimiento de la demanda por el cobre en los próximos cinco años de alrededor de 2% anualmente”, detalló Edwards.