Gorgon, un inmenso proyecto de gas natural licuado (GNL) en las afueras de la costa noroeste de Australia, es una de las maravillas de la era moderna. Su costo de u$s 54.000 millones lo convierte -al menos en términos nominales- en uno de los proyectos de ingeniería más caros en curso.
También podría ser un monumento a la era del deterioro, el último ¡hurra! de las grandes petroleras conocidas como las Big Oil.
Con el crudo estadounidense en sus niveles más bajos en 12 años la semana pasada, algunos observadores del sector se preguntan si el modelo de negocios de los grandes grupos internacionales como Chevron, ExxonMobil y Royal Dutch Shell -los tres principales socios en Gorgon-, no tiene errores fundamentales.
Gorgon, que pronto despachará su primera carga de GNL, es el tipo de proyecto que justifica la existencia de las grandes compañías petroleras. Chevron, que lo lidera, es uno de sólo un puñado de empresas con capacidad técnica y solidez financiera para asumir un desafío de esa escala.
Sin embargo, desde el derrumbe de los precios del petróleo, esas grandes inversiones en GNL, la exploración en aguas profundas y las arenas bituminosas de Canadá son cada vez más escasas.
Los analistas de Morgan Stanley calculan que nueve proyectos de envergadura, de los más de 230 en todo el mundo a la espera de una luz verde, son "candidatos realistas" a conseguir su aprobación este año. Entre ellos podrían estar Mad Dog de BP, el proyecto petrolero en aguas profundas en el Golfo de México valuado en u$s 10.000 millones, y Zohr, el yacimiento offshore de gas hallado por la italiana Eni en Egipto. Total de Francia no tiene planes de aprobar proyectos.
Se han cancelado o demorado inversiones por cerca de u$s 400.000 millones en toda la industria.
Cuando los ejecutivos de grandes petroleras hablan de la crisis en el sector, en general lo catalogan como algo temporario. Como el crudo a menos de u$s 30 el barril no incentiva la inversión, aseguran, la sobreoferta se corregirá y los precios rebotarán a niveles que permitan generar otra vez retornos respetables.
Los CEO de BP y Shell aseguraron este mes ante los resultados de sus compañías que el mercado podría volver a equilibrarse este año.
¿Y si están equivocados? Philip Verleger, un economista del sector energético, asegura que "se les viene la noche" a las grandes petroleras porque están amenazadas por un lado por el surgimiento de la energía renovable y las políticas climáticas que limitarán el crecimiento de la demanda de combustibles fósiles y, por el otro, por las compañías más chicas que lideran la industria del shale.
"Las empresas atadas a proyectos de alto costo, como aguas profundas en Brasil, tendrán que hacer fuertes reducciones en el valor de algunos activos", contó. "La probabilidad de que esas inversiones den sus frutos en los próximos 20 años es extremadamente baja". Las compañías que ponen sus esperanzas en un fuerte rebote en el petróleo no lo van lograr", agregó.
Si bien el precio del petróleo probablemente suba tarde o temprano, muchos ejecutivos y analistas del sector sostienen que una recuperación sostenida llevará a una rápida reanudación de las perforaciones de shale en Estados Unidos, lo que generaría producción adicional y en efecto pondría un techo a los precios.
En esta visión del mundo, los ágiles productores de shale pueden sobrevivir, pero los pesados dinosaurios de las grandes petroleras están condenados.
Definitivamente la presión sobre las grandes petroleras es intensa. Después de que Eni bajó sus dividendos el año pasado, seguido de ConocoPhilips y otras empresas norteamericanas este año, algunos inversores temen cada vez por sus dividendos.
La mayoría de las grandes petroleras siguen pagando dividendos porque retuvieron las operaciones significativas de downstream. Eso actúa como una cobertura natural, ya que normalmente dan ganancias mayores cuando los precios del crudo y del gas son débiles.
Las Big Oil también tienden a ser burocráticas, con mucho margen para achicarse. La mayoría de los gigantes del petróleo anunciaron recortes de empleo. Shell dijo que planea eliminar cerca de 10.000 puestos de trabajo; Chevron redujo 3.200 el año pasado y planea otros 4.000 este año, mientras que BP apunta a despedir 7.000 trabajadores entre 2015 y 2016.
Las compañías también están frenando el gasto de capital en perforación de pozos, búsqueda de reservas y desarrollo de yacimientos, con reducciones de entre 6% para Shell y 25% para Exxon planificadas para este año.
Los efectos de esos recortes han sido variados. La agencia evaluadora Standard & Poor's bajó la nota crediticia de Chevron y Shell este mes.También está considerando quitarle a Exxon su rara y valiosa categoría AAA.
El menor gasto de capital se refleja en las expectativas de producción futura. Total y Chevron ya bajaron sus metas, si bien todavía están creciendo gracias al impulso de los proyectos de inversión aún en marcha.
Para los accionistas esta presión sobre el gasto podría ser bienvenida. Lydia Rainforth, analista de Barclays, sostiene que el problema para las grandes petroleras no es la "excesiva distribución" de ganancias a los inversores sino "la excesiva inversión" en los proyectos.
Phil Gresh de JPMorgan concuerda. Si las gigantes del petróleo no crecen, no necesariamente es una mala noticia para sus inversores, aseguró, en tanto el capital vuelva a través de dividendos y recompra de acciones cuando el precio del crudo se recupere.
La crisis podría ser una gran oportunidad para las Big Oil. Muchos miles de millones de barriles de reservas en yacimientos de shale podrían entrar en el mercado a un precio que permite a los acreedores cobrar su dinero. "Las grandes petroleras pueden absorber los activos de empresas chicas y medianas", comentó Eric Oudenot de Boston Consulting. "Y luego cuando los precios del crudo se recuperen, si lograron reducir sus costos, pueden ser altamente rentables."
Quizás sea una recomendación ambiciosa para compañías que están contando los centavos. Pero si las grandes petroleras quieren sobrevivir, tendrán que evolucionar. Acaparar la industria del shale podría ser una manera de hacerlo.