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ANÁLISIS
Prensa de San Juan: Fin de las retenciones mineras. El backstage de Macri en Barreal
22/02/2016

Fin de las retenciones mineras

Diario de Cuyo

La buena noticia de la eliminación de las retenciones a la actividad minera, esperada por todas las provincias que tienen yacimientos en exploración y extracción ha traído de vuelta alguna discusión sobre un supuesto favoritismo. Los antimineros, poco dispuestos a la discusión con razonamientos lógicos, mucho menos matemáticos o contables y más atraídos por el discurso ideológico han vuelto a usar palabras como ‘saqueo‘, ‘traición‘ y otras similares.

Desde hace tiempo, la Casemi (Cámara de Servicios Mineros) tiene publicada en su página oficial una cuenta que lleva la cifra final de imposición de Veladero, que es el ejemplo más interesante por su tamaño y tiempo de duración, al monto de hasta el 53% de la riqueza generada. De ello, la mayor parte en beneficio de la Nación y la menor para la provincia.

Esta Cámara que no representa a las empresas mineras sino a sus proveedores, dice que ‘la minería argentina paga los mismos impuestos que cualquier otra industria, nacionales, provinciales y municipales, además de abonar retenciones a la exportación del 5 o 10%, más el 3% de regalías a la provincia. La carga impositiva total sobre las ventas es superior al 50%, teniendo en cuenta los impuestos abonados, más los contenidos en el precio de los bienes y servicios que demanda. Un proyecto minero a lo largo de su vida deja más del 50% de sus ventas en impuestos, que se reparten en poco más del 80% para la Nación y algo menos del 20% para la provincia.

Los costos de producción, incluyendo la inversión en exploración, desarrollo y cierre, son del orden del 35-38% y la rentabilidad, del 12-15%‘. Visto que la cifra impresiona, Casemi se ocupa de ponerla en contexto afirmando para que no queden dudas ‘la presión tributaria de la Nación es del 31,1% respecto del PBI (2011). Si se agrega el efecto de los impuestos y tasas que cobran provincias y municipios, se puede estimar una presión tributaria global del 42% del PBI. Estimando que un tercio de la economía se mueve en la informalidad, el pago de tributos por quienes no evaden, supera largamente esos valores‘.

Pero lo dicho tal vez no resulte suficiente para algunos ojos y oídos, así que conviene agregar detalles de un estudio publicado no ahora, sino en el año 2008, por los contadores Jorge Dávila y Nicolás Baretta.

Es vital hacer constar que, dada la fecha, todavía el Estado no había dado el golpe de gracia de establecer distintos tipos de cambio para quedarse con hasta el 50% de las ventas por la doble vía de: obligar a liquidar la totalidad de los dólares de las ventas al exterior y de pagar una cantidad de pesos menor a la del tipo de cambio real. Tampoco es posible olvidar la flagrante ilegalidad de establecer un impuesto nuevo (retención) para todos los emprendimientos con autorización previa, dado que la ley de inversiones mineras prohibe claramente modificar la estructura fiscal durante el lapso de la explotación y hasta el cierre de mina. La norma implica simplemente mantener las reglas de juego con las cuales se hizo el cálculo de factibilidad de cada yacimiento.

Tampoco el estudio tuvo en cuenta algunos acuerdos de formación de fideicomisos para ciertas obras públicas por los cuales se ‘convenció‘ a las empresas de hacer este tipo de donaciones ni las dificultades o cuasi prohibiciones temporarias de liquidación de dividendos.

Es imprescindible tener en cuenta, para formarse una opinión equilibrada sobre las características de este negocio, que es de alto riesgo y que se requieren grandes volúmenes de inversión original. El riesgo es una componente importante de todo cálculo, si no, veamos el caso de Pascua-Lama que significó una pérdida total, de U$S 5.000 millones. La inversión original debe llevar implícito el cálculo de la tasa de interés anual que ese dinero hubiera devengado puesto en un banco y eliminando el riesgo. No es ajeno a nuestro tema el análisis a largo plazo de los precios medios de venta del producto final así como la evolución de los costos, en razón de que los detractores suelen usar para sus comentarios los precios más altos y los costos más bajos cuando se refieren a los ‘saqueos‘ y expresiones equivalentes. La extracción de metales no pasa por un buen momento y la eliminación del cobro ilegal de retenciones no ha hecho más que servir de paliativo.

 


El backstage de la audaz jugada de Macri en Barreal

Tiempo de San Juan

Sebastián Saharrea

Cada detalle, cada protagonista de la foto que ilustró el anuncio del fin de las retenciones mineras con el presidente Macri en Barreal y el gobernador Uñac bajando de urgencia desde el refugio Sardina, estuvo milimétricamente calculado.

Primero, que el lugar fuera la coqueta ciudad calingastina, una vez desistido del plan inicial de viajar en helicóptero toda la comitiva presidencial hasta el propio límite con Chile para la cita sanmartiniana. Luego, qué lugar podría funcionar como adecuado telón en una ciudad plagada de postales, pero pocas que sintetizaran lo que se estaba queriendo decir. Se encontró una elegante posada que fuera con el tono general del evento, una inversión hotelera reciente que ahora está de parabienes con el tránsito a Chile (cuando más interrumpido, mejor para ellos) y que tuviera el fondo mirando a la cordillera (material irremplazable para una cosa por el estilo) y aportara una elegante vegetación a tono.

Pero lo más delicado fue definir a los que saldrían en la foto. De cajón, el visitante ilustre –el presidente Macri- y el dueño de casa -el gobernador Uñac-, más el ministro Rogelio Frigerio que había primereado y el diputado nacional Eduardo Cáceres, uno de los factótums de la movida calingastina de todo el equipo presidencial. Se sumó al intendente Castañeda, quien ya la noche anterior había estado haciendo buenas migas con los adelantados del PRO, más el ministro de Minería sanjuanino Alberto Hensel a pedido del gobierno local, se sumó también la gobernadora catamarqueña Corpacci (también productora minera y también peronista) y llegó sobre la hora quien fuera tal vez el que más sorprendió: el senador Roberto Basualdo, avisado el día anterior a la siesta de la necesidad de su presencia en la postal por pedido del propio Cáceres, con quien supo pulsear por figuración en los equipos amarillos. Recién allí fue el momento de apretar el obturador de una fotografía que seguramente marcará una época: por lo que significó, no sólo el anuncio de la quita de las retenciones a la minería sino una señal al sector, sino también por los que estuvieron frente a cámara de un cuidado operativo político.

También, de los que no estuvieron: cuentan los asistentes que quien funcionaría como pieza central en este mecanismo de desembarco en Barreal, el ministro Rogelio Frigerio, preguntó varias veces por José Luis Gioja, a quien conoce a la perfección porque supo trabajar con él. Y quedará también como parte de este capítulo las fricciones entre Cáceres y Tomas (quienes comparten la comisión de Minería en Diputados) por una invitación de trámite dudoso. Claro está también que una foto de Macri con Gioja es hoy por hoy difícil de imaginar.

Toda esa agitación, en medio de un marco también convulsionado: el sorprendente anuncio de la visita presidencial de Macri a San Juan con un amague inicial para llegar hasta el propio límite donde concluye la evocación anual sanmartiniana, la presencia del gobernador sanjuanino justamente en esas hileras mientras se definían los preparativos, y la edición del cruce que antecederá a la del bicentenario  de la batalla de Chacabuco que marcó un hito más y por eso, seguramente, no será uno más: ésta edición fue la que tuvo a un presidente de la Nación más cerca e incluso con ganas de arrimarse al fogón de su momento más épico que es cuando la tropa arremete sobre el hito limítrofe con imágenes en los Libertadores en medio del viento eterno. No pudo ser, pero no será pasado por alto que queda apenas un puñado de centímetros para que un Presidente (o los dos) asistan a la evocación que inició San Juan como una manera de recordar la epopeya de San Martín, ocurrida por otro lado en su territorio provincial.

Mauricio Macri tuvo toda la intención de llegar al punto final del recorrido. Así lo anunció, por caso. Lo hicieron recalcular el estado de su costilla quebrada, su médico que desaconsejó una estadía por encima de los 2.400 metros aunque fuera por pocos minutos y alguna imprecisión de su equipo que tal vez pensaba que era otra cosa. Cuando llegaron a San Juan los primeros enviados de Presidencia notaron que el operativo que hacía falta para depositar al Presidente en plena cordillera era mucho más complejo que lo que habían calculado, que solamente la demanda de helicópteros necesarios para hacerlo lo convertían en imposible, y que había que limitarse a buscar un departamento para el anuncio a la minería, y allí quedó seleccionado Calingasta por razones obvias (Jáchal no era siquiera una opción, Iglesia queda muy lejos).

Pero el viaje de Macri a San Juan era a esa hora más que una generosa concesión, una decisión tomada por el propio presidente. Razones hay de sobra: que un par de días antes había estado en Salta con Juan Manuel Urtubey y necesitaba mostrarse en San Juan con Sergio Uñac porque la U es por lejos su letra preferida en el punteo provincial y debía dejarlo claro con un gesto contundente. Y porque su decisión de eliminar las retenciones a la minería no podían tener un mejor marco que la provincia que se ha ganado el emblema de la actividad.

Y qué mejor para él que subirse a una mula y recorrer algunos metros por la ruta de San Martín, si con eso ganaría parte de una épica libertadora muy atractiva para las fotos y le soplaría de un solo plumazo cierta aureola peronista que sobrevoló en todos los cruces anteriores sin que registrara participación presidencial ni de cerca en ninguna temporada. Era tentadora, y el que más lo envalentonó fue su ministro Frigerio, quien había sido a su vez envalentonado por su diputado nacional Eduardo Cáceres, sapo de otro pozo en la primera lista de invitados pero que al momento de la partida ya tenía en el box de largada a más de un funcionario nacional. Contando entre ellos nada menos que al que corta la torna más generosa para las provincias, el propio Frigerio.

Frigerio lo comprendió al vuelo y armó su propia expedición. Llegó con tiempo y tuvo su propio momento de gloria: ausente Macri, fue él quien aterrizó en su helicóptero de manera cinematográfica en el imponente Valle de los Patos el jueves 11 de febrero, en la antesala del tirón final hasta el límite del día siguiente. El esfuerzo valió para ser recibido con honores por los expedicionarios de todo el recorrido y sumarse con una secuencia de fotos que seguramente formará parte de su álbum más íntimo y personal: escoltado por una de las escenografías naturales más imponentes que un mortal se pueda imaginar, ese magnífico valle por desgracia aún oculto para la mayoría de los mortales que no pueden acceder si no es por una expedición como la de todos los febreros. Y que deberían lamentar que ese impactante paraje de la tierra no pertenezca a Alemania, Suiza o los EEUU, en cuyo caso el acceso sería vía autopista con peaje. O en su defecto resulte descubierta por algún director de cine de El señor de los Anillos (O El Renacido, filmado en Ushuaia y hoy atractivo mundial por su río Olivia, donde se rodaron las impactantes escenas finales) para cobrar valor turístico.

Volviendo a tierra firme, la foto de Frigerio también estará en su álbum político. Porque en su colección no sólo figurarán seguramente las instantáneas asociadas a su corazón en espectaculares escenografías naturales, sino las que tienen valor simbólico en su plano laboral: Frigerio es el ministro del Interior, y como tal consiguió producir una foto con el mandatario sanjuanino en el marco natural más impactante que se imagine, también con impacto institucional a nivel nacional y en la interna peronista de estos días.

Cuentan los que están cerca suyo que ni lo dudó cuando le llegó a su muy porteño escritorio la chance de calzarse los vaqueros para una expedición campestre a la cordillera sanjuanina, de parte de Eduardo Cáceres y Enzo Cornejo. El atractivo era grande: no sólo cambiar el aire sino pisar fuerte en territorio hasta ahora adverso y captar un par de fotos simbólicas. Hombre de costumbres de tierra afuera, era él el indicado entre un plantel de funcionarios nacionales demasiado citadinos, para llamarlos de una forma elegante.

Se vino con el bonus track de máxima: la presencia presidencial. Que hubo que direccionar en el terreno para evitar imprevistos riesgosos, pero finalmente ocurrió. Y que dejó mucha tela para cortar, demasiada: hacer pie en San Juan de Sergio Uñac en la misma semana en que viajó Macri a Salta a visitar a Urtubey y coronó juego en la U, avanzar obre un evento como el cruce que le resultaba ajeno y preparar terreno para el año próximo, anunciar con presencia opositora el fin de las retenciones mineras, reunir en la foto a su arco más próximo con Basualdo incluido. Fijar la agenda, en definitiva, de lo que habrá mucho para hablar y escribir de aquí en adelante.


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