Hay confianza en Buenos Aires de que está cambiando la suerte de Argentina en su búsqueda por recuperar el acceso a los mercados de capitales internacionales, mientras llega el fin de su larga batalla legal con hedge funds norteamericanos.
Los holdouts que hicieron juicio al país después del default de una deuda de u$s 100 millones en 2001 deben convencer a un juez de que el bloqueo financiero contra Argentina debería mantenerse, después de que el gobierno este mes ofreció pagarles cerca de u$s 6500 millones por reclamos cercanos a u$s 9000 millones.
"Está la sensación de que estamos muy cerca de la línea de llegada", señaló Alejo Costa, estratega jefe del banco de inversión Puente de Buenos Aires, después de que Argentina la semana pasada pidió que los holdouts justifiquen porqué no debería levantarse la orden judicial que impide al país pagar a otros acreedores.
Pero esos acreedores, encabezado por Elliott Management del multimillonario estadounidense Paul Singer, no muestran señales de retroceder en la disputa legal que en 2014 llevó a la Argentina al default por octava vez en su historia.
"Hay poco incentivo para la que los holdouts detengan su estrategia agresiva; no tienen nada que perder. Aunque se levante la medida cautelar, igual pueden conseguir el mismo acuerdo que otros ya aceptaron. Por lo tanto, ¿por qué no presionar por más?", aseguró Marco Schnabl, socio de Skadden, Arps, Slate, Meagher & Flom, un estudio jurídico estadounidense.
Si bien dos de los seis holdouts más grandes aceptaron la oferta de Argentina, que presenta una quita de entre 25% y 30%, otros se quejan de que los acreedores están recibiendo un tratamiento diferente dependiendo de sus reclamos judiciales.
Charles Blitzer, ex funcionario del FMI, criticó el "unilateralismo" de Argentina, que es "lo que desde el principio los metió en líos", refiriéndose a la reestructuración de deuda original de 2005 que fue rechazada por primera vez por los holdouts.
Un allegado a las negociaciones afirmó que la decisión de Argentina de efectivamente interrumpir las negociaciones apenas cuatro días después de comenzarlas y luego pedir la eliminación de la medida cautelar sólo complicó las cosas, obligando a los holdouts a seguir litigando contra su voluntad.
"Las conversaciones todavía eran constructivas y ambas partes no estaban muy lejos en términos económicos. Sólo va a engendrar animosidad y alargar la disputa mucho más de lo que parecía que Argentina quería conseguir", dijo esa persona afirmando que Argentina ha "subestimado enormemente" los desafíos que implica litigar contra los holdouts.
Definitivamente, una reanudación de la ya prolongada disputa legal socavaría los planes del nuevo presidente Mauricio Macri de presentar a la Argentina como un país abierto a los negocios tras 12 años de gobiernos populistas que alejaron a los inversores.
Pero Costa asegura que no tiene sentido para los holdouts embarcarse en un proceso legal nuevo, dado que Argentina hizo una oferta que le rendirá retornos diez veces superiores a su inversión inicial.
"Habrá que darle una muy buena respuesta a los inversores con respecto a porqué se quiere atravesar un proceso judicial que llevaría al menos otro año después de una oferta que les va a representar mucho dinero. Como gestor de carteras, creo que yo no haría eso", dijo Costa.
Muchos observadores también sostienen que Thomas Griesa, juez neoyorquino de 85 años a cargo de lo que se conoce como "el juicio del siglo" por deuda soberana, está harto de la causa. Públicamente declaró que quiere jubilarse una vez cerrado el caso.
Si el juez Griesa no levanta la medida cautelar, los holdouts perderían gran parte de su peso en las negociaciones, pese a que Argentina aún sería vulnerable a embargos de activos e interferencias en sus pagos de deuda.
"Si el juez falla a favor de Argentina y se levanta la medida cautelar, esto podría avanzar más rápido que tarde", afirmó Schnabl, quien señala que los holdouts probablemente no vuelvan a tratar de incautar activos soberanos "que pueden o no existir" después de que los años dedicados a buscar en el mundo activos para embargar apenas provocaron fastidio a la Argentina.
Aún así los observadores de esta batalla legal, cuyas idas y venidas fueron seguidas muy de cerca por su potencial impacto en las restructuraciones de deuda soberana futuras, hace mucho que aprendieron a esperar lo inesperado. Blitzer aseguró: "Nunca usen las palabras sorpresa o inconcebible cuando se trata de este caso".