MARCELO BONELLI

A Mauricio Macri lo atormenta un problema inesperado: cómo ponerle un torniquete a la aceleración que tuvo la inflación que complica sus planes políticos.
Federico Sturzzeneger, en una íntima reunión con el Presidente, expuso su receta: confió que la restricción monetaria va a terminar acorralando los precios. También el ministro Alfonso Prat Gay trató el tema a solas con Macri. Sostuvo que el previsto achique del déficit fiscal contribuirá a adormecer la inflación. Pero el Presidente no está conforme y volvió sobre el tema: sus sensores indican que los precios no paran y que el ajuste de los costos complica un acuerdo de gobernabilidad con el sindicalismo y el peronismo. “La inflación -dijo Macri- llegó a niveles inaceptables”. 
La extremadamente larga ausencia de estadísticas oficiales suma ruido al problema. En la CGT creen que la tardanza obedece a un intento de ocultar la real remarcación. Pero se conoce -por sugerencia del mismo Jorge Todesca- que los precios marcaron esta línea sostenida: 3 % en noviembre, 5 % en diciembre, 3% en enero y se proyecta un 2 para febrero. En marzo habría un piso del 4 %, por efecto del alza de la electricidad y de un inminente aumento en el transporte. En cinco meses acumulará el 18 %.
La remarcación la comenzó Axel Kicillof el 24 de noviembre. Ese día -dos jornadas después de perder las elecciones- autorizó a todas las empresas líderes a aumentar un 20 % la canasta. La política del ex ministro Kicillof propició la actual remarcación: la fuerte emisión y el descontrol del gasto el año pasado se sintieron fuerte desde el último trimestre del 2015 e impactan también ahora en la economía.
Macri desactivó parte de la bomba de Kicillof y dispuso un sinceramiento de precios que genera inflación de costos. Inexplicablemente, el Gobierno no habla de herencia y por eso comenzó a pagar los costos que en economía le dejó Cristina. Ya Macri abordó el tema la semana pasada en reuniones con Francisco Cabrera y Miguel Braun. El Presidente, molesto con la actitud de los supermercados, les dijo a sus funcionarios: “Yo no voy a perseguir a nadie, como Moreno, pero si no cumplen lo pactado tenemos que ser duros y sancionar a los super.” El enojo obedece a que las cadenas se comprometieron frente a la Secretaría de Comercio a una serie de acciones, que -según la Casa Rosada- jamás cumplieron. El negociador fue Juan Vasco Martínez, titular de la Asociación de Supermercados Unidos.
Macri volvió sobre la cuestión el miércoles en la reunión del gabinete económico. La inflación fue el tema central y generó un fuerte debate interno. Prat Gay puso paños fríos:“ la inflación pegó un salto, pero desde enero se desaceleró.”
Hubo contactos entre los integrantes del Grupo de los 6 y también reuniones informales de los lideres de la Unión Industrial. Entre los hombres de negocios existe consenso:
1. Creen que es un error que el Gobierno no instrumente un programa antiinflacionario.
2. Sostienen que hay problemas de coordinación macroeconómica, necesaria para atacar el alza de precios.
3. Temen que el Gobierno cometa el error de actuar sobre las causas y no sobre el fondo.
El problema inflacionario fue el eje del encuentro secreto, hace una semana, entre Macri y Hugo Moyano. La reunión fue el embrión de los encuentros que ayer se hicieron en la Casa Rosada. La charla empezó mal: Moyano se enojó, porque Macri lo recibió con un cartel que decía “Boca Campeón.” Ambos se encontraron en la Quinta de Olivos. Hablaron una hora a solas y la charla solo fue interrumpida por la aparición traviesa de Antonia, la hija del Presidente.
Moyano le anticipó: “ningún gremio va a aceptar la pauta del 25 %.” Fue después de que Macri se sincerara y dijera con franqueza: “Hugo, estoy preocupado por la inflación y necesito que los gremios me ayuden.”
Ambos hablaron de convocar a los sindicatos a la Casa Rosada y buscar medidas alternativas para mejorar los ingresos, y así poder acercarse a respetar el tope del 25. Los anuncios de ayer van en esa dirección.
Macri le está imponiendo un sello personal a la gestión económica: el viernes también habló con Daniel Pollack. La conversación duró unos cinco minutos. Fue en inglés y durante ese tiempo el Presidente produjo tres definiciones políticas clave para fortalecer la credibilidad de la negociación externa.
Así lo dijo: “doctor Pollack, quiero que sepa que la propuesta tiene todo mi apoyo y es el plan de pago oficial de la Argentina.” Macri tuvo que reforzar esa idea, porque varias veces funcionarios de Cristina llevaron a Manhattan propuestas que después la ex Presidenta desautorizaba. La última fue el acuerdo en julio del 2014. Macri agregó : “la propuesta de pago es un tremendo esfuerzo del gobierno argentino y es para solucionar el conflicto.” Pollack estaba halagado por la comunicación, pero, frío, al final le preguntó: “¿esta propuesta va a tener el apoyo del Congreso?” Ahí Macri enfatizó: “no tenga dudas que este plan de pago tendrá la aprobación del Parlamento argentino.”
El principal logro en la negociación que encabezó Luis Caputo fue político: revertir la imagen díscola y de negociador de mala fe que tenía Argentina. Ahora -según la jerga de Wall Street- se “dio vuelta la torta” y quedaron los fondos buitre como los intransigentes.
Pero el Gobierno tiene una tarea ciclópea. Thomas Griesa tomó una decisión clave y delicada: no dará ningún respaldo a la Argentina hasta que el Parlamento avale y derogue las leyes que impiden viabilizar los futuros pagos.