La llegada del gas natural licuado a las costas del Bío Bío tiene a la población dividida en dos bandos enfrentados en posturas que parecen irreconciliables. Todo comienza con el proyecto de la empresa BiobioGenera, para construir una terminal de gas en el litoral de Penco y una central termoeléctrica en Bulnes, con una inversión de aproximadamente $165 millones de dólares.
BioBioGenera pretende que su proyecto Terminal GNL Penco-Lirquén sea la primera planta de su tipo en el mundo en no utilizar cloro en sus procesos, sino que un sistema de ionización de ánodos de cobre, lo cual reduce enormemente los riesgos de contaminación directa al ecosistema. El proyecto en cuestión inicialmente recibió el nombre de Octopus –“Pulpo” en inglés, en alusión a un famoso portero de fútbol de la zona, quien recibía el apodo de pulpo–, pero fue cambiado debido a las connotaciones negativas que podía adquirir.
Inicialmente la polémica yacía en cuánto pueda afectar la terminal al humedal Rocuant, un reservorio ecológico importante en la zona penquista, lo que ha despertado la firme oposición de grupos ecologistas al proyecto. En dicho humedal habitan aves como el pelícano peruano y el charrán elegante, además de ser un sitio de paso para aves migratorias como la gaviota de Franklin, el zarapito trinador, el rayador americano y pitotoy chico. En febrero del año pasado la Municipalidad de Talcahuano firmó con la Seremi de Medio Ambiente del Bío Bío y con el Comité pro defensa de la fauna y flora (CODEFF) un convenio de protección del humedal. BiobioGenera hace hincapié en que finalmente se decidió que la terminal se ubique en una zona industrial y no en el humedal.
La preocupación de grupos ecologistas y de agrupaciones de la sociedad civil pasa también por cómo puedan afectar el terminal de gas y la termoeléctrica al medioambiente de la zona en general, muy afectada ya por la contaminación industrial y por las emisiones residenciales, siendo muy común en el Bío Bío que las casas se calefaccionen con leña. BiobioGenera defiende que su proyecto produce energía limpia, que no emite material particulado, que el gasoducto que llevará el gas desde la terminal a la red domiciliaria e industrial no pasará cerca de casa ni generará impactos visuales ni ambientales, y que al no incluir un proceso de odorización del gas este no producirá olores desagradables.
Sin embargo los opositores a la iniciativa hacen hincapié en que el gas natural igualmente produce gases de efecto invernadero y que el aumento y mayor eficiencia en la oferta de este combustible lejos de beneficiar a las comunidades locales y consumidores residenciales, va en directo provecho del sector empresarial. Para los opositores, el aumento de la capacidad industrial de la región pone en riesgo directo la salud y calidad de vida de su población.
Además existe una amplia preocupación por el tema de la seguridad – qué ocurriría con las instalaciones en caso de un tsunami como el de 2010 o qué tan grandes son los riesgos de explosión asociada al combustible – asunto frente al cual la empresa aduce cumplir todas las normas de seguridad e incluso más: sistemas automáticos de detección de fugas, entrenamiento especializado para el personal, válvulas de corte automáticas y recubrimiento del gasoducto con polímeros anticorrosivos.
La diferencia de opiniones al interior de la comunidad en la región ha escalado hasta mutuas acusaciones respecto a las verdaderas motivaciones de cada uno. Los partidarios del proyecto recientemente viralizaron una fotografía que fue publicada en facebook por la Coordinadora Penco-Lirquén, principal organización opositora, en la que se instalaba un rehue -altar sagrado mapuche- en la playa de La Cata, justamente frente a la cual se instalaría la terminal gasífera. Al centro de dicha fotografía aparece Ernesto Vilches Van Rysselbrghe, militante UDI y gerente general de la Compañía Regional de Infraestructuras S.A. (CRI), una empresa cuyo objetivo es instalar también un proyecto de gas natural licuado en la zona.
El 20 de agosto de 2014 CRI recibió una concesión marítima para construir y operar un muelle para transferencia y regasificación de gas natural licuado en el sector geográfico de la Isla de Los Reyes en la Bahía de Concepción. El directorio de CRI está compuesto también por Juan Ignacio Ugarte – ex gobernador DC de Concepción - Claudio Enrique Barrera Van Rysselberghe y Ester Ramírez Herrera. Juan Ignacio Ugarte es además gerente general del Casino Marina del Sol, propiedad de Nicolás Imschenetzky, un empresario amigo de Miguel Krasnoff y que ha hecho negocios con representantes de la Colonia Dignidad. Ester Ramírez Herrera es pareja de Ugarte y gerenta comercial del mismo casino. En CRI trabaja también como asesor de asuntos ambientales el abogado Bolívar Ruiz, ex militante socialista y ex director del Servicio de evaluación ambiental y de la Conama regionales. De acuerdo a los partidarios de BiobioGenera el objetivo de CRI no es otro que tumbar el proyecto de Penco-Lirquén y Bulnes para ser ellos quienes traigan el gas natural a la región.
Por otra parte el origen de la concesión marítima de CRI S.A. está en una que se otorgó en 2009 a la empresa Puerto de los Reyes S.A. pero al no cumplir ésta con el pago de la concesión y los requerimientos ambientales la perdió. En ese momento le fue entregada a CRI quien se hizo cargo de las deudas de su antecesora. El gerente general de Puerto de los Reyes S.A. era Juan Patillo, ex comandante en jefe de la II Zona Naval. El proyecto de Patillo sí pasaría por el humedal Rocuant.
Edinson Ortíz, vocero de la coordinadora Penco-Lirquén niega tajantemente cualquier vínculo con la empresa CRI. “Simplemente nuestras actividades son todas públicas, se comparten en redes sociales, se saca fotos a todos, y uno no le pide el carnet a cada persona que va.
No sé por qué habrá ido esta persona (Ernesto Vilches Van Rysselberghe), cuando nos llegó esa información de su asistencia para nosotros fue un problema claramente. Nosotros trabajamos en una red que incluye varias organizaciones sociales, y ahí está una organización lafkenche que hizo la instalación del rehue, y tengo entendido que estas personas al parecer donaron el rehue o algo así”.
Si bien inicialmente la consigna de la coordinadora Penco-Lirquén era la de “No a Octopus/BiobioGenera” hoy es la de “No a las gasificadoras” para dejar en claro que se oponen a la instalación de cualquier gasífera en la Bahía de Concepción.
Ortíz señala que la oposición al proyecto gasífero pasa no solamente por el tema de la contaminación, sino que también por la preservación de las economías y modos de vida locales que podrían verse afectados. “Si bien es cierto que el proyecto genera empleos, estos son muchos menos que los empleos directos e indirectos asociados a la pesca artesanal y a la marisquería que éste podría destruir. Este proyecto va a estar en el lugar donde la gente pesca y cultiva sus mariscos.
Además el gas natural no es ni una energía limpia ni menos contaminante, es un gas que muchas veces viene defracking, o que debe quemarse el doble para tener el mismo rendimiento del petróleo. Por otro lado el tema de la necesidad energética en la región no es real, nosotros vemos cómo empresas generadoras de la zona están iniciando los trámites para exportar energía, por ende quiere decir que las necesidades internas están satisfechas”.
Por su parte el presidente de la Junta de Vecinos de Mejoreros, Leonardo Jara, califica la actitud de BiobioGenera y sus partidarios como “amablemente agresiva”. Coincide con Ortíz en rechazar enérgicamente la instalación de cualquier convertidora de gas en la Bahía de Concepción y en negar en absoluto toda vinculación con CRI. “Como Junta de Vecinos estamos en contra de este y de todos los otros proyectos que dañen nuestro ecosistema y no tenemos intenciones de asociarnos con nadie para conseguir ese objetivo. Lo que sí encuentro grave es que estas empresas estén usando dinero para cambiar la opinión de la gente. El lobby de BiobioGenera ha sido tremendo, a mí me ofrecieron prácticamente trabajo, juegan con las necesidades de la gente”.
A su vez María Flores Quilapán, de la asociación mapuche Koñintu Lafken, que organizó la instalación del rehue, cuenta que nunca supo quién era Enrique Barrera Van Rysselberghe ni por qué estuvo ahí. “No saludó a nadie, no nos saludó ni se presentó con nosotros”, tanto es así que ante las dudas respecto a quién había donado el rehue y bajo qué intenciones, procedieron a reemplazarlo por otro. “En nuestra cultura el rehue debe cumplir con varios requisitos. Se debe saber quién lo dona y quién y cómo lo cortó, porque esto debe realizarse con las oraciones correspondientes.
Así que sacamos ese rehue e instalamos otro”, dice. La empresa CRI S.A. fue contactada por este medio para ser consultada respecto del rehue y de la presencia de su gerente general en la ceremonia de instalación, sin embargo desde sus oficinas centrales en Concepción se negaron a hablar dado que “toda la información es confidencial”.
En la vereda opuesta está Cristián Campbell, miembro de la Unión Comunal de Penco y secretario del Movimiento para el progreso de Penco y Lirquén. Campbell es uno de los dirigentes que apoya la instalación de la terminal y de la termoeléctrica a gas. “Hay que despejar muchas mentiras que se han dicho. Esto viene a descontaminar, no a contaminar, porque el gas natural no tiene material particulado ni azufre y tiene menos C02.
Además no perjudica la vida marina porque es inocuo en el agua. Somos una zona saturada de contaminación ambiental y esto es una solución. Con una sola gran industria Penco es la cuarta comuna más contaminada de la región, pero cuando esa empresa obtenía gas natural de Argentina no contaminaba”. Campbell critica también duramente la actitud de los grupos opositores al proyecto: “Lo único que han hecho es enlodar la imagen de cualquier persona que acepte la llegada del gas natural. Ellos mienten, aparecen fotografiados con alguien que quiere que se destruya un humedal lleno de biodiversidad”.