El ministro de Energía, Juan José Aranguren, aseguró que todavía no están definidos los aumentos que tendrán las tarifas del gas y que "hay un atraso en el esquema" actual de precios. "Todavía no hemos definido exactamente el nivel de incidencia en cada banda tarifaria (del gas)", afirmó. Tampoco está definida la fecha a partir de la cual se aplicarían los aumentos, que el ala política del Gobierno buscaría patear para después de la negociación paritaria. Sin embargo, en el sector ya empezaron a circular borradores con los nuevos cuadros tarifarios. "Los valores difundidos no salen de mi Ministerio", dijo el funcionario, en alusión a cifras que aparecieron en algunos medios sobre cuál será el incremento en este servicio.
Según los borradores que circulan, el incremento arrancaría con una suba del 100% en el precio del gas mayorista en boca de pozo. Según publicó el sitio elinversoronline.com, las eléctricas pasarán de pagar los actuales US$ 2,66 a 5,20 por millón de BTU (unidad de medida). Por su parte, las industrias, que pagan hoy cerca de US$ 3,90 a 4,30 por millón de BTU, deberán afrontar un aumento de entre un 20 y 30%. En tanto que para los consumidores de GNC el precio pasaría de US$ 2,481 a US$ 3,50, un 40%.
Con respecto a las tarifas residenciales, las distribuidoras (Metrogas, Gas Natural Fenosa, Camuzzi) comenzarán a pagarles a los productores un promedio de US$ 4,70 por millón de BTU, un 123% más que ahora. Según elinversoronline, "eso implica que los hogares de consumos más bajos de gas –empadronados como R1 y R2–, que hoy pagan un precio que oscila entre los US$ 0,607 y los US$ 1,34, abonarán cerca de US$ 3. Mientras, en relación al aumento para la categoría R3 –que hoy ya llega a pagar hasta US$ 5,15, en el mismo nivel que un industrial– no se prevén grandes modificaciones".
El segundo paso es recomponer las tarifas de transporte y distribución. Para las transportadoras TGN y TGS, el Gobierno contempla aumentos de entre un 100% y un 300% según el usuario. Para las distribuidiras, la suba oscilará entre un 100% y un 140%.
Así, la factura de gas sufriría un incremento que promediará entre un 200% y un 300%.
Aranguren dijo que "en estos últimos diez años hubo un atraso en el esquema tarifario que redundó en que se perdieran producción y reservas".
En este escenario, dijo que hoy "se están importando de 25 a 30 millones de m3 diarios de gas ya que no hubo señales para la que inversión pudiera convertir los recursos naturales en reservas y luego en producción".
Sobre la electricidad, indicó que aún "hay que ver cómo evolucionan el precio y la demanda y qué medidas de ahorro se toman durante el año" para determinar si habrá nuevos aumentos tarifarios.
También sostuvo que "la recomposición de los cuadros tarifarios tiene por objetivo recuperar la inversión y la calidad del servicio" y que todavía “no se recuperó el costo económico de generación”.
Además, indicó que "la caída de los precios internacionales del petróleo y del gas, si bien traen algunos problemas para la producción, hicieron caer el costo de importación del gas natural licuado y el gasoil para generar electiricidad”.
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El Gobierno nacional ya definió el tarifazo en la boletas de luz. Lo que aún resta decidir es cuándo comenzará a golpear en los bolsillos de los consumidores, ya castigados por la brusca devaluación y su consecuente incremento generalizado de precios y la quita de subsidios a la energía eléctrica.
Según adelantó Nicolas Gandini en Perfil, el Ministerio de Energía, que conduce el ex Shell Juan José Aranguren, ya definió la suba de tarifas técnicamente, y pretende aplicarla desde el 1º de marzo. Sin embargo, el ala más política del Gobierno que comandan el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y el jefe de Gabinete, Marcos Peña, prefiere esperar a que culminen las paritarias. Es que la fuerte suba sobre las boletas de gas repercutirá inevitablemente en el proceso inflacionario, que se aceleró desde que Mauricio Macri llegó al ballotage.
Tal como sucedió hace dos semanas con el negocio eléctrico, primero se actualizarán los precios que reciben los productores en boca de pozo. La medida tendrá un gran impacto positivo en las arcas de la provincia de Neuquén, que percibe regalías en base a eso valores, con lo cual los ingresos crecerán exponencialmente. Se espera que al menos se dupliquen.
Las generadoras de electricidad pasarán a pagar u$s 5,20 por millón de BTU, el doble que en la actualidad (u$s 2,66). Mientras que para la industria, el segmento que hoy paga los valores más altos - u$s 3,90 y 4,30 el MBTU- la suba será de entre un 20 y un 30%.
Para los consumidores de GNC el precio previsto es de u$s 3,50, un 40% más que el vigente de u$s 2,481. Es de esperar que los taxistas intenten llevar el mayor costo a sus tarifas.
Ese incremento de valores también se verá reflejado en la boleta de los usuarios residenciales. Según Perfil, las distribuidoras como Camuzzi pagarán a los productores un promedio de u$s 4,70 por millón de BTU, un 123% más que ahora (u$s 2,098).
250% Es el promedio de la suba de las tarifas de gas que ya tiene preparado el gobierno nacional para todos los segmentos. El incremento impactará de diferente forma para los diversos usuarios.
De esa forma, los hogares de menos consumo recibirán subas de entre el 125 y el 400%, dependiendo el segmento. Mientras que los alts consumos no variarán mucho porque hoy pagan los valores más altos.
La Nación pretende de esta manera estimular las inversiones en la exploración y producción de gas para reducir los millonarios desembolsos por importaciones, que bajaron en el último año porque el derrumbe del barril de petróleo arrastró a la baja la cotización del gas que se le compra a Bolivia y del que se trae en barcos metaneros. También habrá subas para las empresas que transportan el gas, como TGN y TGS.
El negocio de la importación de gas también cambiará de manos. Hasta ahora el costo de las importaciones lo asumía el Estado mediante transferencias directas del Tesoro canalizadas a través de Enarsa. Ahora lo pagarán los usuarios.
En paralelo, la nueva conducción de la compañía nacional apunta a cerrar un acuerdo comercial para empezar a importar gas desde Chile por los gasoductos binacionales.
Los gasoductos Atacama y Norandino están conectados con la terminal regasificadora de Mejillones y pueden despachar hasta 10 millones de metros cúbicos diarios hacia el sistema argentino. Mientras que el GasAndes, ubicado a la altura de la región Metropolitana chilena, puede traer fluido de la terminal regasificadora de Quintero.
Si bien la medida podría tener conveniencia económica, ya que el costo de los barcos de GNL sería más barato porque viene por el océano Pacífico, encierra un negocio difícil de defender para Aranguren.
Sucede que el gobierno de Chile tiene en vigencia desde 2014 un contrato de largo plazo con British Gas, la empresa británica que en estos días está en pleno proceso de fusión con Shell. Es decir que el ministro de Energía le otorgaría un negocio millonario a su ex empleador.
La Empresa Nacional del Petróleo (ENAP) de Chile acordó con British Gas la compra de shale gas de Estados Unidos. BG es uno de los principales productores del mundo de gas natural licuado. Shell también tiene una importante posición en este mercado, de modo que, con la adquisición de esa firma en 2014, ahora domina el mercado mundial de GNL.
Semanas atrás, Aranguren firmó un convenio con su par chileno, Máximo Pacheco, para empezar a importar gas del país trasandino desde mayo. También comprará electricidad, en este caso desde el norte chileno, a través de la línea ya construida entre Salta y Mejillones.
Argentina comprará al país vecino 5,5 millones de metros cúbicos diarios de gas entre mayo y septiembre, cuando bajan las temperaturas.
El Gobierno ya definió el trazo grueso del aumento de las tarifas de gas previsto, en principio, para el 1° de marzo. Los nuevos cuadros tarifarios contemplan una suba promedio cercana al 250%, según indicaron a PERFILfuentes empresariales y allegados al Ministerio de Energía y Minería, que dirige Juan José Aranguren. Sin embargo, el viernes empezó a circular una versión que encendió la alarma en todas las compañías del sector: la línea política del Gobierno encabezada por Rogelio Frigerio habría sugeridodiferir el alza de tarifas hasta después de la negociación paritaria con los principales sindicatos.
En el plano técnico, la recomposición de los esquemas tarifarios está muy avanzada. Tal como sucedió hace dos semanas con el negocio eléctrico, primero se actualizarán los precios mayoristas que reciben los productores del fluido. Para algunos usuarios, los valores en boca de pozo, tal como se conoce en la jerga al importe que cobran las petroleras –con YPF, la francesa Total, Pan American Energy (PAE), Pluspetrol y Petrobras a la cabeza–, se duplicarán. Las generadoras de electricidad pasarán a pagar US$ 5,20 por millón de BTU (unidad de medida), un 100% más que ahora(US$ 2,66). Las industrias deberán afrontar un aumento de entre un 20 y 30%: abonarán, en promedio, alrededor de US$ 5 por millón de BTU contra una media actual de entre US$ 3,90 y 4,30. En tanto que para los consumidores de GNC el precio previsto es de US$ 3,50, un 40% más alto que el vigente de US$ 2,481, lo que anticipa un eventual conflicto con el sindicato de taxistas por el incremento de sus costos operativos.
El aumento para el segmento residencial es el nudo gordiano de lo que viene en materia de precios. Una vez que se publiquen los nuevos importes, las distribuidoras –entre los que figuran Metrogas, Gas Natural Fenosa y Camuzzi– comenzarán a abonar a los productores un promedio de US$ 4,70 por millón de BTU; un 123% más que ahora (US$ 2,098). Eso implica que los hogares de consumos más bajos de gas –empadronados como R1 y R2–, que hoy pagan un precio que oscila entre los US$ 0,607 y los US$ 1,34, abonarán un precio cercano a los US$ 3. Mientras el aumento para la categoría R3 –que hoy ya llega a pagar hasta US$ 5,15, en el mismo nivel que un industrial– no se prevén grandes modificaciones.
Resta saber si el Enargas, el ente regulador del sector,ordenará su aplicación a partir del 1° de marzo o finalmente postergará su entrada en vigencia para descomprimir el escenario político hasta pasar las paritarias. “Está casi todo listo a la espera de la decisión final de Presidencia”, indicó el presidente de una gasífera.
La idea fuerza del Gobierno es recomponer el precio interno del gas para que los petroleras incrementen sus inversiones en la exploración de nuevas reservas. Se optará por alinear el mercado doméstico con los valores de importación: como resultado del derrumbe internacional del petróleo, que hoy navega apenas por arriba de los US$ 30, el gas que se compra a Bolivia se paga US$ 3,90 y el GNL que se importa por barco se consigue en torno a los US$ 5,50 (con el barril a US$ 110 llegó a pagarse US$ 17). Por eso, Aranguren dio marcha atrás con su idea inicial de establecer un precio único para el gas en boca de pozo de US$ 5,80, tal como se pensaba hasta hace un mes.
Aguas abajo del negocio de la producción, el segundo paso esrecomponer la rentabilidad de los segmentos de transporte y distribución de gas. Para TGN y TGS, que se reparten el transporte del fluido en el Norte y Sur del país respectivamente, se bosquejaron nuevos cuadros tarifarios que contemplan aumentos de entre un 100% y un 300% según el tipo de usuario. Para el segmento de distribución, la suba oscilará entre un 100% y un 140%. Con esos números en la mano, los privados calculan un incremento final en la factura de gas que promediará entre un 200% y un 300%.
La estrategia del Ejecutivo es de dos pinzas: por un lado, apunta a recomponer la rentabilidad de los productores para incentivar la perforación de pozos en yacimientos gasíferos más pequeños y que requieren otra tecnología –como el tight y shale gas–, a fin de reducir las millonarias importaciones del fluido. En forma complementaria, el mandato fiscal pregona una reducción de los subsidios que inyecta el Estado en el sistema gasífero. Como las tarifas que paga la demanda no alcanzan a cubrir los costos del sistema, la mayoría del gas importado –en 2015 se gastaron US$ 3.600 millones para traer GNL y gas de Bolivia– se eroga mediante transferencias directas del Tesoro canalizadas a través de Enarsa. Aranguren cree que ese modelo está perimido. Por lo que a futuro los usuarios terminarán pagando tarifas para solventar esas operaciones.