La primera petrolera europea por ventas, la angloholandesa Shell, registró el año pasado sus peores resultados en una década por culpa de la drástica caída del precio del crudo. En 2015, la firma obtuvo un beneficio neto de 1.939 millones de dólares (1.747 millones de euros), un 87% menos que el año anterior. Los ingresos totales de Shell descendieron, por su parte, un 37% hasta los 272.156 millones.
El desplome del crudo —el barril de brent, el de referencia en Europa, cuesta hoy 35 dólares, frente a los 100 dólares de 2014— ha pasado factura a Royal Dutch Shell que también ha sufrido otros reveses. Entre ellos, destaca el abandono de planes de perforación de gas y petróleo, como el de Alaska. En el último trimestre de 2015, el gigante de la energía —es la segunda empresa europea por facturación, solo superada por Volkswagen— ganó 939 millones de dólares, frente a los 595 millones del año anterior.
En septiembre, Shell renunció a seguir con las prospecciones en el Ártico “por falta de viabilidad económica”, a pesar de que llevaba años detrás de este yacimiento y contaba con el permiso de las autoridades estadounidenses. Entonces, dijo que las muestras obtenidas eran “decepcionantes” y no compensaban el desembolso precisado para evitar un desastre ecológico. La retirada del proyecto de construcción de una planta en Qatar, donde debía desembolsar 6.500 millones de dólares en colaboración con el Estado árabe, también le ha pasado factura. Por todo ello, lo ganado en el último periodo contable apenas procede de la explotación de crudo.
Como en la mayoría de grandes petroleras mundiales, el refinado y la venta de derivados del crudo se han convertido en claves para estabilizar la cuenta de resultados.
La caída en el beneficio de Shell se trasladará directamente a los trabajadores. En diciembre pasado, la compañía ya anunció un recorte de 10.000 empleos si no lograba remontar sus cifras y ayer su primer ejecutivo, Ben van Beurden, confirmó el ajuste en un comunicado en el que señaló que “habrá cambios sustanciales para poder reaccionar ante la caída de precios”.
La noticia del recorte laboral y los bajos beneficios no pudo llegar en peor momento para Shell en Holanda. Ayer se supo que una de sus refinerías locales dejó escapar, “un total de 25 toneladas de gases tóxicos desde noviembre”. La firma asegura que las concentraciones liberadas no son nocivas para la salud y ya lo ha solucionado.
A tenor de su evolución bursátil, el revés en la cuenta de resultados se daba prácticamente por descontado en los parqués. Las acciones de Shell registraron ayer una subida de casi el 5% en la Bolsa de Ámsterdam y del 6% en el parqué londinense, en una jornada en la que el petróleo rebotó con fuerza y se asentó por encima del nivel psicológico de los 35 dólares por barril.
Van Beurden, confirmó ayer que la operación de compra de la gasística británica BG por 61.600 millones de euros se completará el 15 de febrero, tras haber recibido la aprobación de los accionistas. En una conferencia con inversores, Van Beurden dijo que los planes de integración de las dos compañías “ya están en marcha” y enmarcó la supresión de 10.000 empleos en esta operación.
En su mensaje, aseguró que “la prioridad sigue siendo la rentabilidad” y explicó que Shell continúa concentrada en “reducir costes e inversiones de capital para responder a los bajos precios del crudo”. “La reestructuración en las áreas menos rentables es importante para garantizar la rentabilidad”, dijo el primer ejecutivo de Shell al tiempo que advertía de la posibilidad de más despidos en el futuro.
La petrolera holandesa presentó sus cuentas anuales en las que sus ganancias descendieron un 44% con respecto al ejercicio anterior. Sin embargo, anunció el despido de 10.000 empleados.
El beneficio ajustado de Shell se redujo en concreto hasta los 1.800 millones de dólares, dentro del rango medio que presentó la compañía hace unos meses, que se encontraba entre los 1.600 millones de dólares y los 1.900 millones de dólares. Por el contrario, esto supuso un gran descenso con respecto al año anterior en el que obtuvo ganancias de 3.3000 millones de dólares.
La caída del precio de crudo ha supuesto la reducción de las empresas de la industria como sucedió en el caso de Exxon Mobil, o BP, encontrándose en una lucha constante para buscar el crecimiento y la inversión para poder abordar la retribución a sus accionistas. Shell está apostando por la adquisición de BG Group por unos 50.000 millones de dólares para ganar cuota de mercado, aumentar su flujo de caja, y poder mantener los dividendos actuales.
"BG ahora se convierte en importante reto para Shell, ya que le ayudará a crecer y tiene una alta calidad de sus activos”, aseguró Brendan Warn, analista de Capital Markets en declaraciones a la agencia Bloomberg.
Sin embargo, lo que ha ofrecido un impulso alcista a todo el sector petrolero es la reestructuración que tiene en mente la compañía para seguir siendo solvente. Y ella se basa en el despido de 10.000 empleados de la compañía con sede en La Haya. Ese factor ha sido el más importante para que repunte más de un 3% desde el inicio de la cotización.
Del mismo modo, el resto de petroleras europeas han reaccionado al alza tras conocerse estos resultados, al igual que el rebote del barril de crudo Brent que se ha llegado a situar sobre los 33 dólares, cuando ayer mostró un sesgo bajista. En este sentido, Repsol reacciona con alzas superiores al 2,5%, BP se incrementa más de un 3%, o Total que sube cerca de un 2%.
Con el crudo en torno a US$ 30 el barril y la gasolina por debajo de US$ 2 por galón en Estados Unidos, el placer de los precios más bajos del combustible se está tornando doloroso para la mayor economía del mundo.
El problema no son solo los despidos y los recortes de inversión en la industria petrolera, dos efectos previsibles desde que el precio del crudo comenzó a deslizarse en 2014. Las preocupaciones sobre bancarrotas relacionadas con la energía y la morosidad también están ayudando a endurecer las condiciones financieras, lo cual pesa en una franja cada vez más amplia de la economía.
Pocos economistas esperan que la caída del crudo lleve a EE.UU. a una recesión. Pero las crecientes dificultades generadas por ese derrumbe podrían volverse más difíciles de contener si los descensos del precio del petróleo son en realidad un síntoma de defectos más arraigados de la economía global, incluyendo la debilidad de la demanda y la sobreoferta de materias primas, capacidad productiva y mano de obra.
El petróleo barato refleja un fortalecimiento del dólar, que ya ha complicado las exportaciones estadounidenses. Y la confianza del consumidor podría salir lastimada si las pérdidas bursátiles del último año se consolidan.
Si bien el combustible barato beneficia a los consumidores, las fuerzas detrás de esa caída de precios podrían ser más corrosivas de lo que se pensó inicialmente. La baja del crudo durante el mes pasado "es menos una señal de que las cosas van a mejorar y más una señal de que las cosas están en peligro de volverse mucho peores", dice Stephen King, economista sénior de HSBC.
En general, los mercados consideran el alza de precios de la energía como un alza de impuestos y la baja, como recortes de impuestos. De hecho, la gasolina barata ha sido una gran ayuda para las familias estadounidenses, que el año pasado ahorraron por este concepto unos US$ 140 mil millones, más o menos el doble que en 2014.
La caída del precio del combustible aportó alrededor de 0,5 puntos porcentuales al crecimiento del consumo en 2015, según Jason Thomas, director de investigación del private equity Carlyle Group.
No obstante, el crecimiento global fue más débil de lo previsto, lo que sugiere altos niveles de deuda familiar y un alza de los costos de vivienda, salud y educación universitaria, que en conjunto hacen que los consumidores estadounidenses se abstengan de gastar más.
Algunos economistas dicen que no se justifica hablar de recesión. La economía estadounidense sigue creando empleos, las finanzas de los hogares están mejorando y el mercado inmobiliario se ha mantenido estable.
Una preocupación que persiste, sin embargo, es que la desaceleración industrial podría aumentar las cesaciones de pagos y, por lo tanto, restringir las condiciones financieras.
Algunos inversionistas también divisan riesgos subestimados en los mercados emergentes, en los que la disminución de la demanda de petróleo pone de manifiesto fuerzas deflacionarias más amplias. Los precios del maíz y la soya han caído por debajo de su costo de producción, y los precios del acero se han reducido 30% interanual.
Al principio, muchos consideraban que estas tendencias eran transitorias, pero la debilidad de la demanda global aumenta el riesgo de que EE.UU. no pueda seguir escapándose de estas amenazas. El principal culpable es un exceso de oferta de mano de obra y capital en los mercados emergentes.
A pesar de que la economía de EE.UU. está mucho más centrada en los servicios que en la producción de bienes, también está más expuesta a la disminución de los precios de las materias primas, ya que "una gran cantidad de los servicios en nuestra economía se lleva a cabo en apoyo a los materiales producidos", dice Alpert.
Sin embargo, a otros les preocupa que los cambios en la economía mundial hayan reducido el aislamiento de EE.UU., lo que significa que los modelos de la Fed y otras entidades pueden exagerar los efectos de la actividad interna y evaluar inadecuadamente los efectos transfronterizos.
Desde que la recesión terminó en 2009, las exportaciones han contribuido 15% al crecimiento de EE.UU., comparado con un promedio de 9% en las siete expansiones económicas anteriores, según Ruchir Sharma, de Morgan Stanley. Mientras que el sector manufacturero representa una octava parte de la producción de EE.UU., la empresa promedio de S&P 500 obtiene más o menos un tercio de sus ingresos en el extranjero.
El exceso de oferta de China y otros mercados emergentes ha desafiado a los fabricantes nacionales durante años. Los productores no pueden permitirse el lujo de reducir su capacidad o creen que son el productor de menor costo que puede sobrevivir a la próxima sacudida.
La velocidad con la que los precios se han corregido (el petróleo cayó 75% en tan sólo 18 meses) ha exacerbado el golpe.
Ahorro
Por concepto de gasolina, las familias estadounidenses se ahorraron unos US$ 140 mil millones en 2015, más o menos el doble que el año anterior.