DANIEL BOSQUE
Sin micrófonos ni palabras altisonantes, la larga mesa de los representantes provinciales tenía un solo norte: la cabecera Juan José Aranguren, Sergio Bergman y Daniel Meilán. Alumnos saquen una hoja, composición tema: minería, medio ambiente y producción nacional según el Evangelio de Cambiemos.
Aranguren fue puntual, como dicta el protocolo y ceremonial desde el 10 de diciembre. Quien llegue después de las 9.00 no entra, advirtieron los anfitriones de la Secretaría de Minería a los invitados federales, que en la década ganada si llegaban media hora después todavía tenían que esperar que llegaran los disertantes.
El time o’clock no es la única mutación de la nueva época. Aranguren, menos presionado que cuando habla de los costos energéticos, se encargó de inscribir a la minería dentro de las prioridades del gobierno y comprometió todo el apoyo después de resaltar que de entrada ya no hay cepo, se pueden remesar utilidades y se quitaron retenciones.
Al igual que los que le siguieron en la palabra, el ministro no despegó el concepto “minería” de su adjetivo “sustentable”.
Más ideológico, como diría la calle, fue Bergman, quien redondeó un discurso repleto de tips de esos que le gustan a los periodistas a la hora de titular. “La sustentabilidad es rentable” dijo el ministro ambiental, quien reconoció que nada se hará sin licencia social y sin la opinión de las comunidades, a la vez que dejó sentado el dogma de su cartera: lo importante, por encima de los ecosistemas, está el hombre, a la vez que enjuició duramente la desigualdad social que hoy signa a la sociedad argentina.
El ministro rabino remarcó el valor de la ventanilla única para la validación de proyectos que pasará por el Ministerio del Interior, dentro de la órbita de la Nación y abogó por la máxima conexión entre los escenarios legislativos y judicial para cuestiones tan sensibles como las de la minería.
Antes de irse los funcionarios invitados para abrir la sesión del Consejo Federal, el salteño Ricardo Salas pidió la palabra para decir algo que agrada a todos los mineros: no hace falta decir “minería sustentable” porque la minería es per se, sustentabilidad.
De paso, auguró nuevos tiempos en la relación Nación-Provincias, después de destacar que en el ciclo que terminó, la relación de la autoridad minera fue sinuosa con los estados provinciales y las empresas que no acataban el libreto nacional. “Mi provincia sufrió discriminaciones y persecuciones en más de una ocasión en tiempos que ojalá nunca vuelvan”, dijo.
Con los funcionarios estelares invitados y la prensa afuera, las provincias se entregaron al debate, que hoy concluirá. No es sencillo el armado y no habrá, como no lo hubo nunca, un discurso homogéneo.
De hecho, había inquietud en los funcionarios del Estado Nacional por movidas, como las de una provincia que ha engrosado la carpeta de su empresa estatal para llevar a la PDAC de Toronto, con propiedades mineras de privados, a cuyos titulares los invitan a firmar poderes y representaciones, bajo presión de perder las áreas. “Hay gente que no se entera, pese a toda la internet que hay, de los tiempos que corren en la Argentina y en la minería mundial”, dijo una fuente a propósito de esta cuestión.
La estrategia de cara a la inversión, a la política y a la sociedad es un laberinto a sortear. Así como también la optimización y la profesionalización de los aparatos estatales que regulan la actividad.
La minería no es una isla: el Estado, desde los municipios a la Casa Rosada, en lo que va del siglo estuvieron muy presentes e invadieron todo lo que pudieron las incumbencias de la esfera privada.
Eso no significa que esta super burocracia, a la fecha, sea la mar de la eficiencia. Todo lo contrario, dicen lo empresarios.