DANIEL BOSQUE
Finalmente, y antes de lo que pensaban muchos en el mercado, Argentina y Chile firmaron una remake, pero en dirección Oeste-Este, de su integración energética.
El gas siempre da ravanchas y lejos de los sofocones que sufrió el mercado chileno tras el colapso de la importación de gas desde el país vecino a comienzos de siglo, los dos países cerraron un acuerdo por 5,5 millones de m3/día. Un negocio, por ahora de US$ 130 M/año, con varios actores.
Lejos han quedado los recelos y decepciones, como las del ex CEO de GasAtacama, Rudolf Araneda, que llegó a decir en un foro binacional que "los argentinos eran unos sinvergüenzas" tras el apagón del suministro en 2001.
Juan José Araguren y Máximo Pacheco cerraron el pacto: desde las regasificadores de Mejillones, en el desierto de Atacama y de Quintero, cercana a Santiago, se bombeará fluido a través del Gasoducto Nor Andino y de Gas Andes, respectivamente.
El primero de ellos, de 1.100 km, hoy propiedad de Suez, fue el más polémico de todos los ductos binacionales por su tendido, en 1998 a través de la salteña Selva de las Yungas. Gas Andes, fue diseñado para que en sus 463 km llevara fluido de la Cuenca Neuquina a los hogares e industrias santiaguinos. Otra época.
"Representa una nueva etapa en la integración de nuestros países”, dijo el ministro chileno tras la rúbrica con su par. El negocio es posible porque el GNL que llega a Chile a través de los buques metaneros cayó de U$S 14 a U$S 7. Y podría seguir cayendo por el advenimiento de EE.UU. al trading. (ver brief con esta nota)
Aldea global. Lo que llegará a los hogares e industrias argentinos desde su ingreso por Salta y Mendoza, por ahora proviene del mercado asiático. El volumen es la trigésima parte del despacho nacional argentino y demandará entre 8 y 10 buques unos 5,5 millones) será utilizados para consumo residencial e industrial en el área metropolitana argentina.
En términos de factura de gas importado, será el 20% de lo que erogará en 2016 el fisco argentino.
Los actores serán, por Chile, la estatal ENAP, y del lado argentino ENARSA, quien se transformó en el agente importador del país desde 2008 y fue creciendo en su demanda de LNG ships para complementar la cuota insuficiente de lo comprado a Bolivia, el principal abastecedor. El GNL llega a la Argentina por Escobar y Bahía Blanca y la espiral sólo mermó el año pasado, por la caída económica del país que golpeó el consumo fabril.
Tanto la gestión en ENARSA como la importación de GNL durante el gobierno de Nestor y Cristina Kirchner han sido motivo de investigaciones que tienen como principal denunciado al ex ministro de Planificiación, Julio de Vido.
El gas chileno, que se complementará con electricidad de ese país a la Argentina, reforzará residencial e industrial para el AMBA. Argentina importa hoy unos 25.000.000 m3/día, lo que equivale al 40% de lo que consume la provincia de Buenos Aires.
La importación de electricidad ingresará por el NOA, con la línea Mejillones Salta, interconexión que permitirá transportar 200 MW (la línea tiene una capacidad de transporte de 600 MW)
En conjunto, según Pacheco, el negocio de asistir a la Argentina con energía variada le significará a Chile US$ 180 millones/año.
Divisas impensadas, o solo previstas por aquellos que ven la historia más allá de cercanos horizontes.