Jose Luis de Haro
Con el crudo tocando nuevos mínimos de los últimos doce años, y sólo ligeramente por encima de los 30 dólares, los grandes bancos alertan que el barril tocará los 20 dólares. Desde Goldman Sachs, Citigroup a Morgan Stanley, que describe la actual crisis como "peor que la de 1986" avisaron a sus clientes sobre la que se viene encima. Una situación que ya se deja notar entre las pequeñas y medianas petroleras a este lado del Atlántico, gran parte de ellas especializadas en la fracturación hidráulica y el crudo de esquisto.
Según adelantaba The Wall Street Journal, alrededor de 30 pequeñas empresas petroleras con deudas de más de 13.000 millones de dólares podrían haberse acogido ya a la protección de la ley de bancarrota. Una situación provocada por el exceso de oferta en el mercado, en parte motivada por el boom del crudo de esquisto y el pulso de productores como Arabia Saudí, empeñados en mantener los niveles de producción pese a la baja demanda.
Precisamente, Harold Hamm, el fundador de Continental Resources y uno de los gurús de la fracturación hidráulica, aseguró en la CNBC que "nos encontramos en un contexto voraz". "Arabia Saudí intenta hundirnos pero no lo han conseguido, es un error monumental para ellos, un error de un billón de dólares", añadió.
En este sentido, Hamm, cuya fortuna asciende hasta los 6.300 millones de dólares y sólo en lo que llevamos de año ha perdido 569 millones de dólares, advirtió de que el gobierno saudí "tendrá que vender la mitad de su negocio", en referencia a la posible salida a bolsa de Aramco, "para poder continuar con los niveles actuales de producción". "Ellos tienen que sostener un país, nosotros sólo empresas, podemos reducir la inversión y dejar de gastar dinero y ya está", matizó.
El fundador de Continental Resources espera que el precio del crudo se duplique hasta los 50 y 60 dólares el barril durante los próximos 12 meses. Además, opina que lo que se está diciendo sobre la posible oleada de quiebras e impagos de pequeñas petroleras es exagerado.
Aún así, desde Oppenheimer consideran que la mitad de los productores de esquisto en EEUU podrían quebrar antes de que el petróleo se recupere completamente. El punto de equilibrio para estas compañías suele estar en 60 dólares por barril, un nivel que todavía tardará en alcanzarse.
El derrumbe del precio del crudo a valores nunca vistos en 12 años preocupa a los bancos, que financiaron con miles de millones de dólares el boom del petróleo y gas de esquisto en Estados Unidos.
“Los bancos son el reflejo de la economía. Si los bancos tosen, es porque las cosas no están bien”, comentó el analista de la calificadora Fitch, Justin Fueller.
En las últimas dos semanas entidades financieras estadounidenses anunciaron que destinan reservas para cubrir eventuales impagos de clientes vinculados a la explotación y producción de petróleo y gas.
La precaución no es infundada dada la imparable caída de precios del petróleo que hace un año y medio se vendía a US$ 100 y ahora está a menos de US$ 30.
Esa depreciación es hija de una sobreoferta mundial que no encuentra cómo reducirse debido a que los grandes productores se rehúsan a producir menos. Además, la economía de China, el mayor importador mundial de petróleo, está en serias dificultades, lo cual reduce la demanda.
En el actual nivel de precios las corporaciones vinculadas a la energía pierden por semana unos US$ 2,000 millones, estimó la firma AlixPartners.
El JP Morgan Chase, el principal banco de Estados Unidos, ya reservó US$ 124 millones para cubrir eventuales impagos y está dispuesto a reservar US$ 750 millones más, si el crudo se mantiene en el entorno de los US$ 30 durante mucho tiempo.
Otro banco estadounidense, Citigroup, se cubre con US$ 300 millones y podría aumentar esa cifra porque prevé para el primer trimestre pérdidas de US$ 600 millones en créditos del sector de la energía.
“Eso no alcanza. Tengo la impresión de que los bancos no nos dicen todo”, consideró el gerente de carteras de Meerschaert, Gregory Volokhine.
“El problema actual de los bancos es que ninguno está en condiciones de cuantificar el riesgo vinculado al petróleo”, opinó Richard Bove de la firma Rafferty Capital.
La incertidumbre derribó el KBW, el índice que agrupa a los valores bancarios que cotizan en Wall Street. El KBW bajó casi 15% desde enero; su mayor caída desde febrero del 2009 cuando Estados Unidos vivía las horas más negras de su crisis financiera.
La exposición del Bank of America a la energía era de US$ 21,300 millones a finales de diciembre, en tanto que la de Citigroup era de US$ 20,000 millones, la de Wells Fargo US$ 17,000 millones y la de JP Morgan US$ 13,000 millones.
El banco Goldman Sachs otorgó créditos por US$ 10,000 millones a empresas de energía y Morgan Stanley prestó US$ 4,000 millones a compañías de ese sector.
El pago de esos créditos es considerado incierto. Algunas compañías deudoras quebraron y otras suspendieron proyectos y realizaron masivos despidos de empleados.
El monto de los créditos peligrosos en el 2015 era de US$ 34,200 millones, según la Reserva Federal (Fed) y entidades reguladoras de los mercados de Estados Unidos.
En el 2015 quebraron 39 pequeñas y medianas empresas del sector energético de Estados Unidos, según un estudio del gabinete Haynes and Boone.
“Algunas compañías no sólo no podrán afrontar sus deudas sino que tendrán que despedir a muchas personas que tienen que saldar créditos inmobiliarios, compra de autos y otros créditos al consumo”, explicó Richard Bove.
Este peligro de contagio a otros sectores de la actividad económica inevitablemente evoca demonios como el de los créditos hipotecarios “tóxicos” que desencadenaron la pavorosa crisis del 2008.
Bove apunta sin embargo que el peso de los créditos del sector energético es débil en comparación con aquellas hipotecas subprime que en el 2008 eran al menos la mitad de los préstamos concedidos por los bancos estadounidenses.
Además, el dinero se presta a menudo a ExxonMobil, Chevron y otras empresas solventes mientras que el dinero de las hipotecas subprime estaba en manos de particulares que se iban debilitando, alega el analista.
Otra diferencia es que los balances de los bancos son más sanos que los del 2008, afirma Justin Fueller.
Obligados por organismos reguladores del mercado a reforzar sus fondos propios, las entidades financieras están ahora mejor preparadas para absorber pérdidas, según el experto.
Directivos de grandes bancos señalan también que la cantidad de préstamos a la energía equivale, en promedio, a solo el 3% del total de los créditos otorgados.
El presidente del JP Morgan, Jamie Dimon, aseguró que usualmente los créditos tienen como garantía activos como plataformas o pozos petroleros y el banco podría venderlos para recuperar su dinero. Siempre y cuando haya quienes quieran comprarlos…