La nueva Abengoa que resultará tras la reestructuración el próximo mes de marzo focalizará su actividad en el negocio de ingeniería, capitaneado por su filial Abeinsa y, aunque se desprenderá de determinados activos renovables, mantendrá, con cambios en su estructura, el negocio de energía solar y agua, según señalan a elEconomista fuentes conocedoras del proceso. La compañía ha puesto en marcha la venta de su filial Abengoa Bionergía, por la que ya ha recibido ofertas y pretende ingresar alrededor de 1.000 millones de euros, y confía en cerrar el traspaso de algunas plantas en España, Oriente Medio y Alemania, así como inmuebles y suelos, por un importe cercano a los 150 millones.
El Plan de Viabilidad de Abengoa que ultima Álvarez & Marsal redescubre una nueva empresa, que estará centrada en los negocios de ingeniería y construcción para terceros, pero también para la promoción propia. Dentro de esta área, y al margen de que venderá activos, conservará una posición estratégica el negocio solar, aunque lo hará con una estructura de divisiones más simple. En este sentido, su intención es seguir explotando su tecnología termosolar, que la ha llevado a ser líderes mundiales.
La compañía que preside José Domínguez Abascal presentó el pasado lunes al consejo de administración las líneas maestras del plan, y el próximo lunes lo someterá a su aprobación definitiva -a falta de mínimos flecos que Álvarez & Marsal rematará en los días posteriores-, según las fuentes consultadas. A partir de ahí, la empresa tendrá que acordar con los acreedores (bancos y bonistas) la reestructuración de la deuda, de 8.903 millones.
El plan contempla, igualmente, desprenderse de la filial Abengoa Bioenergía, dedicada a la producción de biocarburantes y que tampoco es ajena a los problemas de la matriz. No en vano, Interstate Commodities, una firma neoyorquina, ha interpuesto una demanda esta semana en el Juzgado de St. Louis contra la compañía por el impago de los pedidos de maíz que proveió 700.000 euros. Su venta, como la del resto de activos de los que quiere deshacerse, la está pilotando Lazard. El grupo maneja la opción de trocear la operación en las tres áreas principales donde desarrolla su actividad: Europa, Estados Unidos y Brasil. Según fuentes del mercado, Abengoa ya ha recibido interés por parte de fondos de inversión y, en el caso de Brasil, por alguna empresa local. El valor conjunto de las tres regiones se aproxima a los 1.000 millones.
La actual directiva trabaja para cerrar desinversiones con las que completar los créditos concedidos por bancos acreedores y bonistas y hacer así frente a las necesidades de liquidez ordinarias. La previsión de la compañía es que las ventas de inmuebles, entre los que se incluye la sede de Sevilla, suelos y otros activos, fundamentalmente en España, Alemania y Oriente Medio, le reporten unos ingresos de alrededor de 150 millones hasta el próximo 28 de marzo, cuando vence el plazo legal del preconcurso de acreedores que solicitó el pasado 25 de noviembre. El grupo, que confía en evitar sucumbir al concurso negocia el traspaso de su participación a sus socios en algunas plantas de estos países.
La multinacional española trabaja igualmente para culminar otras desinversiones. En septiembre, en el marco del acuerdo para la ampliación de capital, Abengoa, que entonces lideraban Felipe Benjumea y Santiago Seage, aceptó vender activos por 1.200 millones. Este importe suponía cerca de la mitad del valor en libros de todos los activos que tenía en venta hasta septiembre, que ascendía a 2.189 millones. Entre las posibles ventas figuran dos plantas de cogeneración y un hospital en Brasil, las desaladoras de Ghana, plantas solares en Sudáfrica, Abu Dhabi, Chile o Argelia, líneas eléctricas en Perú, una central de agua en Estados Unidos, un parque eólico en Uruguay, una planta de cogeneración y un ciclo combinado en México o instalaciones fotovoltaicas en España.
Todas estas ventas y la salida de determinados países tendrán consecuencias sobre la masa laboral de Abengoa, que en las últimas semanas ha prescindido de unos 500 empleados -temporales- de los más de 24.000 que tiene en todo el mundo. No obstante, el grupo andaluz, que no vislumbra al menos hasta después de su reestructuración la entrada de un socio, descarta en su plan de viabilidad ajustes de plantilla severos.
Entre las ventas que contiene el Plan de Viabilidad no aparece la participación del 41,8% que tiene en su filial Atlantica Yield -Abengoa Yield hasta hace dos semanas-. El grupo ha congelado el mandado que había dado a JP Morgan para encontrar un socio. Ha puesto en valor las sinergias que le reporta la yieldco, que también podría ser comprador de algunos activos, como las plantas de México.
La Abengoa que se proyecta tendrá el foco en países clave de Latinoamérica, entre los que destaca México, Sudáfrica y Oriente Medio. Por el contrario, reducirá su exposición en mercados con presencia incipiente como Australia y Turquía. La estrategia del grupo andaluz, cuya sede social quiere que se mantenga en Sevilla, discurre igualmente por abandonar Brasil, un país principal en la actividad de Abengoa donde, además de Bioenergía, ha construido más de 6.100 kilómetros de líneas transmisión eléctrica y cuenta con plantas de cogeneración o el Hospital de Manaus.
Abengoa ya tiene sobre la mesa un boceto del plan de reestructuración que será presentado al mercado la próxima semana. El documento, elaborado con la ayuda de consultoras especializadas, incluye la reducción a la mitad de su tamaño para garantizar su viabilidad y evitar la caída en concurso de acreedores a finales de marzo.
La estrategia de reestructuración de la compañía será aprobada en consejo de administración y presentada al mercado la próxima semana. La expectación sobre el documento es máxima, ya que de su aceptación por parte de banca y bonistas depende de si Abengoa protagoniza o no el mayor concurso de acreedores de la historia del país. La idea de la compañía es reducir su cifra de negocio en un 60% -unos 4.290 millones de euros- y sus costes entre un 40% y 50%, según explican a EL MUNDO fuentes próximas a la elaboración del documento.
La reducción de costes incluirá continuar con el recorte de plantilla iniciado en diciembre, el pago de menos intereses financieros y un plan de eficiencia que, entre otras medidas, reduzca la estructura del grupo y los viajes de sus directivos.La Nueva Abengoa se ha marcado como objetivo lograr un beneficio bruto (ebitda) de 700 millones de euros en 2017, la mitad que el logrado en 2014.
Esta disminución implicará la venta de negocios y activos no considerados "prioritarios", como por ejemplo el de la fabricación de biodiésel, y el abandono de proyectos que requieren grandes aportaciones de capital y ofrecen poco margen. En este sentido, el grupo se verá obligado a sacrificar su presencia en mercados internacionales como Brasil, Colombia,Costa Rica o Turquía, según fuentes del mercado. Sólo el negocio de bioenergía reportaba a la empresa unas ventas anuales de 2.100 millones de euros, según el último informe anual de resultados, correspondiente al ejercicio 2014.
Por el contrario, Abengoa intentará salvar a toda costa su negocio de ingeniería e innovación con tecnología propia, el ADN del grupo. La compañía quiere mantener el Campus de Palmas Altas de Sevilla como sede del grupo y centro de patentes, aunque el plan también incluya el recorte de plantilla y costes en este área.
Abengoa remitirá su estrategia a los acreedores junto a una propuesta de reducción de deuda próxima al 70%, es decir de unos 6.000 millones de euros sobre la cifra actual de 8.900 millones de euros. La compañía solicitará a sus acreedores una quita sobre parte de esta deuda y la capitalización del resto en acciones, lo que conllevará un vuelco de la actual estructura accionarial del grupo con la consiguiente pérdida de poder de los Benjumea y el resto de familias andaluzas que han controlado históricamente la empresa.
Si la banca no acepta el nuevo plan de viabilidad y reestructuración financiera,Abengoa entrará en quiebra el 28 de marzo con un pasivo total de más de 20.000 millones de euros. Pero para llegar a esa fecha, el grupo necesita una nueva inyección de liquidez urgente por un importe de entre 150 y 170 millones de euros.
La entidad negocia con un grupo de bonistas este pago, dirigido a cumplir con nóminas y facturas. Las negociaciones son complejas, ya que los bonistas están exigiendo un interés próximo al 13% con la garantía de las acciones de Atlántica Yield, la filial estadounidense de Abengoa. Se trata de la segunda ayuda que precisaría el grupo desde que entró en preconcurso de acreedores, tras el préstamo de 106 millones de euros por parte de la banca el día 24 de diciembre.
Por último, el grupo ha frenado la búsqueda de un socio industrial para centrarse en un propia viabilidad. El objetivo prioritario ahora es recuperar la credibilidad del mercado y aumentar el valor bursátil, hundido hasta los 170 millones de euros.