DANIEL BOSQUE*
Todavía no da para descorchar Pommery. Los empresarios mineros y quienes hacen negocios con el sector podrían repetir aquello del poeta cubano Nicolás Guillén: “tengo lo que tenía que tener” aunque semejante rimbombancia no cuadre del todo con la realidad de un país policromático que todavía deberá ponerse de acuerdo con respecto a las condiciones que brinda a la inversión extranjera
En sus primeros 30 días el gobierno de Cambiemos le ha dado a la minería muchas más cosas de las que la melancolía del sector al cabo de 2015 permitía augurar. Sin retenciones ni encajes del Banco Central, y sin cepo para comprar divisas ni para remesar utilidades el ánimo es otro y varios estudios de abogados y otros brokers postergaron vacaciones para confeccionar contratos de opciones y de reservas de derechos de proyectos que todavía son baratos.
Si la Argentina va de lucecita a faro los activos minerales de lo que sea valdrán mucho más y bien vale la prisa. La nueva troupe de funcionarios ha ido arribando a la Secretaría de Minería de la Nación, ahora en órbita de ministerio ad hoc, donde ya se descolgaron, como en tantos despachos del país, los cuadros de Cristina y Néstor.
Allí tampoco hubo transición democrática y en las radio pasillo abundan relatos que dejan mucho que desear (documentos desaparecidos, archivos y agendas digitales deleteadas son tragos que se sorben con calma) mientras en un trámite presuroso y acudiendo a viejos conocidos canadienses se pudo recuperar un predio para hacer base en la Prospectors and Developpers Association (PDAC) de la fría capital de Ontario, una cita que nadie quiere perderse.
Después de todo, no cuesta tanto asistir y algo se puede traer dicen los funcionarios y empresarios que ya compraron su paquete. El país volverá a tener una suerte de Argentina Day en el recinto de la feria. Por razones nunca explicadas, en los últimos años el sarao blanquiceleste se había trasladado a los hoteles cercanos, lo que no es lo mismo.
En el mayoralismo tardío, a las convocatorias argentinas sólo concurría el cenáculo más comprometido con el país y la mayoría del público eran los provenientes de Buenos Aires. Costaba ver caras nuevas de aquellas que importan. Algunos influyentes como Rob McEwen o Ross Beaty no ahorraron críticas a la minería K en las últimas dos ediciones.
La PDAC 2015 fue un tanto rara, porque la falta de negocios hubo mucho debate y público, pero hoy la organización dice conformarse con 20.000 asistentes, un 15% menos que el año anterior.
Previsiblemente se hablará de cómo los mercados de commodities en crisis golpean a un negocio que se tornó más volátil que nunca. El country manager de una minera en Argentina graficaba con crudeza el escenario: “Además de hacer las cosas bien como país, hay que rezar por la salud global de la actividad. Hoy podés tener la mejor mina, el mejor proyecto para ofrecer pero el inversor bursátil ha sacado a este negocio riesgoso de sus radares”.
En este contexto duro no faltan quienes advierten que para ir a seducir a los inversores potenciales hará falta mucha franela a la marca país. La estrategia gubernamental tiene por lo menos dos módulos. El primero es encolumnar tras un mismo mensaje al sector público y a las cámaras empresarias de operadores, proveedores y exploradores, lo cual no será difícil tras el enterramiento público del presente maravilloso de De Vido-Mayoral, que ofendía a una actividad descascarada.
El otro tramo de la urdimbre oficial es más dificultoso y consiste en acordar premisas comunes con las provincias. En los años de bonanza, los territorios dueños de los recursos se entregaron a diversas recetas. El oro a US$ 1.800, el cobre a US$3, la plata a US$ 30, el potasio a US$ 600 y la construcción de 10 minas en el país permitía todo tipo de reivindicaciones de los estados federales, complementarios al 3% de regalías. Todo parecía factible, al punto que el mentado modelo sanjuanino se transformó en la receta a imitar.
“Hoy el paño no está para obligar a aportar a fondos fideicomisos de mineras para infraestructura o a asociarse en empresas mixtas con el Estado y quienes vayan con esas fórmulas se encontrarán que no pueden competir”, dicen las mineras mientras aguardan lo que pueda arrojar el primer cónclave político de fuste convocado por la Nación para la primera semana de febrero. Habrá café para todos en el Consejo Federal de Minería (COFEMIN) organismo que fue primero inutilizado y luego vaciado por la invención de la Organización Federal de Estados Mineros (OFEMI) un ente hoy devaluado tras la debacle electoral peronista.
Quienes fueran factotum de este último sello tienen hoy otras preocupaciones: Eduardo Fellner mira por estas horas cómo Gerardo Morales embiste contra su ex co-gobernadora, Milagro Sala; José Luis Gioja busca su lugar en el mundo porteño tuiteando contra la coparticipación macrista y resistiendo el armado qué dejó CFK en Diputados; Lucía Corpacci hace números sobre cómo seguirá su reinado en el cierre de Alumbrera; Juan Urtubey es cada día más rebelde y sueña con destronar a Cristina del PJ.
El nuevo Acuerdo Federal Minero que imaginan Daniel Meilán y sus coroneles llevará más tiempo y debería pasar por el Congreso, en una apertura al debate de la cuestión minera que terminará con aquel temor de que llevar la minería a la casa de las leyes sería abrir una Caja de Pandora, recelo lógico en la década pasada en que la minería fue mejicaneada frecuentemente por la política.
“Los gringos han hecho un master de la Argentina y nos conocen provincia por provincia. Muchos ya pasaron varias veces de largo en la curva y saben quién es quén sin leer el Informe Fraser” explica un empresario minero qué tiene parados sus equipos y que en las dos últimas temporadas se diversificó hacia el agro y la construcción para no rematar su capital humano y de trabajo.
Lo que viene ahora es es todo un acertijo. Señores pasajeros que van a Toronto, el comandante de la tripulación les da la bienvenida y les avisa que esperan turbulencias en la búsqueda de fondos para sus proyectos. Por favor, apaguen sus cigarrillos y ajústense bien los cinturones.
*Director de Mining Press y EnerNews