Lo que en la pasada crisis del cobre se tradujo en una oleada de fusiones y adquisiciones, cuando compañías mineras completas cambiaron de manos, en la actual coyuntura daría pie a un reordenamiento de la industria. ¿La diferencia? Esta vez mediante el traspaso de activos, lo que podría tener uno de sus focos en Chile.
“Va a haber una reorganización muy grande del sector. Hay muchas empresas que están con mochilas de deuda importantes y hay otras con un capital muy sano, que van a salir a comprar”, dice Antonio Ortúzar, de Baker & McKenzie.
Visión que es compartida en el extranjero. “Habrá disponibles activos fantásticos a precios rebajados en el mercado en los próximos tres a seis meses”, dijo Simon Grenfell, analista de materias primas del mercado mundial de Natixis, citado por Bloomberg
En tanto, Jeremy Wrathhall, responsable de recursos naturales mundiales de Investec plc, planteó que de perdurar las condiciones actuales, este fenómeno sería patente en los próximos doce meses: “Los que no tengan deudas reconfigurarán la industria”, apuntó a la agencia.
Este cambio estará dado por el sobreendeudamiento de algunos de los principales actores de la minería mundial, que hace algunos años buscaron responder con rapidez al crecimiento demanda china a través de las fusiones y adquisiciones. En esto, los con una situación más delicada son firmas como Freeport McMoRan, Barrick, Glencore y, en menor medida, Anglo American, entre otras.
La deuda -que en el caso de esa última firma ronda los 13,000 millones de dólares, y que para Freeport supera los 20,000 millones de dólares-, tiene a varias grandes mineras en un mal pie para enfrentar el fin del súper ciclo.
La presión por parte de los bancos y los tenedores de bonos, explican en el mercado, abre el escenario para que compañías que están en una mejor posición o disponen de caja, salgan a comprar a bajos precios.
Todo dependerá de cómo se vea el desempeño del precio. “En la medida que el escenario precio siga bajo y que la situación financiera de las firmas sea complicada, van a tener que desprenderse de activos que, con una visión de valor, no quisieran desprenderse”, dice Gustavo Nieponice, del Boston Consulting Group.
Juan Carlos Guajardo, director ejecutivo de Plusmining, dice que entre los mejor preparados para esta oportunidad están BHP, Río Tinto y Antofagasta Minerals.
A la presión financiera, se suma el deterioro en el desempeño bursátil. Según datos de Bloomberg, desde 2011 la industria ha destruido 1,400 millones de dólares en capitalización, lo que mantiene en jaque a operadores como Glencore, Anglo American, Teck y Freeport, situación que incluso las llevaría a poner a la venta activos que han declarado como imprescindibles, como podría ser El Abra, Collahuasi e incluso Los Bronces.
En este contexto, Chile podría adoptar un papel preponderante, porque el clima de reformas político-administrativas en desarrollo, sería un aliciente para que las empresas opten por desprenderse de activos estratégicos.
En el mercado explican que la lógica apunta a que las mineras reduzcan el riesgo asociado al desarrollo de proyectos nuevos, optando por comprar faenas que están operativas, a precios más bajos y que generarán flujos de inmediato.
De todos modos, Nieponice dice que no es llegar y comprar por precio. Sino que el activo -o la empresa que se elija- tiene que tener un sentido estratégico o se le pueda sacar más valor.
En este escenario, el rol que pueda tomar Codelco en estas oportunidades está abierto. Hace unas semanas, su presidente ejecutivo, Nelson Pizarro, reconoció que si El Abra se pusiera a la venta a un precio “razonable”, estarían interesados.
Guajardo cree que este escenario de la industria abre una oportunidad para que Codelco compre algún activo, que sirva como reemplazo en su cartera de inversiones.
Pero no es una visión unánime en la industria. Hay quienes creen que la estatal no tiene la capacidad financiera para hacerlo, principalmente porque esto implicaría un desembolso importante de recursos.
Pero Guajardo dice que la estatal está en una disyuntiva distinta, especial en el contexto de la industria: sobrevivir o no. Porque su plan de inversiones es para mantener su viabilidad.
Por eso y dado que algunas iniciativas tienen dificultades -como Andina 244, que está reformulando-, puede ser la oportunidad para resolver el problema de una manera mejor a la pensada, ya que esto genera menos riesgo y mejores flujos.
La resiliencia de la industria del cobre, de sus productores y de sus inversionistas sigue estando a prueba en el comienzo de este 2016. En lo que va del año, la cotización del metal rojo ha profundizado su declive, llegando a US$ 1,95 la libra, su nivel más bajo desde mayo de 2009, y asociado al fin del denominado “superciclo” de las materias primas, empujado por la pérdida de dinamismo de la economía china. Esta semana, la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) volvió a recortar su estimación de precio promedio para el año a US$ 2,15 la libra, US$ 0,35 menos que lo previsto en septiembre.
Este nivel de precios, explicó Cochilco, podría inducir recortes de producción de cobre de mina. Para 2016, la entidad prevé un alza de la producción de apenas 0,1% respecto de 2015 -que habría llegado a 5,76 millones de toneladas, similar a 2014- y estima que recién en 2017 la producción chilena anotaría un crecimiento mayor, de 3,1%, hasta 5,95 millones de toneladas.
A ese ritmo, Chile seguirá perdiendo terreno en el mercado internacional, prevén expertos y la industria, agudizando la caída sistemática que exhibe hace una década y cediendo participación a competidores como Perú, China, Estados Unidos, Australia y nuevas áreas, como Zambia y la República Democrática del Congo, en el cinturón africano de cobre.
“Chile no ha sido capaz de mantener el impulso extraordinario del boom minero de los años 90, cuando una ola de nuevas minas comenzó sus operaciones: Escondida, Los Pelambres, Collahuasi, por nombrar sólo algunas”, sostiene Juan Carlos Guajardo, director ejecutivo de Plusmining.
Chile genera el 30% del cobre de mina a nivel mundial, según Cochilco. Le siguen China, con 9%; Perú, con 8%; Estados Unidos, con 7%, y el Congo, con 6%, detalla Alvaro Merino, gerente de Estudios de la Sociedad Nacional de Minería, Sonami.
En los años 2000, explica Guajardo, cuando se inició el denominado superciclo, las minas chilenas aceleraron al máximo su producción, lo que pudo mantenerse hasta 2007. Luego, relata, “las minas existentes ya no fueron capaces de sostener mayores aumentos y, por el contrario, se inicia el declive natural en las leyes por el envejecimiento de los yacimientos, quedando el crecimiento de la producción sujeto a las expansiones y nuevos proyectos”.
En los últimos 10 años, acota Merino, “si bien la producción chilena de cobre creció, otros países la aumentaron en mayor proporción”. Chile subió su producción desde 5.320.000 toneladas en 2005 a 5.750.000 toneladas en 2014, un alza de 8%. En ese período, el Congo la elevó en 956%, China en 114%, Zambia 72% y Perú en 37%.
Tomás Morel, gerente de estudios del Consejo Minero, entrega otro dato: “Chile pasó de una participación de 16% en la producción mundial en la década del 80, a un 35% a mediados de la década de los 2000”. Este crecimiento, añade, “fue resultado de una combinación de recursos minerales generosos con buenas políticas públicas, que permitieron la inversión en el sector, tanto de Codelco como de firmas privadas”. En años recientes, “hemos mantenido una participación sobre 30%, aunque con tendencia decreciente”, dice.
Las razones
Para el vicepresidente ejecutivo de Cochilco, Sergio Hernández, el envejecimiento de algunos yacimientos ha provocado una reducción en la producción de cobre, y “las ampliaciones e incorporación de nuevas minas no han sido suficientes para mantener el ritmo de crecimiento que existió en la época del boom minero”. Por otra parte, menciona, “la irrupción de producción de cobre de otros países, como Perú, República Democrática del Congo y la propia China, ha hecho bajar en algo la participación de Chile”.
Para el Consejo Minero hay otra razón. “Chile es un país que ya alcanzó su madurez en la industria minera y, por lo tanto, no es raro que países emergentes en el sector comiencen a tener una participación más relevante”, dice Morel.
Un diagnóstico que comparte Guajardo. “Mientras en Chile maduraron condiciones favorables para la minería en los años 90, Perú está en la etapa inicial de crecimiento acelerado, comparable a lo que experimentó Chile en los 90, mientras China está en la fase final de una política de explotación acelerada de sus recursos para alimentar su modelo de crecimiento industrial”, comenta.
Guajardo menciona otro elemento. “Ha resultado mucho más difícil desarrollar nuevos proyectos, ya que las condiciones para la inversión se han hecho mucho más complejas por las razones que son conocidas: insumos críticos como agua y energía, exigencias laborales crecientes, agotamiento en algunos modelos de gestión y mayores exigencias ambientales y de comunidades”.
Desafíos del líder
A juicio del director de la Escuela de Minería y Recursos Naturales de la Universidad Central y ex presidente ejecutivo de Anglo American Chile, Miguel Angel Durán, el actual escenario, junto con afectar las arcas fiscales, impone desafíos para los productores de cobre en productividad y gestión. Sobre todo, apunta, tomando en cuenta que la mayoría de las estimaciones hablan de una ‘normalización’ del ciclo de precios recién hacia 2019.
Opinión similar tiene Guajardo. “Chile necesita crear las condiciones para impulsar un nuevo ciclo minero si desea recuperar su participación creciente en la producción mundial del cobre y poder aspirar a aprovechar esta inmensa base productiva como plataforma de su desarrollo nacional”.
No obstante la tendencia decreciente de Chile en la participación internacional, hay coincidencia de que aún está lejos de perder el liderazgo. “El país producirá cerca de seis millones de toneladas de cobre en un par de años y unos siete millones de toneladas a mediados de la próxima década. Perú, si desarrolla su cartera completa de proyectos, podría llegar a cerca de cuatro millones en algo más de 10 años, de manera que el liderazgo en la producción de cobre no es algo que se vea amenazado en el corto y mediano plazo”, aseguran en Cochilco.
“Chile tiene reservas de cobre que representan un 30% del total mundial, muy por sobre nuestros seguidores más cercanos, Australia y Perú, con un 13% y un 10% de las reservas, respectivamente”, complementan en el Consejo Minero. En la entidad plantean que si el país desarrolla todos los proyectos en carpeta, la producción podría llegar a 7,8 millones de toneladas anuales en 2024. “Chile puede seguir siendo la potencia mundial de cobre, el tema es si lo aprovechamos o no. Y eso depende de lo que hagamos como país y la visión a futuro que tengamos”, subraya Morel.