En 2015, las instalaciones de fracking de EE.UU. se jugaron ante el barril de US$50 (venía de superar los cien). Despidieron a miles de trabajadores y centraron las actividades de sus plataformas en los pozos más importantes, utilizando la tecnología más avanzada.
Esta estrategia, para sorpresa de muchos observadores, dio resultados. Este mes, la producción de petróleo de EE.UU. estaba muy cerca de su máximo de 43 años.
¿El problema? El petróleo ya no cuesta US$50. Ahora está cerca de los US$35.
Para un sector cuya estrategia de recortes estaba casi al límite, la nueva caída del precio del petróleo es un golpe devastador. Las perforadoras “no están preparadas para sobrevivir con un petróleo a US$30”, dijo R.T. Dukes, analista de Wood Mackenzie Ltd. en Houston.
La Administración de Información de la Energía de EE.UU. prevé un recorte récord de la producción de shale de 570.000 barriles diarios en 2016. Esto es precisamente lo que quiere la OPEP al inundar el mercado con volúmenes, lo que provoca una caída de los precios y presiona a los productores de costos altos del mundo. Es una estrategia de alto riesgo, cuyo éxito depende de que los productores de shale se batan en retirada antes de que las dificultades financieras lleguen a los países de la OPEP.
Empresas perforadoras como Samson Resources y Magnum Hunter Resources ya se han declarado en quiebra.
“Vamos a ver un aumento de quiebras, y de ventas de activos y crisis de deuda”, dijo Jeff Jones, director de Blackhill Partners. “Un petróleo a US$35 sin duda acelerará la crisis”.
Para entender por qué la producción está a punto de colapsar hay que remontarse a los orígenes. Los geólogos conocen la existencia del shale, o petróleo no convencional, desde hace mucho. Es lo que denominaron la “roca madre”: El petróleo y gas se escapa de la roca al material poroso de alrededor, del cual las perforadoras pueden extraerlo. El shale en sí es tan impermeable que los pozos se podían agotar casi inmediatamente.
Un buscador de petróleo llamado George Mitchell resolvió el problema utilizando una perforadora direccional para cavar en forma horizontal a través de la capa de shale, provocando explosiones en el túnel al introducir agua, agentes químicos y arena a alta presión para crear millones de pequeñas fisuras a través de las cuales el petróleo y el gas podían escapar. El experimento funcionó, pero era demasiado costoso para adaptarlo a gran escala.
Los precios del petróleo subieron con el aumento de la demanda de energía por el rápido crecimiento económico mundial de principios de este milenio, lo que rentabilizó los costos de perforación del shale. La producción ha subido más del 60% desde finales de 2010.
El incremento de la producción coincidió con la desaceleración del crecimiento económico. Con la descompensación de la oferta y la demanda, los precios cayeron desde los US$100 el barril a los US$70 y, con la decisión de la OPEP (los productores tradicionales) de mantener la producción en niveles casi récord, se desplomaron a US$30.
Elemento desestabilizador “El petróleo no convencional es un elemento desestabilizador”, dijo Dukes. “Generó altos volúmenes en corto tiempo y superó el incremento de la demanda. La perspectiva del mercado de petróleo empeora cada vez más”.
Se pensaba que un regreso al petróleo barato iba a ser desastroso para el shale, pero las compañías se las arreglaron para encontrar formas de aumentar la productividad y bajar costos. Redujeron drásticamente el gasto, paralizando más del 60% de las perforadoras en EE.UU. Perforaron y fracturaron más rápido, con lo cual con menos trépanos se pudo hacer el mismo número de pozos. Se concentraron en sus mejores áreas y usaron más arena y agua en el proceso para que cada pozo arrojara más crudo. Para abril, cuando la cantidad de perforadoras se había reducido a la mitad, la producción seguía en alza.
Lo único que se consiguió con ese esfuerzo fue hacer bajar aun más los precios y postergar las expectativas de una recuperación. Ahora las empresas de shale se enfrentan con un futuro sombrío, y ya han jugado sus mejores cartas.
“No hay mucho margen para nuevas reducciones de costos”, escribió en una nota a los clientes Mike Wittner, jefe de investigaciones del mercado petrolero en Societe Generale.