La matemática Graciela Bevacqua todavía recuerda la humillación que sintió cuando se vio obligada a dejar su puesto en la agencia de estadísticas de Argentina por negarse a manipular datos. Estuvo deprimida, tuvo problemas de dinero y debió enfrentar una investigación penal por publicar sus propias estimaciones de inflación.
Hoy, nueve años después, está de vuelta en su antiguo puesto como número dos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Su trabajo es organizar la recopilación de datos de una agencia desprestigiada, como parte de la campaña del presidente Mauricio Macri para reformar 12 años de políticas económicas populistas y reactivar una economía estancada.
Reparar la tabulación de los datos del Indec es vital para que las reformas de Macri surtan efecto. Las cifras de inflación, que son seguidas muy de cerca en Argentina, son de vital importancia para que las empresas elaboren sus presupuestos, para que los sindicatos planifiquen las negociaciones salariales y para que el gobierno determine la tasa de pobreza y focalice los servicios sociales de la manera más eficiente.
En sus primeras dos semanas como presidente, Macri eliminó la mayoría de los impuestos a las exportaciones agrícolas, redujo los tributos sobre la renta personal y anunció una inversión de US$500 millones en petróleo de esquisto. También llenó su gabinete con ejecutivos como el ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, quien trabajó en la división de estudios de divisas de J.P. Morgan Chase & Co., y el ministro de Energía, Juan José Aranguren, ex presidente ejecutivo de Shell Argentina.
“Se viene un tiempo nuevo”, dijo recientemente Macri, de 56 años de edad. “Los problemas no los vamos a resolver de un día para el otro, pero las grandes transformaciones se hacen paso a paso”.
Para los argentinos, esos pasos han sido cualquier cosa menos pequeños. El nuevo presidente eliminó los controles cambiarios instalados por su predecesora, Cristina Fernández de Kirchner, permitiendo a los argentinos comprar dólares libremente por primera vez en cuatro años. Esto produjo una devaluación drástica pero ordenada del peso. Macri también inició conversaciones con bancos internacionales para obtener al menos US$5.000 millones para reforzar las reservas de divisas, que según economistas en los últimos cuatro años casi se han agotado debido a los controles.
“Se están moviendo rápidamente, comenzando con el nombramiento de personas clave”, dijo Arturo Porzecanski,profesor de Economía Internacional de la American University, que sigue de cerca la economía argentina. “Pero hay un camino largo y difícil por delante para desmantelar el populismo de los últimos 12 años”, advirtió.
Las reformas de Macri ya están teniendo efectos concretos. El lunes, el Ministerio de Hacienda emitirá bonos denominados en dólares por US$2.000 millones a los importadores, a quienes el gobierno de Fernández de Kirchner les había negado los dólares. Los bonos, que tendrán una tasa anual de 6%, podrán ser utilizados por los importadores para saldar el pago de bienes que ya han traído al país, señaló el ministerio. Los importadores dicen que el total que el banco central les adeuda ronda los US$9.000 millones.
El gobierno reanudará en enero las negociaciones con tenedores de bonos con miras a resolver una prolongada disputa que ha impedido que Argentina acuda a los mercados de capitales. Macri también se está moviendo enérgicamente para purgar una burocracia estatal repleta de nombramientos hechos por la presidenta Fernández de Kirchner, revisando algunos de los 24.000 contratos firmados en los últimos dos años en la administración pública. En el frente internacional. El mandatario se ha enfrentado al gobierno socialista de Venezuela y ha llamado a la liberación de los presos políticos.
“Todas las medidas tienden a destrabar la inversión privada”, dijo Carlos Melconian, uno de los principales asesores económicos de Macri y presidente de Banco de la Nación, el principal banco estatal de fomento.
Macri ha aumentado el interés de los inversionistas por Argentina. Desde que fue elegido en noviembre, los precios de los bonos del país denominados en dólares con vencimiento en 2033 subieron, haciendo caer su rendimiento. Los precios aumentaron de 101,5 centavos de dólar a 112,3 centavos de dólar. Hace poco se cotizaban a 112 centavos de dólar.
Después de que el peso se debilitara de 9,8 unidades a 13,9 unidades por dólar (la mayor depreciación desde que la paridad peso-dólar terminó en 2002), se produjo un repunte: el jueves, el peso se cotizaba alrededor de 13,07 por dólar.
Axel Kicillof, ex ministro de Economía de Fernández de Kirchner, dijo que la reciente devaluación está alimentando la inflación y negó que hicieran falta cambios para corregir desequilibrios fiscales y reactivar una economía que no ha crecido durante cuatro años. “Es una posición malintencionada o ignorante. No es una cuestión de competitividad sino [de] convertir Argentina en un país con mano de obra muy barata en dólares”, manifestó Kicillof, que ahora es diputado.
El nuevo director del Indec, Jorge Todesca, ex viceministro de Economía, dijo que encontró una agencia en caos, lo que lo obligó a suspender la publicación de cifras económicas. La prioridad del gobierno fue devolver su trabajo a los expertos en estadísticas y funcionarios degradados o despedidos por el gobierno anterior. Todesca dijo que quienes manipularon datos perderán su empleo.
“[El Indec] perdió una gran parte de sus recursos humanos. Para un instituto de estadística, éste es un golpe mortal”, afirmó Todesca en las oficinas del organismo, en cuyas paredes todavía cuelgan los retratos de Fernández de Kirchner y su difunto esposo, Néstor Kirchner. Lo que se publicaba “sí tenía un alto grado de manipulación”, puntualizó.
Los problemas del Indec comenzaron en 2006, cuando el entonces secretario de Comercio de Néstor Kirchner, Guillermo Moreno,presionó, según los empleados de la agencia, para que identificara las empresas encuestadas para elaborar el índice de precios al consumidor. Hasta entonces, la identidad de esas compañías se había mantenido en secreto para evitar manipulaciones. A finales de ese año, la inflación había subido y amenazaba con socavar la campaña de Fernández de Kirchner para suceder a su marido.
“[El gobierno] necesitaba controlar la fuente de información... para dar la sensación de que el país estaba mejor”, dijo el analista políticoSergio Berensztein.
En enero de 2007, Bevacqua, la responsable técnica del índice de precios al consumidor, dijo que había sido presionada para manipular la información. Esto se produjo después de que diera a conocer su pronóstico para la inflación de ese mes, un aumento de alrededor de 2%. Después de negarse a las presiones fue despedida, según confirma Manuel Garrido, un ex fiscal anticorrupción que investigó el caso. Días después, el Indec publicó datos según los cuales la inflación de enero había subido 1,1%.
“Me cortaron las piernas”, dijo Bevacqua, cuyo caso condujo a una investigación penal contra Moreno. “Tenía una carrera normal como funcionaria en el instituto de estadística. Tenía una vida normal”, asevera.
Algunos empresarios también fueron presionados. Miguel Schiariti,presidente de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes, recuerda acaloradas discusiones con Moreno, que quería que los precios de la carne se mantuvieran bajos.
Moreno no respondió a solicitudes de comentarios, pero en un programa de televisión local dijo hace poco que los datos del Indec fueron precisos y acusó a economistas de actuar por interés propio al informar cifras de inflación más altas que las oficiales.
De acuerdo con el sindicato de empleados públicos, los trabajadores de Indec que se negaron a ser parte de la manipulación fueron trasladados a oficinas sucias y sin equipos, algo confirmado por la investigación de Garrido. Otros dicen haber recibido amenazas telefónicas y haber sido acosados en los pasillos del edificio, según los líderes sindicales.
Con la reputación del Indec en ruinas, algunos economistas del sector privado comenzaron a publicar sus propias estimaciones de inflación. Estas mostraban un alza de precios dos o tres veces mayor que las cifras oficiales. Las estimaciones privadas ubican la inflación anual de 2015 en alrededor de 25%.
El gobierno atacó a estos economistas y sus colaboradores, entre los cuales estaba Bevacqua. La mayoría fue acusada de defraudar a los consumidores con información falsa y recibió una multa de US$125.000. Bevacqua recibió dos multas por un total de US$250.000 y una acusación penal.
Ahora que la posibilidad de un proceso penal se ha desvanecido, Bevacqua se concentra en restaurar la confianza en los datos de la agencia. “No quiero la reivindicación”, dijo. “Encontramos una institución... totalmente desmantelada. Se ve deterioro en todos los sentidos. Se va a resolver, pero es bien complejo”.