Cuando estamos al sol en la playa, todos podemos sentir su calor, y nuestro cuerpo recurre a mecanismos para enfriarse. Pero, cuando necesitamos agua para el mate, solemos calentarla en una pava con combustibles fósiles. Un grupo de emprendedores argentinos decidió dejarlos de lado y calentar el agua para sus infusiones aprovechando directamente la energía solar.
Actualmente, la UNSAM forma parte de un consorcio público-privado que recibió financiamiento del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación (MINCYT) para el desarrollo y fabricación del producto, bautizado Solarmate. El 15 de septiembre pasado lanzaron a la venta las primeras 1000 unidades, para conocer la opinión de los usuarios antes de comenzar la producción masiva.
¿Por qué eligieron hacer un termo de medio litro?
En 2010 hicimos un estudio de mercado con la Universidad de Palermo (UP), a través de FUNDES. Ellos diseñaron todo el estudio de mercado, ya que nosotros no teníamos idea sobre cómo hacerlo, y encontramos que a la gente le resultaba demasiado grande el modelo de un litro. Por eso lo achicamos.
Christian Navntoft, uno de los creadores del termo Solarmate. Foto:Agencia TSS
¿La producción es local o importan componentes?
La única pieza importada es el tubo de vacío. Pero nuestra idea, si esto escala su nivel en el mercado, es presentar un proyecto en el MINCYT para desarrollarlo acá. El tubo es una ampolla de doble vidrio de borosilicato, el que se usa para la vajilla resistente a golpes y a calor, no es de un vidrio común. Eso impide que se rompa con la diferencia de temperatura.
Una alternativa que pensamos es hacer una ampolla con vidrio común en la parte de afuera y metal en la parte de adentro, pero eso requiere adquirir más tecnología y necesitaríamos un financiamiento más importante. Pero lo bueno es que, una vez que se desarrolla la tecnología, se la puede usar para hacer toda una línea de productos relacionados con la energía solar, como colectores solares, potabilizadores de agua y cocinas solares.
El resto de las piezas las hacemos todas acá, como las que se abren en forma de alas, que son de plástico, y la superficie reflectante, que está hecha con un aluminizado especial. Se llama aluminizado por alto vacío y consiste en vaporizar una capa de aluminio sobre la pieza de plástico. Eso permite hacer todo en una sola pieza, y después se aplica una laca que lo protege. De otra manera, hubiéramos tenido que pegar una lámina con un pegamento y no quedaría bien, además de que en la Argentina no se produce aluminio de alta refractancia, por lo que deberíamos depender de otro insumo importado.
¿Cuál es el próximo paso del proyecto?
Necesitamos aumentar la escala, porque 1000 unidades no es nada. Para eso vamos a necesitar personal y financiamiento, que es cuando entran los jugadores grandes que están más vinculados con las variables económicas. Hasta acá, junto con FUNINTEC y la UNSAM hicimos el esfuerzo de transformar un conocimiento académico en un producto. De aquí en adelante, para nosotros es un territorio desconocido. En cuanto al producto, estamos pensando en algunas mejoras. Una de ellas es ponerle un sensor de temperatura y en conectarlo al celular para poder ver la temperatura en el teléfono, porque la gracia es que al termo se lo ponga al sol y uno se desentienda.
También tenemos ganas de sacarle la manija, pero eso dependerá de lo que digan los usuarios, y deberíamos disminuir el espesor de los materiales, porque está sobredimensionado, y así podríamos bajar los costos del material. Además, pensamos en acoplarle algunos dispositivos, como un tapón que, mientras se esté calentando el agua, permita usar esa energía para cargar un celular con un pequeño motor Stirling que genere corriente eléctrica. Y, para más adelante, estamos pensando en hacer una base para calentar el agua por inducción los días sin sol.