En su primer día al frente del Banco Central (BCRA), Federico Sturzenegger terminó de cerrar un acuerdo con los dos mercados de futuros locales y los bancos privados con el que se busca reducir el impacto monetario de la enorme posición que tomó la administración anterior en esas plazas. En la misma movida, además, junto con el Ministerio de Hacienda, se acercó a definir el acuerdo con entidades financieras que aportaría un crédito de corto plazo por no menos de u$s 7000 millones que ayudarían a eliminar las trabas cambiarias y devaluar al dólar oficial en esta semana.
El antecesor de Sturzenegger, Alejandro Vanoli, tomó posiciones por u$s 15.000 millones en futuros de dólar el Mercado Abierto Electrónico (MAE) y el Rofex, los dos mercados a término locales. Lo hizo para desinflar expectativas de devaluación, como es habitual en la entidad, pero a medida que las chances del oficialismo en las urnas se iba diluyendo los volúmenes alcanzados se volvieron alarmantes mientras todos los actores del mercado compraban ccontratosa $ 10 para plazos que en Wall Street se pactaban a $ 15.
La inminente devaluación del peso que, al menos en las expectativas del mercado, llevaría al dólar cerca de esos mismos $15 le costaría al BCRA entre $ 30.000 millones y $ 40.000 millones por la compensación de los futuros vendidos baratos. Vanoli y su directorio están imputados por esto en una causa que lleva adelante el juez federal Claudio Bonadio.
El acuerdo cerrado ayer consistió en dos partes, por un lado el MAE y por el otro el Rofex.
Para reducir el impacto monetario de los contratos operados en MAE, donde mandan los bancos, acordó con las entidades financieras privadas una "reducción total de su Posición Global Neta en moneda, que incluye posiciones tanto en el mercado spot como futuro".
Este acuerdo implica que el BCRA comprará todas las tenencias en moneda extranjera que tienen los bancos en sus propias carteras (billetes, bonos y futuros), que una fuente al tanto de la negociación estimó en u$s 1800 millones. Ya en el pasado el BCRA redujo varias veces la posición en moneda extranjera; ahora llega a cero.
Los clientes de esas entidades, en cambio, podrán cobrar en pleno el beneficio por el salto del dólar en futuros.
El mayor problema lo presentaba el Rofex porque es un mercado más atomizado sus directivos hablan de 5000 operadores diferentes y porque la exposición del BCRA era mucho mayor en esa plaza. La solución, terminada de concretar ayer en reunión de directorio de ese mercado, hace a esa plaza totalmente responsable de un esquema que limitará las ganancias de los inversores de acuerdo al momento en que hayan tomado posición.
Rofex recurre al artículo 4 de su reglamento, que le permite declarar la emergencia en ese mercado dadas la causa judicial en curso, la objeción a los precios del nuevo gobierno y la divergencia de precios con mercados futuros de otros países. En base a ello decidió una corrección a la suba de $ 1,25 a los precios de los futuros comprados entre el 30 de septiembre y el 27 de octubre, inclusive. Los contratos comprados a partir del 28 de octubre, en cambio, subirán $ 1,75 por dólar.
Esta decisión contó con el visto bueno del BCRA pero, a nivel legal, es responsabilidad exclusiva del Rofex que será destinatario de cualquier demanda que surja. Fuentes allegadas a la negociación calcularon en $ 15.000 millones el ahorro para la autoridad monetaria si la devaluación lleva al dólar a la vecindad de los $ 15, que es lo mismo que decir que esa será la pérdida que deberán asumir los inversores que operan allí.
El costo no es menor para el Rofex, pero sus directivos se fueron con la sensación de haber reducido a un tercio esas pérdidas. Para el Gobierno, por otro lado, esta salida le evita la necesidad de "romper contratos" que lo pondrían en default, ya que ambas soluciones son acordadas por las partes. Al mismo tiempo reduce la cantidad de pesos que deberá inyectar por el pago de futuros, pesos que sin cepo de por medio podrían ir de inmediato a vvacíaslas reservas del BCRA.
Como parte del acuerdo, a los operadores del Rofex se les alivianará de parte de las garantías que debieron depositar para operar en un mercado tan bandeado en el que sólo la autoridad monetaria vendida. La resolución de la Comisión Nacional de Valores para ello ya está comprometida para cuando se elimine el cepo.
No menos de u$s 7.000 millones, según dijeron fuentes oficiales a El Cronista, serán los que prestará un grupo de bancos a modo del crédito puente que será una de las vías de recomposición de reservas internacionales que el Gobierno pretende como condición previa a la salida del cepo.
Según distintas fuentes participantes de la negociación, uno de los esquemas en danza es la emisión de bonos por parte del Tesoro que serían suscriptos en su totalidad por el BCRA. A cambio de ellos, la autoridad monetaria entregaría una de las letras intransferibles que el Tesoro le ha colocado en el pasado (la de u$s 9600 millones de reservas que se usó para pagar al FMI en 2006 vence en enero).
Sturzenegger entregaría esos papeles a los bancos participantes a cambio de efectivo, por unos seis meses de plazo. En la jerga esto se conoce como una operación de repo.
Los bancos que ayer sonaban como participantes eran el ICBC, el JP Morgan, Goldman Sachs, Deutsche Bank, Citibank, el Santander y el BBVA. Bancos locales también se ssumaríancon montos menores.
ALCADIO OÑA
La eliminación de las retenciones anunciada ayer y sobre todo la quita del 5% a las que gravan las exportaciones de soja debe ser seguida, tan pronto como sea posible, por la pata que le falta: el mercado con tipo de cambio único y libre o, dicho sin vueltas, el valor del dólar que surja de ese mercado.
Es que una vez que conozcan el tipo de cambio efectivo que tendrán –precio del dólar menos nuevas retenciones– las cerealeras empezarán a liquidar en firme las ventas que aun no concretaron a la espera, justamente, de las definiciones del Gobierno. Puesto en plata, rendir US$ 330 millones diarios sobre un paquete que rondaría 3.200 millones.
Un dato permite entender mejor qué está en juego. La semana pasada las exportaciones de soja apenas sumaron US$ 72 millones, mientras que los 330 millones diarios comprometidos representarán US$ 1.650 millones semanales. Eso habla de la magnitud de las ventas que han estado reteniéndose.
Y el aumento del tipo de cambio efectivo hablará de la movida. Hasta el último viernes con un dólar oficial a casi 10 pesos y retenciones del 35%, la paridad real daba $ 6,50.
Con un impuesto ahora algo más bajo y suponiendo un nuevo dólar cercano a 14 pesos, recibirán una devaluación del orden del 40%
Dentro del Gobierno dividen la eliminación de las retenciones al maíz, al trigo y la carne y a la baja para las de la soja en dos niveles. Uno, el coyuntural, pasa nada menos que por la necesidad de divisas. Y el otro, al que definen estructural, apuesta a aumentar la productividad del campo y consiguientemente la producción del campo.
Repiqueteen también con que los anuncios cumplen una promesa de Mauricio Macri y apuntan a incrementar la siembra para la próxima cosecha y a estimular la cría de ganado.
Por lo demás, un demás por cierto fundamental, falta muy poco para que termine de armarse la pata del tipo de cambio único, aunque la consigna es siempre la misma: no apresurarse hasta tener el paquete completo. “No nos pidan que en doce horas construyamos lo que ha sido destruido en doce años”, dicen fuentes del gobierno.
El paquete completo se llama obviamente dólares que engrosen las reservas y le permitan al Banco Central intervenir cuando lo considere conveniente: comprar abajo para sumar divisas y vender arriba para contener el precio. Está claro que cuanto mayor sea la caja de dólares disponibles mayor será el poder de fuego del BCRA.
Ya bien conocida, una pieza clave de la estructura saldrá de un crédito puente de la banca internacional que oscila entre US$ 5.000 millones y US$ 7.000 millones. Estaría prácticamente arreglado y sólo resta cerrar algunos resquicios que lo pongan a cubierto de los fallos del juez Thomas Griesa, como dejar definitivamente aclarada la inmunidad soberana del Central.
Hay más en danza y, dentro de ese más, negociaciones con el Banco Popular de China de modo de poder convertir parte de los yuanes que ha prestado a la Argentina, o los que vaya a prestar, en dólares contantes y sonantes. O sea, que no se trate de papeles intocables.
En este menú no entra algo que en realidad nunca estuvo: una línea financiera de la Reserva Federal de Estados Unidos. Existe, eso sí, apoyo del gobierno norteamericano a operaciones de desembolso rápido del Banco Mundial y del BID, donde la posición de EE.UU. pesa fuerte.
¿Y qué pasará con el cepo? Se entiende, el cepo que cuenta de verdad, el que traba importaciones y otras salidas de divisas.
Seguro que no será levantado de inmediato y que lo irán aflojando a medida que crezca la oferta de dólares; desde el comienzo, para compra de insumos esenciales en el proceso productivo.
Existe un par de precisiones adicionales que tocan directo a la gente o por lo menos a algunas personas.
Cuando haya tipo de cambio único y libre desaparecerá el impuesto del 35% a los gastos con tarjeta de crédito en el exterior. Se regirán por la cotización que el dólar tenga en cada momento, aunque de arranque no será muy diferente a la que hoy surge de incorporar el 35%.
Se supone, de todos modos, que a quienes hayan comprado bajo el actual sistema les descontarán el 35% del pago de Ganancias o de Bienes Personales.
En la misma línea también luce previsible el fin del dólar ahorro. Las compras se harían al tipo de cambio libre, como cualquier transacción financiera o comercial.
Fuera de todo eso, el Gobierno deberá hacer un gran esfuerzo de comunicación para que sus decisiones sean leídas dentro del contexto en que están, como parte de la herencia que dejaron las políticas kirchneristas.
Para empezar, el notorio desacople entre el precio del dólar y los restantes precios de la economía que fue convirtiéndose en un retraso cambiario para la mayor parte de los analistas ya insostenible. Según informes privados, la paridad real quedó al mismo nivel que durante los últimos años de la convertibilidad y solo existió un registro peor en la tablita de Martínez de Hoz.
Uno de los efectos de este proceso salta en la pérdida de competitividad de las exportaciones, incluidas aquellas donde el país tiene ventajas comparativas. Las ventas al exterior acumulan nada menos que 26 meses de caídas ininterrumpidas.
Lo mismo puede ser visto a través del desplome del superávit comercial. Aún con el cepo a las importaciones, los cálculos para este año lo reducen a US$ 1.400 millones, esto es, 10.600 millones de dólares menos que 2012 y el punto más bajo de toda la era K.
Esa es la famosa restricción externa que ni Cristina Kirchner ni Axel Kicillof supieron prevenir o peor, que contribuyeron a agravar con sus desaciertos. Si hacen falta pruebas, ahí está el Banco Central poco menos que seco de reservas o directamente seco de reservas disponibles y la montaña de deudas en pesos que amasó.
Pero así todo y bastante más sea cierto, la cuestión es que el Presidente cosechará por sus aciertos e irán a su cuenta los errores. Como diría cualquier analista, deberá buscar que en ese inevitable juego de pesos y contrapesos los saldos le vayan dando a favor.