A primera vista, la relación entre Chile y China podría asemejarse a la de David y Goliat: con 9,5 millones de kilómetros cuadrados, el país asiático sobrepasa al territorio local en más de 12 veces; sus más de 1.300 millones de habitantes corresponden a 75 veces la población nacional; y su Producto Interno Bruto (PIB) de US$ 10,4 billones (millones de millones), equivale a 40 veces la economía chilena.
A pesar de estas notorias diferencias, Chile ha jugado un rol en la integración de China a la comunidad internacional en las últimas cuatro décadas. Nuestro país fue el primero de Sudamérica y el segundo en América Latina en establecer relaciones formales con Beijing el 15 de diciembre de 1970, antes de que la nación comunista ingresara a las Naciones Unidas y que ocupara un puesto como miembro permanente del Consejo de Seguridad (1971).
Chile también ha tenido un papel central en la incorporación de China a la economía global. En 1999, el país fue el primero de la región en apoyar el ingreso de la potencia a la Organización Mundial de Comercio (OMC); cinco años más tarde, se convirtió en la primera nación del bloque en reconocer a su contraparte como una economía de mercado; y en 2005, fue el primer país fuera del sudeste asiático que suscribió un Tratado de Libre Comercio con la segunda economía del mundo.
A partir de dicho hito, las relaciones económicas entre ambos mercados han mostrado una clara tendencia al alza. El intercambio comercial se cuadruplicó entre 2005 y 2014 hasta los US$ 33.534 millones y China desplazó a Estados Unidos para convertirse en el principal socio comercial de Chile.
En dicho período, el comercio bilateral se expandió a una tasa media anual de 17%, más del doble de la velocidad promedio de 8% del crecimiento del intercambio comercial chileno con el mundo, según la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales (Direcon).
Mientras las importaciones domésticas anotaron un salto promedio de 18,7% anual hasta US$ 15.096 millones, las exportaciones escalaron un promedio de 15,9% anual hasta US$ 18.438 millones, lo que ha dejado un saldo a favor de Chile superior a los US$ 4 mil millones.
El número de compañías locales que envía productos al otro lado del Pacífico pasó desde 424 en 2005 a 1.022 firmas el año pasado. Un tercio de ellas pertenece al sector agropecuario, rubro seguido por los vinos (19,9%), las manufacturas (19,4%) y los productos del mar (12,7%).
Gracias al TLC, 7.336 productos chilenos, lo que equivale a un 97,2% de las mercancías y un 99% del valor de las exportaciones nacionales, pueden ingresar al mercado chino sin pagar arancel. Por su parte, Chile ha liberalizado la entrada al mercado doméstico de 7.750 bienes chinos, lo que corresponde a 98,1% del total y a cerca de 97% del valor de dichos productos.
Andrés Rebolledo, director de la Direcon, destacó que el TLC ha permitido diversificar los embarques locales. “Si bien el cobre sigue representando un importante porcentaje de los envíos nacionales (78%), hoy China es el segundo socio comercial en envíos no cobre, observando una creciente presencia de exportaciones frutícolas, alimenticias y vinícolas”, declaró.
El año pasado, los embarques distintos al metal rojo llegaron a US$ 4.215 millones, lo que equivale a 22% del total vendido a esta nación.
En cuanto a las tareas pendientes, Rebolledo mencionó la necesidad de avanzar en áreas como la flexibilización de ciertas normas de origen y alcanzar acuerdos en temas relacionados con obstáculos técnicos al comercio, medidas sanitarias y fitosanitarias, y certificación electrónica de origen.
El jefe de la Direcon subrayó que ambas partes están interesadas en revisar los productos que hoy están excluidos de la cobertura del acuerdo y en incluir nuevas disciplinas, como comercio electrónico, telecomunicaciones, política de competencia y asuntos medioambientales.
Los mayores flujos de intercambio comercial no han significado un aumento significativo en las inversiones recíprocas.
A pesar de la mayor presencia de capitales chinos en América Latina, el stock total de inversión proveniente de la potencia asiática hacia Chile fue de US$ 117 millones entre 1974 y 2014, es decir, un 0,1% del total invertido en los últimos 40 años.
Los desembolsos se han concentrado en tres sectores: servicios financieros (36,7%), silvicultura (31,6%) y minería y canteras (29,2%).
En tanto, la inversión extranjera directa chilena en China entre 1990 y 2014 alcanzó los US$ 353 millones, lo que corresponde a 0,4% del total invertido en el exterior. Más de US$ 300 millones ingresaron tras el TLC.
El rubro industrial ha sido el principal receptor del dinero local, con un monto de US$ 271 millones (76,7% del total). Le sigue el sector servicios con US$ 82 millones (23,1%). La inversión en el sector agropecuario/silvícola alcanzó apenas US$ 600 mil (0,2%).
Vicente Mira, vicepresidente ejecutivo del Comité de Inversiones Extranjeras (CIE), sostuvo que esta tendencia de bajos niveles de inversión puede cambiar en los próximos años, gracias a acontecimientos como la instalación del China Construction Bank en nuestro país este año, hecho que “sin duda servirá de puente para la llegada de compañías de esa nación”.
Durante 2015, el CIE organizó 12 actividades enfocadas en promover las inversiones en minería, energía, infraestructura e industria alimentaria, eventos que convocaron a más de 300 empresarios chinos
Rebolledo complementó que el acuerdo para eliminar la doble tributación en relación a los impuestos sobre la renta y el patrimonio, firmado en mayo, permitirá incentivar un mayor flujo recíproco de capitales.
