Un escenario inusual, pero que eventualmente puede ser bien visto desde el gobierno -que queda en una posición salomónica-, generó el perfil de las indicaciones que introdujo el gobierno al proyecto que moderniza las relaciones laborales, introduciendo modificaciones al Código del Trabajo. Ni empresarios ni trabajadores quedaron contentos y en el mundo de los técnicos las opiniones que se sucedieron también resultaron dispares.

Temprano la puesta en escena fue de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), que no ahorró calificativos para rechazar los cambios, en especial la denominada figura del reemplazo interno y acusar la “traición” del gobierno.

Desde el sector empresarial, la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) optó por un comunicado de prensa para dar cuenta de una mirada crítica, pero sin estridencias. Al revés de la CUT, y más bien reforzando su planteamiento acerca de que la iniciativa legal del Ejecutivo no aborda los problemas de “fondo” que enfrenta el mercado laboral chileno -desempleo juvenil o la falta de inserción de las mujeres-, los empresarios cuestionaron el término del reemplazo en huelga y el hecho de que no se refuerce el concepto de huelga “pacífica”.