JORGE OVIEDO
Poner en marcha el primer anuncio del presidente electo, Mauricio Macri, requerirá la sanción de medidas. El gabinete económico con seis carteras requiere una reforma de la ley de ministerios, reconocen los expertos en la materia. Podría hacerse con un decreto de necesidad y urgencia, pero para ello primero debería haber un gabinete según la ley actual.
Los DNU desde la reforma de 1994 requieren la firma de todos los ministros, además de la del presidente. También habría que modificar la ley de presupuesto 2016, que prevé una estructura como la actual.
Los especialistas dicen que lo único necesario es dividir la cartera actual y cambiar nombres a alguna otra y eventualmente a sus dependencias. Hoy ya hay carteras de Agricultura e Industria, mientras que el de Planificación reúne las áreas de Energía y lo que antes se englobaba como Obras Públicas y Servicios. El kirchnerismo curiosamente colocó en el Ministerio del Interior el área de Transporte y Seguridad Vial. Una norma, ley o DNU deberían cambiar la estructura para colocarlas en el gabinete económico.
La organización burocrática para instrumentar la división no es menor. Hay que cambiar dependencias y asignaciones de funciones, además de, como se dijo, las asignaciones presupuestarias.
En muchos casos puede llegar a tratarse de tener que repetir una norma muy extensa para cambiar los nombres de las dependencias, lo que luego requiere que se cambien las tarjetas personales de los funcionarios y la papelería oficial, además de páginas web y, también, cuentas oficiales en las redes sociales.
La intención más evidente de Macri es no tener un superministro con amplísimas atribuciones y responsabilidades. Probablemente el último haya sido Domingo Cavallo durante el gobierno de Carlos Menem, de manera formal. E informalmente el actual, Axel Kicillof.
La existencia de un gabinete económico donde se discutan políticas, medidas, inversiones, gastos y financiaciones puede ser crucial en un situación difícil como la heredada. Muchos dan como candidato seguro para Hacienda y Finanzas a Rogelio Frigerio, un especialista que por su dedicación al estudio y monitoreo de cuentas provinciales también suena como candidato a la cartera de Interior.
Frigerio también tiene una experiencia como secretario de Programación Económica, con el Indec como dependencia directa.
Para Transporte se descuenta a Guillermo Dietrich, que cumplió la función en la administración porteña.
Para ello sería necesario cambiar la estructura del Ministerio del Interior. Dietrich hasta no hace mucho defendía la realización de un plan nacional de autopistas siguiendo el esquema de Guillermo Laura, que prevé construirlas con un impuesto adicional a las naftas
Laura lo diseñó en los 90, cuando el valor internacional del petróleo era bajo. Él sería superior de la Agencia Nacional de Seguridad Vial. Dietrich piensa que la mortalidad en accidentes se debe a la inconducta de los conductores, pero también a la infraestructura obsoleta.
La cartera de Trabajo, que durante todo el período K ha conducido Carlos Tomada, es significativa porque de ella depende la Anses, que con su presupuesto multimillonario ha sido usada por el actual gobierno para financiar gastos como los del plan de entrega gratuita de notebooks a alumnos de colegios secundarios públicos y hasta cubrir el déficit fiscal y dar préstamos a personas.
Para crear la cartera de Energía habría que modificar la estructura de Planificación. Figuraban como supuestos candidatos el CEO de YPF, Miguel Galuccio, y el gobernador de Neuquén, Jorge Sapag.
En los ámbitos empresarios se señala que para la Secretaría de Comercio desde una cámara se habría sugerido al joven economista Walter Morales, de la consultora Wise.
A partir del 10 de diciembre, el Ministerio de Economía descentralizará sus tareas y se subdividirá en siete áreas, con un referente en cada una de ellas
Ernesto Sanz decidió no integrar el próximo gabinete, y se lo dijo a Mauricio Macri hace poco más de dos semanas. Acordaron guardar el secreto hasta después de la segunda vuelta de las elecciones.
Terminó de escribir la carta del anuncio anteayer, ya terminados los festejos en el búnker de Cambiemos, y la publicó en Facebook ayer, minutos después de que Macri diera su primera conferencia de prensa como presidente electo.
"No voy a ocupar ningún lugar ni en el gobierno ni en mi partido", escribió atrás de una larga descripción del proceso que terminó con la alianza entre la UCR y Pro en marzo pasado. Unos párrafos antes había vinculado su salida con motivos personales. "He decidido recuperar el espacio de hombre, el espacio de mis amores, de mi lugar en el mundo, de sueños de vida que fui postergando demasiado y que ha llegado la hora de concretar", enumeró.
Pese al paso al costado, que incluye no intentar la reelección como jefe de la UCR -no puede hacerlo porque ya no es delegado de su provincia-, Sanz seguirá a cargo del diálogo con Macri hasta el 10 de diciembre.
Según pudo saber LA NACIÓN, tomarán la posta los jefes de los bloques parlamentarios: Mario Negri por Diputados y Ángel Rozas, que gana apoyos para reemplazar a Gerardo Morales, por el Senado. Se les sumará el nuevo presidente de la UCR, que se elegirá el 4 de diciembre. Por ahora, los candidatos escasean. Un sector impulsa a Julio Cobos, pero es consciente de la resistencia que el mendocino sigue generando en buena parte del partido. El desafío será entonces evitar que el coro de voces derive en mensajes cruzados y complique la interacción con Pro.
Igual que Macri y que Elisa Carrió, varios radicales ya estaban al tanto de la decisión de Sanz. El viernes pasado, después del cierre de campaña de Macri en Humahuaca, el mendocino reunió a sus correligionarios que habían viajado para el acto y les comunicó su retiro de la política.
Ayer, tres hombres que conocen muy bien a Sanz, y que fueron de los primeros en enterarse, rechazaron de plano que la determinación tuviera más motivaciones que las "estrictamente personales", aunque admitieron que la movida es difícil de entender "desde la lógica del poder".
"Ernesto entendió que terminó de cumplir su misión ayer [por anteayer] con el resultado [de la elección] y que ahora la interlocución con Macri pueden asumirla otros", dijo a LA NACIÓN uno de ellos. Aclararon que no hay cuestiones de salud de por medio.
Más allá de los intentos de aplacar los ánimos, incluso los radicales más fieles a Sanz saben que su decisión irrumpe en el momento no sólo menos pensado, sino también, menos indicado.
El gabinete de Macri terminará de definirse en las próximas dos semanas. Ya sin chances en Justicia, los radicales aspiran a ocupar otros lugares. Insisten en que el tucumano José Cano podría ir a Salud y quieren ubicar al riojano Julio Martínez en Defensa. También postularon a hombres del partido para Ciencia y Tecnología. La apuesta de máxima es el Ministerio del Interior, para el que hablan de un "tapado", aunque reconocen que es difícil que Macri les ceda ese espacio.
Pero además de especulaciones en torno al gabinete, ayer había dudas sobre el futuro y se analizaba el impacto de la decisión de Sanz en la construcción de la coalición de gobierno (como les gusta definir el tipo de vínculo que imaginan con Pro). "El contexto es muy distinto y Macri no es De la Rúa", se despachó un radical del interior cuando LA NACIÓN preguntó por el fantasma de la Alianza y sus errores letales. "Somos un partido orgánico que tomó una decisión institucional y la vamos a sostener. La UCR está absolutamente comprometida con el gobierno de Macri", sumó otro dirigente experimentado. La intención es clara: encapsular la salida de Sanz para que cuanto antes quede claro que es una decisión individual que no afecta la relación del partido con Macri.
La lectura no es tan lineal ni sencilla para otros radicales, sobre todo para los que resistieron el pacto con Macri, aunque terminaron acatándolo. "Sanz era el interlocutor. Esto sin duda traba la discusión con Macri. Habrá que redefinir cómo se reencamina el diálogo", advirtió uno de ellos.
Ernesto Sanz
Jefe de la UCR
Rechazó integrar el futuro gabinete de Mauricio Macri; le habían ofrecido inicialmente el Ministerio de Justicia
Desde la UCR afirmaron que no hay alteraciones en la relación entre Macri y Sanz y que el jefe del partido seguirá a cargo del diálogo en Cambiemos hasta el 10 de diciembre
Ya lo había dicho durante la campaña, pero ayer lo repitió: Mauricio Macri implementará un “ajuste en el mínimo no imponible” del impuesto a las ganancias que afecta a los trabajadores. El presidente electo dijo que lo hará para “terminar” con la “estafa” que impacta sobre “gran cantidad de trabajadores”.
En rigor, según había anunciado en una entrevista con Clarín, Macri quiere que dejen de pagar impuesto a las ganancias los trabajadores “que no pagaban” ese tributo en 2007, el año en que, según sostiene el jefe de Cambiemos, “comenzó el desbarajuste con las escalas y los mínimos”.
En septiembre, en una recorrida por San Luis, Macri prometió: “Vamos a crecer y a expandir la economía y a los trabajadores les voy a devolver el impuesto a las ganancias para que sólo paguen los que más ganan”.
Incluso puso esa promesa en uno de los spots de campaña, en el que consideró, en referencia a los trabajadores, que “el Estado no tiene que quedarse con el fruto de tu trabajo”.
Según un informe de la consultora Economía & Regiones, del dirigente macrista Rogelio Frigerio –hoy presidente del Banco Ciudad pero con destino casi seguro en el gabinete económico que anunció ayer el presidente electo–, la recaudación del Impuesto a las Ganancias de la Cuarta Categoría (la que afecta a los trabajadores en relación de dependencia) duplicó su incidencia en términos del PBI entre 2007 y 2015. Para E&R, pasó del 1,3% al 2,8%.
“En los últimos ocho años la recaudación total del impuesto a las Ganancias en términos del PBI aumenta 52,4 por ciento, pasando de 4,4 (2007) a 6,6 (2015) del producto”, dijo un informe de esa consultora.
“El aumento de la importancia relativa de la recaudación de Ganancias en términos del PBI está explicado en un 68 por ciento por el mayor pago de Ganancias por parte de los trabajadores”, dice ese reporte, que agrega que la huella en la recaudación del impuesto a los salarios en términos de producto “se incrementa 114 por ciento en el período pasando de 1,3 (2007) a 2,8 (2015) del PBI”.
Ayer, Macri no dio precisiones sobre cómo planea reemplazar el monto que surja de esa reducción en el monto total de los ingresos del Estado.
El jefe de Gobierno de la Ciudad también dijo en su primera conferencia de prensa como presidente electo que reducirá a cero las retenciones a las exportaciones de maíz y trigo. Hoy el trigo paga un 23 % de retenciones del volumen exportado y el maíz paga un 20% en ese mismo rubro.
Ayer, Macri ratificó que la política para el campo que prometió en campaña, que incluye la quita de retenciones al maíz y el trigo, “va a empezar a funcionar lo antes posible”. “Lo que nos hemos comprometido va empezar a funcionar lo antes posible, creo yo desde el primer día. Queremos que el productor siembre, porque eso da trabajo”, respondió al ser consultado sobre la quita de retenciones en trigo y maíz.
En esta sintonía, el vicepresidente segundo de la Federación Agraria (FAA), Agustín Pizzichini, afirmó que “los productores” votaron masivamente a Macri porque querían “un cambio” en la política agropecuaria. “El resultado electoral en Córdoba fue abrumador: el 70% votó a Macri”, reconoció. “Los productores queríamos un cambio, ya que este gobierno nos ha tratado muy mal”, explicó. Para el dirigente cordobés, la gestión que podrá promover Cambiemos resulta “una incógnita”, ya que los productores “chicos rechazan la compraventa libre de productos agropecuarios.
